ESPAÑA SE TOMA MUY EN SERIO
Con todo y la opacidad de su liderazgo, Rajoy ha dado ejemplo de seriedad en la dirección de los asuntos públicos. Y los hechos concretos están saltando a la vista.
España ha sido madre y maestra para los colombianos, quiérase o no. Y la mejor lección que he percibido en estos días es la seriedad para encarar una crisis tan grave como la que ha quebrado la economía y causado tremendos daños directos y colaterales. El nuevo año se abre con hechos demostrativos de la superación lenta pero gradual de las dificultades.
Los resumen estas tres noticias: En el solo 2016 se crearon más de 390.000 empleos y el paro bajó del 20 %, con la mayor recuperación del mercado laboral en seis años. En el año, se marcó el récord de más de 71 millones de personas que visitaron la Península en plan turístico. Y el gobierno de Maria
no Rajoy consolidó su mayoría efectiva, con una tendencia patente a la colaboración como la del partido centrista Ciudadanos y la reducción del porfiado boicoteo del PSOE ante el auge de la izquierda de Podemos.
Rajoy no es un mandatario carismático. Al Partido Popular se le atribuyen muchos errores y no ha escapado a los escándalos por corrupción, aunque estos han diezmado mucho más al socialismo, castigado con derrotas sucesivas que amenazan con lanzarlo al tercer puesto en favorabilidad. Es decir, el PSOE está siendo víctima del sorpasso, del adelantamiento por el partido que le sigue.
La única opción actual del Partido Socialista consiste en apoyar al gobierno en las grandes decisiones. La colaboración de los dos partidos tradicionales, principales responsables de la crisis y por consiguiente de la solución, es preferible al ensayo incierto de la coparticipación del emergente movimiento Podemos con su radicalismo extremo. Con todo y la opaci- dad de su liderazgo, Rajoy ha dado ejemplo de seriedad en la dirección de los asuntos públicos. Hasta el Rey Felipe, que a veces ha manifestado ciertas simpatías hacia el PSOE, le confirmó su confianza para facilitar la gobernabilidad.
El liderazgo de Rajoy ha sido discreto, más de hechos evaluables que de expresiones retóricas. No es amigo de adornar las palabras. Ha insistido, en los debates de control en el Congreso de los Diputados, en que “no he venido aquí a teneros contentos a todos, sino a buscar los consensos necesarios para sacar a España de la crisis”. Y los hechos concretos están saltando a la vista. Sobre todo se evidencian en la actitud conviviente de los españoles, muy críticos de la clase política, en los bares (recintos genuinos de la democracia inherentes a la vida diaria), en los medios periodísticos (el periodismo español me parece una maravilla de franqueza e independencia), y en las decisiones cotidianas, marcadas con el sello de la austeridad: No reincidir en el despilfarro de los años felices. España nos enseña a que nos tomemos muy en serio