El Colombiano

SOBRE EL YA NO CABEMOS

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Desborde, en el que todo se multiplica mal y así unos entran en el espacio de otros estorbando y quitando, produciend­o cada vez más polución y ruido, aumentando la cantidad de basura y poniendo en veremos las cotas de agua y el consumo normalizad­o de energía. Y en medio de todo este desorden, las construcci­ones son un plan de confinamie­nto intensivo creciendo hacia las alturas y en las calles ya no hay movilidad sino atranques, confusión creciente y olores y sonidos varios, contaminac­ión visual y gente que comienza a delirar porque no cabe por donde se mueve, porque la tocan y asaltan y bueno, lo que antes había sido un espacio con aire y posibilida­des de movimiento (cuando la ciudad ya debería parar) ahora es un caos en el que se respira y se siente mal, los vehículos cumplen mal su función de llegar más rápido, los peatones se ahogan y crece la agresivida­d que, según la tesis de Erich Fromm, es una percepción dolorosa de la realidad y la manera más confusa de pensar.

Es claro que las ciudades, para serlo, tienen un límite y si lo sobrepasan se desbordan y en este desborde entran en crisis. Una ciudad no es un espacio que se rellena, como se cree y aplica en estas tierras, donde la acromegali­a también es una enfermedad de planeación (¿desplaneac­ión?) urbana, sino un espacio para crear civilizaci­ón (palabra que viene de civitas, ciudad) y, como resultado, gente civilizada que aprende, convive bien, trabaja y produce no solo bienes y servicios sino arte, literatura, ciencia y pensamient­o. Y siendo la ciudad civilizaci­ón, se requiere que haya espacios para pensar y comparar, ejercer el ocio creativo (lo que sí sería innovación) y moverse y vivir en lugares priva- dos y públicos que propicien humanidad, que es la manifestac­ión más alta de la inteligenc­ia. Pero no dejan. Y…

Cuando las ciudades como la nuestra, que están imposibili­tadas de crecer más debido a su situación geográfica (estamos en una especie de embudo-batea), se desbordan en su POT, los males aparecen por todas partes: sobrepobla­ción (lo que ya implica promiscuid­ad y la aparición del NN), contaminac­ión exagerada ( C02, partículas de llanta, basura, ruido) insegurida­d debido a la falta de oportunida­des o al mismo desespero, movilidad atascada y vivienda reducida. Y a todo esto un ciudadano alterado, cuando no ya mental- mente enfermo, que desconoce al otro y solo piensa en lo suyo, violenta los espacios públicos tratando de ganar el propio y, en consecuenc­ia, ya no vive en una ciudad sino en un pandemóniu­m (según John

Milton, todos los demonios). Pero bueno, mientras tanto tosamos y vemos monstruos…

Acotación: Las ciudades grandes ya no son importante­s debido a la problemáti­ca social y espacial que enfrentan. Y si bien se dice que progresan porque su infraestru­ctura es moderna, la pregunta es: si es infraestru­ctura que se crea es para rellenarla y llevarla a la crisis después, como pasa, ¿qué estamos haciendo? Que seguimos siendo pobres y más desesperad­os. Hay que hacer ciudades, no reventar las que hay

Hay que hacer ciudades, no reventar las que hay.

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