DEFENSA DE UN INOCENTE Y REIVINDICACIÓN DE SU BUEN NOMBRE
Al cumplirse 30 años del infame asesinato de don Guillermo Cano Isaza, director de El Espectador, todos los medios de comunicación han recordado la trágica fecha y, de paso, han hecho los merecidos elogios de la ilustre víctima, honra de la sociedad y del periodismo.
En todos esos medios de comunicación se ha insistido en que por dicho asesinato solo fue condenada la persona que pagó por el crimen, el se- ñor Luis Carlos Molina Yepes. Y sobre este particular, ya que fui su defensor en segunda instancia, me siento en obligación moral de citar la frase de Samuel Leibowitz, de su obra Sala de Jurados: “Oigo que mucha gente grita ‘castigad al culpable’; pero muy pocos se preocupan por reivindicar al inocente”. Si ahora todo el mundo ha declarado culpable a Molina Yepes, basado en una sentencia que ha hecho tránsito a cosa juzgada, yo reivindico su nombre de inocente, no tanto por haber sido su defensor, sino porque sin incertidumbre alguna, es la voz clara y rotunda de mi conciencia, razón por la cual ahora no debo guardar silencio, por imperativos de orden moral.
Como lo evidencié en mi libro Práctica Forense Penal (Editorial Leyer), se cometieron infamias para condenar por ese crimen al señor Luis Carlos Molina Yepes. Nadie que tenga un mínimo de buen juicio, aun la persona más insensata, puede admitir el argumento que se adujo para esta condena: que el señor Molina Yepes pagó con un cheque la muerte de don Guillermo Cano. El mero sentido común rechaza vincular con el crimen un cheque expedido por el acusado seis meses an- tes del asesinato, cheque para pagar unos dólares en su oficina legalmente registrada de compra y venta de divisas extranjeras. Cheques como ese se expidieron normalmente el mismo día y todos los días. ¡Y nadie en uso de razón comete la insensatez de pagar con un cheque un horrendo crimen!
Necesitaban un chivo expiatorio. Como dije en el libro citado: “Esa condena fue una verdadera injusticia. Pera ello, seguramente influyó el dolor de todo un país por el execrable crimen, además de la presión de todos los medios de comunicación para que se hiciera justicia” (...). El señor Molina Yepes pagó su condena, pero la sociedad le sigue cobrando el crimen que no cometió. Y en cada aniversario de la muerte de don Guillermo Cano, como ha ocurrido en todos estos años, se le seguirá estigmatizando con el cargo de haber pagado el asesinato del ilustre periodista. Estigma que ha alcanzado a toda su familia, por cuya causa he venido padeciendo la inmerecida exclusión de la sociedad