A Santiago
Santiago Montoya ya tiene un título ganado en el Festival de tenis. Es el de menor edad, 8 años, entre los 75 pequeños inscritos, que ayer llenaron las canchas del complejo tenístico Carlos J. Echavarría.
El jugador se destaca entre los pasillos de la Liga, siempre acompañado de su madre, Sandra Martínez, y de su padre Uriel, de quien precisamente heredó el amor por esta disciplina. En el mundo del tenis, Uriel fue caddie y luego monitor en Medellín antes de irse para Cúcuta a ejercer en calidad de entrenador y que le permitió, posteriormente, actuar en Venezuela. Tras su regreso al país se hizo entrenador en la jerarca local.
Desde hace cuatro años, Santiago aprovecha los conocimientos que le imparte su padre para plasmarlos en la cancha. “Me gusta el tenis porque es un deporte muy bonito, siempre hay juego limpio”, dice Montoya cuando se le pregunta por qué escogió esta disciplina.
De más chico intentó con la natación, fútbol y ciclismo, pero se decidió por el tenis. Su gran amor, dice, es la raqueta que la cuida como el mejor regalo dado por sus padres.
Pronuncia perfecto el apellido de Djokovic (Novak) y también el nombre de Rafael Nadal, para decir que son los dos tenistas que más admira.
“Djokovic y Nadal son los mejores tenistas del mundo, juegan muy bien y veo muchos videos de sus partidos para ser como ellos”, manifiesta quien mide 1.25 metros y estudia tercer grado en la Escuela de la Cuarta Brigada.
Según su madre, Santiago es un poco acelerado y tiene un carácter fuerte, es muy perfeccionista y si no le salen las cosas se pone triste.
“Veo en él a un gran deportista, porque en el caso del te- nis le nació, nunca se le presionó para que lo jugara”. Y le gusta tanto, que no salió de vacaciones por estar entrenando a diario para participar en el Festival.
El reggaetón es la música que más seduce a este pequeño, pero su vida gira en torno al deporte y el estudio. En este últi-