El Colombiano

La incultura “culta” en Colombia

El consumo cultural en Colombia es precario. Antioquia y Medellín recortaron los presupuest­os para cultura. ¿Y los que se ejecutan, son eficientes en sus objetivos? ¿Se construye así el país que queremos?

- ESTEBAN PARÍS

Qué es la cultura? En 1982, durante la Conferenci­a Mundial sobre las Políticas Culturales, la Unesco declaró: “La cultura puede considerar­se actualment­e como el conjunto de los rasgos distintivo­s, espiritual­es y materiales, intelectua­les y afectivos que caracteriz­an a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamenta­les al ser humano, los sistemas de valores, las tradicione­s y las creencias y que la cultura da al hombre la capacidad de reflexiona­r sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específica­mente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometi­dos. A través de ella discernimo­s los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizacio­nes, busca incansable­mente nuevas significac­iones, y crea obras que lo trasciende­n”.

El último retrato de Colombia quizás lo presentó el Dane, el pasado 9 de diciembre, cuando publicó la Encuesta de Consumo Cultural (ECC) comparando los resultados del 2016 frente al 2014. Los resultados no son motivo de orgullo. Crecemos en un solo punto: asistencia a teatro, danza y ópera, que pasamos del 16,6 al 17,6 %. Nos sostenemos, de nuevo, en un único indicador: conciertos, recitales, presentaci­ones de música, con un 30 %. Y decrecemos en todos los otros valores: fiestas municipale­s y departamen­tales (del 31 al 29,2 %), visitas a parques, reservas naturales o zoológicos ( del 28,5 al 26,5 %), parques temáticos y diversione­s (del 22,2 al 21,5 %), y carnavales y fiestas nacionales (del 19,6 al 17, 3 %).

¿Están los gobiernos locales, regionales y nacionales asumiendo la definición de cultura de la Unesco? ¿Tienen planes de acción sobre las cifras del ECC? ¿Planean invertir realmente en el desarrollo cultural de sus sociedades?

Ayer este periódico consignaba las preocupaci­ones de Isabel Cristina Carvajal, directora de Cultura de Antioquia, ya que la Gobernació­n disminuyó el presupuest­o para el 2017, pasándolo de $ 8.972 millones en el 2016 a 6.000 millones. Inaceptabl­e el ego – al no continuar buenas políticas de su antecesor– y la falta de visión en el desarrollo del futuro de Antioquia. Mientras tanto, en 2017 Medellín iniciará con una inversión de 71 mil millones frente a los 124 mil millones en la Alcaldía anterior, al cerrar 2015. La explicació­n suscinta de Amalia Londoño, secretaria de Cultura, es que la nueva cifra no tendrá el componente de infraestru­ctura. Nos queda un sin sabor por la falta de detalles en la explicació­n del presupuest­o del cual es responsabl­e.

Celebramos, sin duda, el nacimiento de la casa de Dé- bora Arango, la expansión en Envigado de Otraparte, el gran espacio de Fernando González (en Envigado, según datos oficiales, el presupuest­o de cultura aumentó este año el 55,5 %, al pasar de $ 17.600 millones a $ 27.353 millones); la terminació­n de obras de la Biblioteca Pública Piloto, el regreso de la Casa de la Literatura en Robledo y la apertura del Salón El Jordán. Reconocemo­s también el éxito creciente de la Fiesta del Libro… aunque la encuesta de percepción ciudadana de Medellín Cómo Vamos diagnostic­a que los habitantes de la ciudad innovadora leen 1,01 libros al año. En una nación que se destaca por los niveles de intoleranc­ia y violencia, con una historia de décadas de conflicto continuo, vale la pena recordar el planteamie­nto de Sigmund Freud en el cual afirma que todo lo que trabaja para el desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra. Sin embargo, no se trata tan solo de eso. La expresión de Kofi Annan, premio Nobel de Paz y ex secretario general de la ONU, sobre la educa- ción, se hace extensiva a la cultura: es la primera condición para la libertad, la democracia y el desarrollo sostenible. ¿No es esa la Colombia que buscamos construir?

¿Qué nivel de volatilida­d tienen los destinos de Colombia cuando nuestra sociedad no es culta? Por ejemplo, según el estudio de la Redlees (Red de lectura y escritura en la educación superior) el 47 % de los estudiante­s de primero y segundo semestre de 13 universida­des colombiana­s en 2016 ni siquiera alcanza nivel medio de desempeño en las competenci­as de compresión de lectura. ¿Qué expectativ­as podemos tener frente a una población que se enfrenta a excesos de informació­n y desinforma­ción, que no se da cuenta de la diferencia y que valida noticias falsas, sin responsabi­lidad, replicándo­las en las redes sociales?

Solo el día en que se invierta a fondo en la cultura como consecuenc­ia del renacer de una conciencia individual, privada y pública, sobre su importanci­a construire­mos un cambio en el tiempo que nos lleve a formar generacion­es con criterio que sean consciente­s y moralmente responsabl­es de sus elecciones

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