Incertidumbre marca la nueva relación Rusia-EE. UU.
Cercanía de Putin y Trump supone un cambio para el orden mundial, pero presiones de republicanos o agendas paralelas podrían dar otro resultado.
Aunque la cercanía entre Donald Trump y Vladimir Putin supone que este año se restablecerán las relaciones entre Washington y Moscú, la presión de un Congreso con mayoría republicana y los intereses individuales que pri- man sobre las potencias ofrecerían otro panorama. El futuro de conflictos en Medio Oriente y el reacomodo de los poderes siguen en vilo en tanto el magnate asume y define política exterior.
Cualquier cosa que digas de Donald Trump puede ser un profundo error”, advierte el internacionalista Víctor de CurreaLugo, al tratar de explicar cómo se proyectan las relaciones entre Rusia y Estados Unidos con la presidencia del magnate.
Y es que para él no hay certezas sobre lo que Trump va a hacer ni qué limitaciones tendrá, razón por la que pensar, por ejemplo, que de su relación con Vladimir Putin depende la estabilidad en Medio Oriente o que Moscú y Washington armarán un nuevo bloque con Ankara, son conjeturas.
Lo que sí es cierto es que desde antes de que inicie su mandato, el presidente electo y su homólogo en Rusia han prometido con insistencia un cambio en el clima de la relación entre las dos potencias, valiéndose de las tensiones que tienen con la actual administración de Estados Unidos.
Y es que en sus ocho años de gobierno, Barack Obama tuvo variados encontrones con Putin por violaciones a los derechos en Siria, donde Rusia intervino con vehemencia, y por el incumplimiento de los acuerdos de Minsk para poner fin a la guerra en el este de Ucrania. El último hito tuvo que ver con las denuncias sobre la injerencia en las elecciones del pasado noviembre, en las que Rusia habría usado el ataque cibernético para afectar la campaña de los demócratas.
En Washington entonces reina el temor de que el próximo presidente será condescendiente con Rusia, pese a que su país ha liderado sanciones y apoyado a Naciones Unidas en el mismo objetivo.
En el círculo de los republicanos se centra la tensión. Juan Hernández, estratega de ese partido, comenta que hay una gran preocupación por los individuos que Trump seleccionó para su gabinete y que “tienen negocios con Rusia, llevan una vida en contra de la reforma migratoria e incluso son acusados de discriminación”.
Para Hernández, aunque es positivo que haya amistad entre las dos naciones, dispares históricamente, no está bien que lo que se plentee para el restablecimiento de los vínculos sea un borrón y cuenta nueva, cerran- do los ojos al hackeo y a violaciones a los derechos.
Ahora bien, concluye el estratega, inevitablemente Trump se dará cuenta de que en Estados Unidos hay un gobierno con tres poderes, y el Congreso y la Corte Suprema “no le evitarán a Trump su amistad con Putin, pero exigirán transparencia a la hora de pensar en las relaciones de los dos países”.
Hemisferios se recomponen
Pese a lo difusas que son las proyecciones sobre el futuro de Estados Unidos y Rusia, de forma individual y conjunta, para los expertos ya hay algunas certezas.
Según escribió para la Universidad Nacional el politólogo Miguel Ángel Herrera Zgaib, Bashar al Asad, presidente sirio, continuará al frente del Gobierno, mientras que Estados Unidos, Turquía y la misma Unión Europea deberán reconocer a Rusia como nuevo actor de la geopolítica de esa región.
Rusia podría incluso aprovechar que Trump ha dicho que se centrará en asuntos internos y no de política exterior para ampliar su margen de maniobra en Medio Oriente. De acuerdo con Sergio Moya, experto en esa región de la Universidad Nacional de Costa Rica, si Estados Unidos se retrae respecto a sus intervenciones, el efecto directo será un fortalecimiento internacional de Ru-
sia, aunque para él, el Congreso, de mayorías republicanas, presionarán para que el país no se quede a un lado.
Por la línea interna (la del Congreso) también podría ser resuelto el tema de la seguridad cibernética de EE. UU. Adam Segal, director del Programa de Política Cibernética del Consejo de Política Exterior, un centro de análisis norteamericano, escribió en su blog que la forma en que Trump responda a la piratería, o no, “tendrá un impacto de gran alcance en el comportamiento del Estado en el ciberespacio”.
Por último, para CurreaLugo, ante todo, a Putin, con una tesis doctoral sobre recursos energéticos, y a Trump, empresario, lo que los une, más que la geoestrategia o los muertos de Medio Oriente, es la visión de dos comerciantes. Estabilizar los precios del petróleo, por ejemplo, podría ser un objetivo