Con las Malvinas
piloto de un A-4C que se estrelló el 9 de mayo de 1982, también por condiciones de baja visibilidad (ver radiografía).
En 2009, los despojos de Casco fueron sepultados en el cementerio de Darwin.
Tras la caída de la dictadura, los sucesivos gobiernos de Argentina mantuvieron una postura intransigente frente a la diplomacia de Londres, anteponiendo siempre la cuestión soberanista sobre otros asuntos relevantes como: los vuelos entre Argentina y las islas —bien comunes antes de la guerra—; el manejo del cementerio y la identificación de los NN; el comercio y la cooperación, entre otros.
Pero hubo una excepción que favoreció los intereses argentinos, y esta fue la del gobierno de Carlos Menem. En concreto, los avances se lograron gracias a la gestión de Guido Di Tella en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Centrado en esos asuntos “secundarios”, Di Tella logró en 1999, mediante la declaración conjunta de Argentina y Reino Unido del 14 de julio, que los familiares de los caídos sean los responsables de la administración y ciertas decisiones en torno al cementerio.
El acuerdo también permitió los viajes de los familiares y el diseño de un monumento que, en cualquier caso, evitó sobrepasar la altura permitida por la Asamblea Legislativa de las Islas Malvinas, que aprobó el diseño de los arquitectos Mónica Cordero y Carlos D’Aprile en 2002.
“La identificación de los NN puede pasar como una cuestión muy humanitaria, pero para nosotros, puede ser una maniobra más de Reino Unido para desalojarnos”.
¿Soberanía o amistad?
Así, con sucesivos pequeños pactos, el terreno fue preparado para que un cementerio le diera a los argentinos más cercanía a las islas Malvinas que cualquier otro símbolo o acción. Ahora, tras el pacto de identificación de los 123 NN que están enterrados en él, ¿qué piensa la gente en Buenos Aires o en Ushuaia? Las opiniones varían.
El coronel Carlos Pissolito, director de la Asociación Cascos Azules Argentinos e integrante del Centro de Estudios Estratégicos Santa Romana, consideró que “en general, a los veteranos de guerra y a los que sentimos Malvinas, nos parece que el hecho de que Argentina y Reino Unido estén pactando la identificación de los restos es una mala noticia”.
“Detrás de ese aparente gesto humanitario vemos una maniobra de los británicos para retirar los restos de las islas, cuando la inmensa mayoría de los familiares de los caídos están muy conformes con que estén enterrados allí, así sea solo bajo la consigna de ‘soldado argentino solo conocido por Dios’, o el brutal ‘NN’”, dijo.
“El tema de querer identificarlos puede pasar como una cuestión muy humanitaria, muy sentimental, pero en realidad para nosotros, puede ser una maniobra más de Reino Unido para desalojarnos. No quieren ni siquiera los huesos de nuestros muertos”, agregó.
Ante la postura soberanista, que recuerda que entre 1820 y 1833 las islas estuvieron bajo control argentino —hasta la invasión británica liderada por el capitán John James Onslow—, muchos otros argentinos piensan lo contrario, tal como el politólogo Vicente Palermo, columnista de los diarios Clarín y La Nación, e integrante del Centro de Investigaciones Políticas (Cipol).
“El acuerdo entre ambos países atiende una necesidad de muchas familias, que tienen todo el derecho de esperar que eso se concrete. Pero además de eso, es como ponerle simbólicamente un cierre a la guerra, a ese episodio tan trágico, cuyas consecuencias y secuelas aún se arrastran hasta ahora. Me parece por tanto positivo desde cualquier punto de vista y espero que se materialice”, afirmó.
“Cuando hablo de secuelas me refiero al peso de la memoria de la guerra como algo que no terminó. Como agravios y cosas que precisan de una reparación de ambos lados. Sobre todo del lado argentino,
donde hay un poco de victimismo, a pesar de que la guerra la comenzó la dictadura militar, y por eso está muy bien cerrar ese episodio”, añadió.
En ese sentido, como el politólogo Palermo, otros argentinos ven con buenos ojos el enfoque que tiene la administración de Mauricio Macri respecto a las Malvinas. En su opinión, muy pocos fueron los gobiernos que decidieron ser pragmáticos en su diplomacia con Reino Unido desde el retorno a la democracia en 1983 —tras la elección de Raúl Alfonsín—.
“En este contexto delicado, donde es difícil tener una buena relación con Reino Unido, de confianza mutua, dejar a un lado la cuestión de la soberanía me parece muy bien. Hay que pasar esa página para establecer vínculos permanentes”, argumentó Palermo.
“Históricamente, salvo el gobierno de Menem con la política exterior liderada por Guido Di Tella, todos pusieron el tema de las Malvinas en medio. Todos dijeron ‘ vamos a conversar, pero vamos a comenzar hablando de soberanía. Si no hablamos de soberanía no hablamos de nada’. La única excepción a esto fue con el canciller Di Tella. Ahora estamos aparentemente en una etapa nueva, que probablemente pase por esos carriles y recupere la visión que tenía el gobierno argentino durante los noventa. Esperemos que esto ocurra”, concluyó.
Un pedazo de Argentina
Desde 2012, fueron ONG como la Asociación Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos (Acomadeh), las que impulsaron la iniciativa para identificar a los 123 NN enterrados en el cementerio ar-
gentino de Darwin. Tras una orden judicial, el 2 de abril de 2012, en el acto por el 30 aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas, en Ushuaia, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció que la Cruz Roja Internacional mediaría ante el Reino Unido para poder identificarlos.
Gustavo Pirich, excombatiente y presidente de Acomadeh, se siente esperanzado con este acuerdo que ayudó a impulsar junto a otros Veteranos de Guerra de Malvinas (VGM): “venimos luchando por esto desde hace muchos años. Ahora los familiares podrán saber la verdad, pero de ninguna forma se van a trasladar los restos al continente”.
Pirich fue asignado como soldado conscripto en la avanzada para defender el Monte Wireless Ridge, donde entre el 13 y 14 de junio de 1982 se libró uno de los últimos y decisivos combates de la guerra. Allí perdió amigos que probablemente están enterrados en el cementerio de Darwin. Espera resolver ese interrogante de décadas en julio próximo.
Mientras tanto, el cementerio argentino de Darwin seguirá siendo un pedazo del, según como se vea, centenario reclamo o utopía: “ahí está nuestra sangre derramada”, recuerda Pirich. Y los NN, “esos huesos enterrados, son además el mejor certificado de posesión que tenemos sobre Malvinas”, coincide Pissolito