EL RETO DE UN CONTINENTE HERIDO
El año que apenas despunta será uno de definiciones para Europa. Su propuesta unificadora, democrática, liberal, que sufrió un golpe contundente e inesperado con el Brexit, tendrá que enfrentar un periodo de inmensos retos políticos en el que el populismo acechará como la mayor de las amenazas.
Puede ser un periodo de recuperación de la confianza en la Unión, de aprendizaje de los errores bajo los cuales ha despuntado un nacionalismo oportunista y de procurar mejoras en el establecimiento de los acuerdos multilaterales. Puede ser también, para terror de los europeístas, un camino de desintegración y de triunfo del miedo, de fortificación de fronteras y de acusaciones te- merarias. De definir al “otro” como la raíz de los problemas.
Los ciudadanos de Alemania y Francia, fortines del pensamiento aglutinador continental, tendrán que ir a las urnas para decidir sus futuros democráticos. Cualquier retroceso programático en el ideal de mantener a Europa unida, será fulminante para el continente. Holanda y República Checa también pasarán por las casillas de votación.
Con el Reino Unido inmerso en un complejo y dilatado proceso de separación, la idea europeísta atraviesa un tiempo de inmensa debilidad del que podría no recuperarse si recibe una puñalada similar a la dada por Londres hace poco más de seis meses.
El terrorismo -que como vimos en la noche de Año Nuevo atacó en Turquía para asesinar a 39 personas- no se detendrá y las consecuencias reposan en el direccionamiento del ideal ciudadano, que ahora se siente temeroso, desconfiado, y que pide una mano fuerte y un gobierno con resultados inmediatos. Imposibles que igual se prometen desde los atriles para ganar el favor del electorado, aún a sabiendas que la meta anhelada está lejos de lograrse.
No tendremos que esperar mucho para ver el sendero que seguirá la Unión. Los primeros obligados a tomar decisiones sobre el rumbo de su propia nación son los alemanes. El asunto no es meramente anecdótico, pues en
Ángela Merkel recae buena parte del discurso que insiste en el sueño de un continente solidario. Es la primera parte del examen determinante.
El eco de la decisión que tomen llegará a todas las esquinas de las relaciones internacionales, más temprano que tarde.
Vale la pena que estemos atentos
Cualquier retroceso programático en el ideal de mantener a Europa unida, será fulminante para el continente.