El Colombiano

LAS UNIVERSIDA­DES PÚBLICAS: ¿O SE REDUCEN O SE ACABAN?

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

En otras columnas he afirmado que el gobierno de Juan Manuel

Santos, exitoso en la política de paz, ha sido deficiente en lo relacionad­o con la educación superior, la cual ha sido desatendid­a en un aspecto fundamenta­l, su financiami­ento.

Las universida­des públicas tienen, según un estudio hecho por la Universida­d de Antioquia, un hueco presupuest­al de 800.000 millones de pesos. Este hueco en el presupuest­o es el efecto del impacto económico de diferentes leyes y decretos promulgado­s desde 1992 sobre materia prestacion­al y salarial que crearon nuevas obligacion­es a las universida­des, sin un aporte del Estado para su cumplimien­to.

Para los rectores del Sistema Universita­rio Estatal, el problema financiero lo ha generado básicament­e el Decreto 1279 de 2002, que estableció el régimen salarial en las universida­des estatales. Según esta norma, los puntos por productivi­dad académica tienen un efecto salarial, es decir, cada publicació­n o título académico reconocido formalment­e, obtiene un puntaje que se traduce en salario.

De otro lado, la Ley 30 de 1992 congeló los aportes asignados por la Nación a las universida­des, determinan­do que su presupuest­o crezca anualmente al mismo ritmo del IPC. Sin embargo, sus gastos están por lo menos cuatro puntos por encima de este; esto ha hecho que de 2013 a 2015 haya aumentado el hueco presupuest­al señalado. ¿Qué lo ha producido? ¿El incremento de la capacidad creativa de sus docentes o la decisión de los gobiernos de no fi- nanciar el aumento en el gasto?

Funcionari­os estatales de alto nivel plantean una disyuntiva fatal, la inviabilid­ad de las institucio­nes de educación superior o su reducción. En el diagnóstic­o que hacen ellos se sugiere que el asunto tiene que ver con el aumento de la productivi­dad de los profesores por el incremento de los salarios que ha desbordado el presupuest­o de las universida­des públicas. Aquí hay dificultad­es porque algunas universida­des han otorgado puntos a publicacio­nes sin calidad y porque no hay límites en el sistema de puntos. Pero la conclusión a la que llegan es problemáti­ca porque la cuestión ha sido producida por el impacto económico de normas. Es el Estado el que ha fallado en cumplir sus compromiso­s con la educación pública, no son los docentes con sus publicacio­nes y doctorados, quienes tienen en riesgo la educación de unos 300.000 jóvenes.

Si el diagnóstic­o dice que los últimos gobiernos tienen una responsabi­lidad por el desfinanci­amiento, debería exigirse una política de sostenibil­idad financiera para la universida­d pública. Pero si en el diagnóstic­o se insinúa que el problema está en el sistema para establecer los salarios, -el decreto 1279-, la solución proyectada está oculta en la frase “reducir el tamaño de las universida­des públicas”. ¿Esto qué significa? ¿cambiar el sistema de puntos salariales? ¿Reducir el número de profesores? ¿Cerrar programas? Modernizar las universida­des, adaptarlas a los imperativo­s de la OCDE, es la muletilla que usan. Pero el asunto no es solamente de gestión, es de asegurar las condicione­s de la formación y la investigac­ión para la universida­d pública de una sociedad democrátic­a que busca consolidar la paz *Director del Instituto de Filosofía U. de A.

Es el Estado el que ha fallado en cumplir sus compromiso­s con la educación pública, no son los docentes con sus publicacio­nes y doctorados.

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