LA NUEVA RAZÓN DEL MUNDO
Cada vez es más evidente que navegamos (o nos sumergimos) en las tormentosas aguas del neoliberalismo. Lo que Colombia padece no es solo resultado de los politiqueros corruptos, sino también de las políticas internacionales que atenazan a los países con el fin de que la gente trabaje más en beneficio de unos pocos. “El neoliberalismo (es) sinónimo de privatización y de reducción a favor de lo privado…”, dice la presentación de la exposición “Ficciones y territorios, arte para pensar la nueva razón del mundo”, que estará en el Museo Reina Sofía en Madrid, España, hasta marzo de 2017.
Para algunos es una ventaja que las políticas mundiales defiendan al capital y no a los ciudadanos ni al bien común; hoy, la realidad que nos atro- pella de frente, atestigua un empobrecimiento mundial en temas que son vitales para la supervivencia humana: la solidaridad, la equidad y la preservación del medio ambiente. Al promover la competencia entre personas e igualar el éxito a la acumulación de capital, el actual sistema económico mundial, convertido en ideología más poderosa que las ya anacrónicas “derecha” o “izquierda” (cooptadas ambas por la ambición desbordada y la corrupción), esta sociedad mundial del siglo XXI sigue siendo tan despiadada e inequitativa como la antigua Roma, la Europa medieval, la América de la conquista o el mundo preindustrial.
Los pensadores franceses Christian Laval y Pierre Dardot
la denominan “la nueva razón del mundo”. Esa nueva dicta- dura recorre campante de Rusia a Estados Unidos y de China a Suramérica; el dios de este imperio “pancolonial” es el consumo, pero no siempre se reconocen sus manifestaciones de culto, pues precisamente para muchos el consumo y la acumulación es la razón de vivir. Después de la crisis económica mundial de 2007, los últimos intentos por sacudirse de la tiranía neoliberal fueron la primavera Árabe, los indignados de España y el Occupy Wall Steet; pero 5 años después, las tenazas de esa “nueva razón del mundo”, han neutralizado toda resistencia.
Colombia no está ajena a la tenaza de “la nueva razón del mundo”. Los gobernantes de los últimos 30 años introdujeron el neoliberalismo; y los del siglo XXI, no contentos con lo anterior, vendieron sin vergüenza nuestros recursos naturales. Ninguno tuvo el coraje de enfrentar el monstruo. ¿Qué hacer? La resistencia individual es la más efectiva. Los verdaderos cambios nunca se impusieron de arriba hacia abajo
Los últimos intentos por sacudirse de la tiranía neoliberal como la primavera Árabe y Los Indignados, fueron neutralizados por sus tenazas.