Mateo resiste la inclemencia del Dakar
A diferencia de las ediciones previas de este Rally por Suramérica, la lluvia, las tormentas y el pantano han sido enemigos del piloto colombiano.
La cancelación de la que era considerada la etapa más difícil del Rally Dakar-2017, el sábado pasado cuando se tocaba el pico más alto de Bolivia, fue un bálsamo para los pilotos de la carrera, acostumbrados a luchar, a brazo partido, contra las adversidades de un ardiente desierto lleno de dunas y precipicios, mas no frente a las inclemencias de un clima frío, cargado de lluvias torrenciales y tormentas eléctricas.
Mateo Moreno, conductor de una motocicleta KTM, res- piró tranquilo y agradeció la determinación. “Hubiera sido mortal correr esa etapa”. Y así las cosas, tuvo un día más para secar la ropa, darle un descanso a su cuerpo y “consentir” su moto. Ayer fue el día obligado de reposo, en La Paz, y hoy la carrera se reanuda con la séptima etapa, hasta Uyuni -conocida por espectaculares salares- en un recorrido de 622 kilómetros, 322 de ellos cronometrados.
“Ha sido un Dakar cargado de controversia, de cosas nuevas, completamente diferente a los que antes he corrido (2013, 14 y 15). Hemos visto cómo los mejores pilotos han quedado por fuera, algunos accidentados, otros penalizados y unos que han quedado tan lejos que ya no tienen opción”
Una de tantas razones, además del tenebroso clima, tiene que ver con una nueva forma de navegación. “Los colombianos hemos tratado de sobrevivir al requisito de una nueva navegación -diferente a la tradicional utilización de brújulas y mapas, reemplazada por “way-points de control” (WPC) que se activan una vez pasen los vehículos o motos- que nos ha traído consecuencias negativas, en especial a mí, que ya registro dos penalizaciones de más de dos horas por no haber encontrado los puntos en mitad del desierto”.
Según este antioqueño - uno de los dos que se mantiene en Dakar, al lado de
Juan Esteban Sarmiento-, Bolivia ha sido toda una sorpresa, nada de lo que la gente estaba esperando. El frío ha sido mayor, muchas lluvias que convierten los caminos en lodazales, en los que es difícil controlar estos aparatos así se cruce a velocidades moderadas. Los pilotos tenemos la ropa emparamada y vuelta nada”.
El agua, en efecto, ha sido uno de los grandes problemas de este Dakar. “No todos los pilotos tienen llantas para el pantano, los diferentes equipos tampoco tienen un lugar seco dónde trabajar en el mantenimiento de motos y autos. Así se trabaja bajo mucha presión”.
Y si la primera semana ha sido dura, la que viene podría ser peor. “He cuidado la moto, he transitado con mucho cuidado porque el trazado es diferente y más peligroso. La idea sigue siendo la misma: terminar la última etapa en Buenos Aires”