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Algo cambió en nuestra música, ¿bueno o malo? Eso va en gustos... Acá un panorama de lo que fue, son y serán los sonidos locales y de los países vecinos.
El rock latinoamericano se mantiene muy vivo.
Estoy muy solo y triste acá en este mundo abandonado, tengo una idea, es la de irme al lugar que yo más quiera. Me falta algo para ir pues caminando yo no puedo, construiré una balsa y me iré a naufragar”, así inicia La Balsa (1967), canción compuesta por Litto Nebbia y Tanguito ( José Alberto Iglesias) e interpretada por Los Gatos, y considerada como una de las mejores de la música argentina y la abanderada de un movimiento que años más tarde se tomaría todo un continente: el rock argentino.
Los ochenta y noventa sin lugar a duda fueron la época dorada en la que por coyunturas sociales, políticas y culturales, la música propia, en especial el rock en español, tomó fuerza. Las diferentes dictaduras del continente, principalmente la chilena y la argentina, así como la Guerra de Las Malvinas entre Argentina y el Reino Unido, desataron una prohibición de todo tipo de productos, como la música que proviniera de esos países con los que había enemistad.
“Las personas tenían que consumir lo de su país, no podían poner música de otro lado y paradójicamente favoreció al fortalecimiento de la música local”, explica Diego Londoño, crítico de música en EL COLOMBIANO.
Sin embargo, antes de este auge, ya estaban Charly García con sus bandas: Sui Géneris, La máquina de hacer pájaros y Serú Girán. También Luis Alberto “El flaco” Spinetta con Almendra, Pescado Rabioso, Spinetta Jade y Spinetta y los Socios del Desierto. Miguel Abuelo, de Los Abuelos de la Nada; Pappo, Sandro...
“México y Argentina son la cuna del rock latinoamericano, pero sin lugar a duda los argentinos nos marcaron mucho más”, aclara Londoño.
Pero ese fenómeno se extendió, tocando otros países vecinos y llegando con más fuerza a Chile y Colombia. Comenzaron los nombres de bandas y solistas que llenaron estadios de cánticos enardecidos de fanáticos que aún los siguen. Luca Prodan (Sumo), Jorge González (Los Prisioneros), Fito Páez, Rubén Albarrán (Café Tacuba), Roco (Maldita Vecindad), Vicentico (Los Fabulosos Cadillascs), Saúl Hernández (Caifanes), Elkín Ramírez (Kraken), Andrea Echeverry (Aterciopelados), Gustavo Cerati (Soda Stereo), el Indio Solari (Los Redonditos de Ricota), Andrés Calamaro (Los Abuelos de la Nada y Los Rodríguez) y seguramente muchos otros con gran trascendencia quedan por fuera, solo se trata de un panorama para entender el inmenso repertorio de talentos que marcaron la historia de un rock que fue completamente nuestro: la representación no solo de sonidos, sino de las realidades de cada país.
Ahora, es bastante claro que desde hace años, con la muerte de varios de los mencionados, la separación de algunas agrupaciones, los nuevos rumbos que varios de estos artistas les han dado a sus carreras y, por supuesto, la introducción de nuevas propuestas a la escena musical, hicieron que esa pasión que generó el rock latinoamericano, incluso llenando estadios, como lo hizo Soda Stereo, hoy solo lo logren las presentaciones de grandes bandas mundiales como The Rolling Stones, Guns N’ Roses o Metallica, o con festivales que reúnan a varios artistas en un solo espacio como lo es el Lollapalooza y en nuestro caso, el Estéreo Picnic.
“En países como Argentina y México me parece que hubo un estancamiento, respecto de lo bueno que hubo en los ochentas y noventas, y radica en que se acabaron los ídolos. Los ídolos no se reinventaron y las generaciones más jóvenes no suplieron esos vacíos, no hubo en Argentina quién se aventurara a retomar el legado de Calamaro o Spinetta, o un nuevo Soda Stereo, vivieron de una buena cosecha del pasado, pero no supieron reinventar el presente”, expone el periodista y experto en rock, Jacabo Celnik.
Es allí donde surge la duda: ¿Qué pasó con el rock latinoamericano?, ¿se estancó, renovó o acabó?
“Diría que es uno de los mejores momentos, guardando las distancias de las épo- cas de Soda, Aterciopelados, Caifanes... Lo que hay es un relevo generacional, ese relevo no se quedó con el sonido del pasado, el clásico”, expresa Diego Londoño.
La Vida Bohéme, de Venezuela, Eruca Sativa, de Argentina, Diamante Eléctrico y Telebit, por Colombia, son las agrupaciones que considera hacen propuestas interesantes en el panorama de América Latina. Sin embargo, es consciente de que a muchas personas les cuesta adaptarse a esta nueva generación musical, “porque aprendieron a querer tanto un sonido, una banda y no consideran que llegue otra”, agrega.
Mientras para Jacobo Celnik, depende del país donde se mire: “Se ha avanzado bastante en el tema y Colombia es un ejemplo de un momento de desapego al rock, si bien todavía hay rock, las bandas aquí están más allá, hay más convergencias, más fusiones,
“Sin ser cierto, solo poniendo un ejemplo, un millón de espectadores estaban repartidos entre 10 o 20 agrupaciones, pero ahora ese mismo público es para 200 o 300 propuestas musicales”. CHUCKY GARCÍA Periodista musical y coordinador de Rock al Parque
más posibilidades que el clásico ritmo del rock and roll”.
También considera que como parte de esa evolución hay solistas y bandas que resaltan, en su caso, tres: Monsieur Periné, Diamante Eléctrico y Edson Velandia (Velandia y La Tigra). “Ellos tres son el reflejo, cada uno a su manera, de lo que significa hacer música en estos días, pero no la encasillo como rock”, puntualiza.
Por otro lado, hablamos con Juan Antonio Agudelo, coordinador de extensión cultural de la Eafit y conocedor del tema. “El referente que teníamos ha cambiado y seguramente ya no hay todo ese boom, pero hay gente que viene haciendo cosas importantes en la música latinoamericana. En Colombia se están consiguiendo experiencias muy interesantes, lo que se puede llamar la nueva música colombiana”.
Así como Celnik, considera que Edson Velandia es un artista talentoso, porque “es un interesado por la literatura, por la escritura de sus canciones y la poesía”.
Afirmativamente, asume que el rock se ha renovado, lo que ha traído tanto buenas figuras emergentes, como algunos desaciertos. “La generación de hoy está haciendo lo suyo, hacen las cosas a su manera con sus propias maneras de leer la sociedad”, concluye.
A lo anterior se suma la voz de Chucky García, periodista y coordinador de Rock al Parque. Para él “la infraestructura que en un momento permitió que las bandas latinoamericanas fueran agrupaciones muy grandes y llegaran a un punto de vender muchas copias y llenar estadios, cambió definitivamente”.
Nos explica que antes las bandas latinoamericanas, en su gran mayoría, eran fichadas por multinacionales discográficas, sonaban en las emisoras y un punto funda- mental en esa consolidación, fue la llegada de MTV Latino, “porque les terminó de meter un superempujón a estas bandas y entonces llegó un momento en que tuvimos una camada de agrupaciones como Maldita Vecindad, Café Tacuba, Molotov, Fabulosos Cadillacs, Babasónicos... entre mal contadas teníamos 10 y 20 agrupaciones capaces de convocar miles de personas”.
Ahora, las actuales, tienen un perfil más emergente y no tienen la capacidad de mover tantos espectadores. “Lo que creo es que hoy en cuanto al tema estilístico y de variedad vivimos un momento como nunca, antes había un solo eje temático, porque más o menos se parecían, pero hoy es lo contrario, lo que hace que la paleta de opciones se haya ampliado muchísimo”.
No siente que el rock latinoamericano se haya estancado, simplemente encontró otras raíces, fusiones que van desde el folclor y jazz, hasta la música indie y el folk. En su concepto hay muchos buenas propuestas en el país: Bomba Estéreo, Diamante Eléctrico, Los Petit Fellas, Monsieur Periné, Esteman.
Aunque cree que “el rock latinoamericano de hoy es música alternativa”, pues sobresalen muchas banderas, desde las causas indigenistas, las feministas, la comunidad LGBTI, hasta la conservación del planeta, resalta algo que pasa desapercibido: “Hay algo tan obvio que a veces se pasa por alto y es que la música se trata de canciones y eso es lo que tenían las bandas de rock clásico, un repertorio de canciones que viven al tiempo”.
En conclusión, el rock como lo conocíamos cambió, evolucionó, ahora lo podemos ver en una o muchas agrupaciones, depende de afinidades, pero las letras de esas canciones que marcaron alguna época de la vida siempre estarán ahí y no es cursilería, están en YouTube, Spotify, Deezer y el sinfín de plataformas que tenemos a la mano
“Ya no van a existir ni las Janis Joplin, ni los Jimi Hendrix, ni The Rolling Stones, eso es una cuestión del pasado, porque la industria del pasado era muy diferente a lo que es hoy en día… Se están haciendo cosas interesantes”. JACOBO CELNIK Periodista y experto en rock