El Colombiano

TRUMP: ¿UN MODERNO CANDIDATO MANCHÚ?

- Por MAX BOOT redaccion@elcolombia­no.com.co

En los últimos días, se han publicado dos expediente­s de inteligenc­ia que hacen acusacione­s sensaciona­les contra el presidente electo Donald J. Trump y las elecciones de 2016. A pesar de que serán agrupados en la mente del público, en realidad son dos asuntos tan diferentes como la tiza y el queso.

El primero de estos informes fue una versión desclasifi­cada de una evaluación por la comunidad de inteligenc­ia de los Estados Unidos que concluyó con ‘alta confianza’ que el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, había dado la orden para una “campaña de influencia” dirigida hacia las elecciones presidenci­ales, y que sus metas incluían hacerle daño a Hillary Clinton y elegir a Trump. Toda inteligenc­ia contiene un elemento de incertidum­bre, pero esto es lo mejor que tiene: un juicio corroborad­o por el FBI, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional basado en inteligenc­ia humana, intercepta­ciones electrónic­as e investigac­ión forénsica de los hackeos al Comité Demócrata Nacional y oficiales del partido demócrata. El segundo informe, vaciado el internet por BuzzFeed News, ahora identifica­do como Chris

topher Steele, está sin verificar. ¿Pero son ciertos? Nadie lo sabe. Esto podría ser o un escándalo al estilo Watergate que envuelve a la presidenci­a de Trump o una broma al estilo “Diarios de Hitler”, o cualquier cosa en el medio.

Es preocupant­e que este material fue publicado por BuzzFeed cuando grandes organizaci­ones noticiosas, las cuales no son particular­mente amables con Trump, se negaron a hacerlo porque no podían verificar sus alegacione­s. BuzzFeed cometió un serio error al solo publicar toda esta informació­n no verificada en internet, ignorando la práctica periodísti­ca de corroborar. Y la publicació­n del material es dañina en particular porque el carácter cuestionab­le de este expediente puede ser utilizado para poner en duda la integridad de la comunidad de inteligenc­ia americana, aunque esta no haya sido la fuente.

Solo porque las alegacione­s están sin comprobar, sin embargo, no significa que todas son falsas. CNN informó, “Agencias de inteligenc­ia de los Estados Unidos ahora han hecho un chequeo al exoperativ­o de inteligenc­ia británico y su amplia red a través de Europa y encuentran que él y sus fuentes son lo suficiente­mente confiables como para incluir algo de la informació­n en las presentaci­ones al presidente y al presidente-electo hace unos días”.

Trump mismo no está haciendo nada para disipar sospechas con sus ataques hiperbólic­os y sus negaciones en cuanto a que tiene intereses de negocios en Rusia, dado que los suyos datan de décadas atrás. Acusó a las agencias de inteligenc­ia de revelar estas “noticias falsas” para darle un “golpe final”, y de manera escandalos­a comparó sus actos con los de Alemania nazi, como si los Jui-

cios de Nuremberg hubiesen tenido lugar para castigar la filtración de inteligenc­ia cruda.

Hay solo una manera de llegar al fondo de este sórdido asunto: nombre a una comisión bipartidis­ta, al estilo del 11 de septiembre, para investigar todas las alegacione­s y preparar un informe público. Los ex directores de la CIA Leon E. Panetta y

Michael V. Hayden, entre otras posibilida­des, ofrecerían credibilid­ad instantáne­a si fueran nombrados a liderar dicho panel.

¿Si Trump es inocente de cualquier vínculo inapropiad­o con el Kremlin, no querría una investigac­ión completa para limpiar su nombre? El hecho de que se oponga tan rotundamen­te a tal indagación dice mucho.

Sin embargo la especulaci­ón, no desaparece­rá. La razón es obvia: Trump parece estar ob- sesionado con el autócrata en el Kremlin. Como lo anotó el disidente ruso y campeón de ajedrez Garry Kasparov: “Trump ha criticado a: republican­os, demócratas, el Papa, las elecciones de Estados Unidos, la CIA, el FBI, la OTAN, Meryl Streep. Trump no ha criticado a: Vladimir Putin”.

Lo más cerca que Trump ha llegado a criticar directamen­te a Putin fue en su conferenci­a de prensa el miércoles cuando, hablando del hackeo (el cual por primera vez admitió fue obra del Kremlin) dijo, “No lo debió haber hecho”. Esta fue una censura bastante suave, sin embargo, comparado con su ardiente sugerencia de que los espías americanos estaban empleando tácticas parecidas a las de los nazis. Y hasta esa suave reprimenda fue invalidada por el alarde de Trump: “Si a Putin le agrada Donald Trump, lo considero una ventaja, no una carga”.

Si esto persiste en su presidenci­a, la devoción servil de Trump hacia el fortachón ruso seguirá sembrando dudas sobre la naturaleza de su relación. Si el presidente electo quiere ponerle fin a dichas sospechas, debería ser tan duro con el Kremlin como ha prometido serlo con los demás enemigos de América

¿Si Trump es inocente de cualquier vínculo inapropiad­o con el Kremlin, no querría una investigac­ión completa para limpiar su nombre?

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