The Last Guardian reta a la aventura
El tercer juego de Fumito Ueda es una oda a la creatividad. Diferente e incomprendido.
Un niño y su gigante amigo emplumado inician una aventura para escapar del extraño lugar en el que se encuentran presos.
Nosotros controlaremos al chico que luego de despertar en una extraña fosa, se da cuenta que no está solo: a su lado está encadenado Trico, un animal mitológico de cuatro patas, plumas, alas y una cabeza que se asemeja a la de un perro.
Una combinación de ave y can que se encuentra herido y que necesita de toda nuestra ayuda.
Así inicia la historia de The Last Guardian, juego del creador de Ico, Fumito Ueda que se lanzó en diciembre, luego de cientos de retrasos y casi 10 años de desarrollo.
Un título que se enfoca en el trabajo de un curioso binomio que trabaja en equipo para sortear los obstáculo de una tierra inhóspita.
Cómo se juega
Nuestro personaje luego de despertar, alimenta con algunos barriles brillantes (que no sabemos qué llevan) a su nuevo amigo. Le saca un par de lanzas que lo hieren y así se gana su confianza.
Aquella escena en la que se alimenta y rescata a Trico sirve como introducción a los movimientos de nuestro personaje: saltar, agacharse, empujar, coger, lanzar y trepar serán parte indispensable. Detalles que es imposible no comparar con los movimientos de Ico.
Con el análogo izquierdo se mueve el personaje, con el derecho la cámara, la cual en principio se hace difícil de manejar por el tamaño de la criatura alada, pero con el paso de los minutos se hace más fácil.
Subirse a Trico es lo primero que hay que aprender, ya que con él se llegan a zonas imposibles para el niño.
Luego de soltarlo de las cadenas, Trico toma camino hacia otra cueva alterna en la que se podrá escalar por primera vez al lomo de la bestia e ingresar a un pequeño orificio en la pared de la que sale una extraña neblina.
En ese cubículo frío encontramos un espejo-escudo que al reflejarse contra cualquier espacio hace que un rayo salga de la cola de Trico y destruya partes del escenario.
Con apoyo de aquel artilugio escapa el chico con su pe- culiar amigo, quien ahora lo sigue a todas partes, pide sus abrazos como una mascota y le acompañará en la aventura que ahora iniciará.
Controles y gráficos
Los controles son intuitivos, lo que permite que nuestro personaje se mueva con facilidad. Interactúa con los detalles, se tropieza, camina lento en caminos pequeños con grandes acantilados y se apoya en las paredes para no golpearse. Con el botón R1 es posible llamar a la criatura para que nos
apoye, mientras que con el triángulo se salta, con el cuadro se empuja y con la equis es posible agacharse.
El apartado gráfico es arte. Ueda mantiene su estilo en The Last Guardian, mejorando detalles de ambientación que contrastan con Ico y Shadow of the Colossus, sus dos anteriores videojuegos.
El viento que mueve el pasto, la ropa del chico y las plumas de Trico, así como los efectos del agua y otros elementos como cuando se destruye la madera o las rocas muestran lo pulido que intentaron dejar al juego. Por ejemplo, cuando no usamos
el espejo, nuestro personaje lo pone en su espalda y desde allí se puede ver como refleja detalles del ambiente.
Reacciona al calor, al frío y al agua de manera natural, lo mismo que Trico.
En fin, escapar de aquella mazmorra será un gran desafío con diferentes puzzles por resolver, enemigos que intentarán encerrarnos de nuevo mientras buscamos salidas.
Fueron nueve años de esperas por un título que vale la pena, diferente y original. Nada de lo que hay ahora se le parece. Por eso y por lo que se descubre jugándolo hay que darle una oportunidad