El Colombiano

LOS MAGOS

- Por HERNANDO URIBE C., OCD* hernandour­ibe@une.net.co

Me encantan los magos. Y si algo me interesa es que el mundo se llene de ellos, de magos. Gracias a los magos, la vida transita por el camino de la felicidad.

Me encanta el peluquero, el cocinero, el zapatero no menos que el violinista, el pintor, el escultor, el cura y la mamá que realizan su profesión con destreza y pasión. Me encantan por ser magos.

La vida está con ellos en trance de nacer como el primer día de la creación, en que “vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien” (Gén 1, 31). Dios es el mago de los magos. Con razón me encantan ellos, los magos.

A Jesús, María y José también les encantaban los magos hasta el punto de que su encantamie­nto los atrajo. No fue extraño, por tanto, que vinieran a visitarlos los magos, gente curtida en la magia de extasiarse contemplan­do el suntuoso misterio de los astros, donde leían por anticipado hasta el acontecer de la divinidad.

Quiero que mi envidia por los magos tenga tan solo efecto bienhechor, el de aprender a leer el lenguaje celeste, como el de la estrella “que iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño”. Y me quedo arrobado al leer: “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría” (Mt 2, 9-10).

Jesús, María y José ocupan el primer puesto en el mundo de los magos. Proeza inaudita, sublime, divina la de convertir un pesebre en el palacio real de la divinidad.

Fiesta de la Epifanía, la manifestac­ión de Dios, fiesta de los magos, lo que el hombre está llamado a ser. Imagen y semejanza del Creador, el hombre vive interesado aun sin darse cuenta en adquirir un poder superior a sus propias fuerzas, un poder sobre todas las fuerzas de la crea- ción. La condición del mago.

Khalil Gibran habla de un zapatero de Jerusalén a quien le encantaba escuchar a Jesús, “no para oír sus palabras, sino el sonido de su voz”, porque su voz era puro deleite para él. Envidio a este zapatero, un mago de verdad.

La magia tiene un largo camino por recorrer. Magia de ojos, oídos, olfato, gusto y tacto, entendimie­nto, memoria y voluntad, casi toda por descubrir y cultivar. Divino arte el del mago, hacer “muy bien” lo que hace como el Creador el primer día de la creación.

Maravillos­a fiesta de la Epifanía, manifestac­ión de Dios, fiesta de los Magos. La fiesta que me arroba con su luminosida­d

Divino arte el del mago, hacer “muy bien” lo que hace como el Creador el primer día de la creación. Maravillos­a fiesta de la Epifanía, manifestac­ión de Dios, fiesta de los Magos.

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