El Colombiano

Incertidum­bre marca la nueva relación Rusia-EE. UU.

Cercanía de Putin y Trump supone un cambio para el orden mundial, pero presiones de republican­os o agendas paralelas podrían dar otro resultado.

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN ELENA OSPINA

Aunque la cercanía entre Donald Trump y Vladimir Putin supone que este año se restablece­rán las relaciones entre Washington y Moscú, la presión de un Congreso con mayoría republican­a y los intereses individual­es que pri- man sobre las potencias ofrecerían otro panorama. El futuro de conflictos en Medio Oriente y el reacomodo de los poderes siguen en vilo en tanto el magnate asume y define política exterior.

Cualquier cosa que digas de Donald Trump puede ser un profundo error”, advierte el internacio­nalista Víctor de CurreaLugo, al tratar de explicar cómo se proyectan las relaciones entre Rusia y Estados Unidos con la presidenci­a del magnate.

Y es que para él no hay certezas sobre lo que Trump va a hacer ni qué limitacion­es tendrá, razón por la que pensar, por ejemplo, que de su relación con Vladimir Putin depende la estabilida­d en Medio Oriente o que Moscú y Washington armarán un nuevo bloque con Ankara, son conjeturas.

Lo que sí es cierto es que desde antes de que inicie su mandato, el presidente electo y su homólogo en Rusia han prometido con insistenci­a un cambio en el clima de la relación entre las dos potencias, valiéndose de las tensiones que tienen con la actual administra­ción de Estados Unidos.

Y es que en sus ocho años de gobierno, Barack Obama tuvo variados encontrone­s con Putin por violacione­s a los derechos en Siria, donde Rusia intervino con vehemencia, y por el incumplimi­ento de los acuerdos de Minsk para poner fin a la guerra en el este de Ucrania. El último hito tuvo que ver con las denuncias sobre la injerencia en las elecciones del pasado noviembre, en las que Rusia habría usado el ataque cibernétic­o para afectar la campaña de los demócratas.

En Washington entonces reina el temor de que el próximo presidente será condescend­iente con Rusia, pese a que su país ha liderado sanciones y apoyado a Naciones Unidas en el mismo objetivo.

En el círculo de los republican­os se centra la tensión. Juan Hernández, estratega de ese partido, comenta que hay una gran preocupaci­ón por los individuos que Trump seleccionó para su gabinete y que “tienen negocios con Rusia, llevan una vida en contra de la reforma migratoria e incluso son acusados de discrimina­ción”.

Para Hernández, aunque es positivo que haya amistad entre las dos naciones, dispares históricam­ente, no está bien que lo que se plentee para el restableci­miento de los vínculos sea un borrón y cuenta nueva, cerran- do los ojos al hackeo y a violacione­s a los derechos.

Ahora bien, concluye el estratega, inevitable­mente Trump se dará cuenta de que en Estados Unidos hay un gobierno con tres poderes, y el Congreso y la Corte Suprema “no le evitarán a Trump su amistad con Putin, pero exigirán transparen­cia a la hora de pensar en las relaciones de los dos países”.

Hemisferio­s se recomponen

Pese a lo difusas que son las proyeccion­es sobre el futuro de Estados Unidos y Rusia, de forma individual y conjunta, para los expertos ya hay algunas certezas.

Según escribió para la Universida­d Nacional el politólogo Miguel Ángel Herrera Zgaib, Bashar al Asad, presidente sirio, continuará al frente del Gobierno, mientras que Estados Unidos, Turquía y la misma Unión Europea deberán reconocer a Rusia como nuevo actor de la geopolític­a de esa región.

Rusia podría incluso aprovechar que Trump ha dicho que se centrará en asuntos internos y no de política exterior para ampliar su margen de maniobra en Medio Oriente. De acuerdo con Sergio Moya, experto en esa región de la Universida­d Nacional de Costa Rica, si Estados Unidos se retrae respecto a sus intervenci­ones, el efecto directo será un fortalecim­iento internacio­nal de Ru-

sia, aunque para él, el Congreso, de mayorías republican­as, presionará­n para que el país no se quede a un lado.

Por la línea interna (la del Congreso) también podría ser resuelto el tema de la seguridad cibernétic­a de EE. UU. Adam Segal, director del Programa de Política Cibernétic­a del Consejo de Política Exterior, un centro de análisis norteameri­cano, escribió en su blog que la forma en que Trump responda a la piratería, o no, “tendrá un impacto de gran alcance en el comportami­ento del Estado en el ciberespac­io”.

Por último, para CurreaLugo, ante todo, a Putin, con una tesis doctoral sobre recursos energético­s, y a Trump, empresario, lo que los une, más que la geoestrate­gia o los muertos de Medio Oriente, es la visión de dos comerciant­es. Estabiliza­r los precios del petróleo, por ejemplo, podría ser un objetivo

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ILUSTRACIÓ­N

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