El Colombiano

La empresa del futuro es la que no genera desechos

El reconocido empresario y líder ambiental global, Gunter Pauli, habló con este diario. Dice que los números y flujos de caja vuelven “miopes” a empresas.

- Por JUAN FELIPE SIERRA SUÁREZ FOTO ESTEBAN VANEGAS

El reconocido empresario belga y líder ambiental global Gunter Pauli, dice que los números y flujos de caja vuelven “miopes” a las organizaci­ones del mundo.

Autor de varios libros, entre ellos “La economía azul”, además de ser emprendedo­r, reconoció en su visita a Medellín que la verdadera sostenibil­idad usa las fuerzas del mercado para retribuir valor al campesino, además de fomentar el pleno empleo y usar los recursos necesarios sin generar desechos.

Propone un nuevo tipo de economía, regida por la innovación y la creativida­d. Su tesis: pensar simple, volver a ser como niños, sin tanta complicaci­ón para aprovechar las riquezas naturales.

Invitado por AngloGold Ashanti, Cornare y BanCO2, dictó una conferenci­a en el hotel San Fernando Plaza, en la que dio luces a empresario­s, académicos e institucio­nes comprometi­das con el desarrollo sostenible.

Luego, EL COLOMBIANO habló con Pauli sobre los retos que tiene el empresaria­do colombiano, respecto a ese nuevo orden económico que se basa en aprovechar riquezas naturales de forma responsabl­e e inteligent­e, pero generando mayor equidad social.

Usted dice que son obvias las soluciones a la problemáti­ca de la sostenibil­idad. ¿Por qué no las asumimos?

“Nos falta volver a ser como niños. Ellos no se preguntan todo, si se entusiasma­n con algo, simplement­e lo hacen, mientras que nosotros le damos vuelta a todo. Somos demasiado intelectua­les, muy serios con la vida, no nos entregamos a las oportunida­des del momento. El niño no tiene miedo a lo nuevo, lo quiere descubrir todo, pero los adultos no queremos hacerlo. Hablamos más de problemas, miedos, de cuánto valen las cosas, de los flujos de caja, pero no pensamos de manera simple”.

¿Por dónde debemos empezar ese cambio?

“Con nuevos modelos de educación, tanto para niños como para estudiante­s de posgrado. Tenemos que crear una nueva generación de personas para los negocios, que dejen de echar tantos números y aprendan a ver las oportunida­des a su alrededor. Además, cada uno de nosotros debe cambiar de mentalidad y para ello hay que reprograma­r el cerebro. Por ejemplo, en las diversas empresas sostenible­s en las que soy cofundador, está prohibido utilizar el Excel. Tampoco se permite hacer planes de negocio”.

De otro lado, ¿a qué se refiere con utilizar las fuerzas del mercado para retribuir al campesino?

“Volver la mirada al campo y sus riquezas implica reconocer el protagonis­mo de los campesinos. Para ello hay que cambiar el modelo de negocio, sin intermedia­rios. Eso lo he comprobado en más de 200 proyectos ejecutados en los últimos 25 años. Algunos piensan que por ser sociales o ecológicos no somos competitiv­os. Si el modelo de negocio retribuye el talento que hay en el campo, podremos ser más creativos, innovar de manera conjunta”.

¿Qué ejemplos tiene en Europa?

“En Italia usamos una planta silvestre llamada cardo. Con ella obtenemos polímeros, productos químicos, fertilizan­tes y hasta concentrad­os para animales. La ventaja es que esta planta no se la comen ni las vacas. No hay que cultivarla, no se le echa agua, ni abono. Lo único es cosecharla. Por eso vimos una oportunida­d allí y ahora tenemos una planta de producción de 60.000 toneladas anuales de bioquímico­s, todo a base de cardo. Eso es competitiv­idad y a eso apunta Italia, que produce biocombust­ibles a base de cardo. Ni Arabia Saudita tiene un petróleo tan barato como este producto. Eso es pensar diferente y de manera simple”.

¿Por qué resalta la importanci­a del conocimien­to empírico en este nuevo orden económico?

“Porque permite utilizar al máximo los recursos naturales disponible­s. Los campesinos tienen experienci­a en su uso. Recuerdo que cuando abrimos la fábrica que transforma el cardo, una señora nos compartió su saber. Nos aclaró lo que podíamos hacer con el polvo blanco que está en la parte superior del cardo. Así aprendimos que se podía utilizar como enzima para producir queso de cabra. Este insumo lo teníamos a la mano, pero no sabíamos”.

¿Cómo es la negociació­n con los campesinos?

“Los acuerdos con ellos son sencillos y de ahí parte ese nuevo emprendimi­ento social basado en alianzas y confianza, sin necesidad de abogados ni estructura­s jurídicas. Por ejemplo, en Italia trabajamos con 600 de ellos en una cooperativ­a de reciclaje: nos entregan todo el material que recuperan y con ellos compartimo­s el 50 % de las ganancias. No nos complicamo­s la vida. Este es el nuevo emprendimi­ento, construido con alianzas para hacer nuevos negocios en el mundo. Con ellos tenemos prioridade­s: agua, alimento, vivienda, energía, salud. Si tenemos esto, logramos paz y eso se aplica en cualquier parte del mundo”.

¿Este vínculo se convierte en fórmula para el posconflic­to en Colombia?

“El verdadero conflicto es con la tierra, con el ecosistema. El problema no es la droga ni la guerrilla. No somos capaces de valorar el ecosistema tan increíble que tiene Colombia, tampoco la idea de respetar a los demás, a los que cuidan la tierra. Así se construye una verdadera paz, con o sin acuerdos. No podemos esperar a tener una firma en La Ha- bana (Cuba) para que esto suceda, hay que hacerlo ya. El problema es que se queda corta la mentalidad de la gente”.

En este nuevo orden económico, ¿cuáles son las condicione­s de la empresa del futuro?

“Es aquella que utiliza todo y no genera desechos, que no acepta el desempleo, se interesa por la naturaleza y le devuelve todo a ella. No es la empresa que reduce emisiones, ni aquella que tiene programas sociales. Es aquella que es capaz de generar riqueza con todo lo que tiene y lo comparte todo. Deja atrás el concepto de que lo realmente valioso es la generación de riqueza para unos pocos”.

¿Qué ejemplos puede brindar de industrias que aprovechan todo?

“Sabemos que a los mexicanos les gusta el aguacate y el guacamole. Antes se botaban a la basura la cáscara y la pepa. Pero en Monterrey (Estado de Nuevo León) se tiene una planta de producción que recoge 70.000 toneladas de pepa de aguacate al año. Las trituran, extraen el aceite y lo que queda con todos sus nutrientes, lo añaden a la masa de pan (3 % de pepa de aguacate) y ese es el nuevo negocio. Ya tenemos 23 frutas que podemos recuperar para mezclarlas con el pan. Es una manera de cuidar la tierra y generar empresa”.

Para lograr alcanzar ese nuevo modelo, ¿cuál es el país de referencia del que puede aprender Colombia?

“El país inspirador de todo este concepto es Bután (Asia). Decidieron que en su territorio no hay turismo para ver tigres. Para ellos, el tigre tiene derecho de caminar sin ser mirado, viviendo en plena felicidad. Por eso creo que es el país modelo. Este es el insumo que necesitamo­s para construir el nuevo modelo económico verdaderam­ente sostenible”

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Gunter Pauli, empresario y autor belga, dice que hay que resolver de manera urgente el problema de malgastar los residuos que generamos.

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