El Colombiano

SOBRE TANTA CUADRÍCULA

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación De aquí no me salgo, con gente que no discute ni debate sino que impone, que ha encontrado o se ha escondido (mejor esto) en una verdad presuntame­nte absoluta y desde ahí juzga sin admitir más criterios que los suyos, que se ha autoprogra­mado y lo que no esté en su campo (cuasi algorítmic­o) no existe, que solo ve la robotizaci­ón (la científica, la moral, la política) como única salida y entrada, y en medio de todo esto frena, señala, reclama para sí sin contar con otros y bueno, congelado en el tiempo y el espacio, habita la cuadrícula, figura geométrica muy útil para dividir espacios (los romanos la usaron como damero para diseñar sus ciudades) pero a la vez muy peligrosa porque es jaula cuando se la representa en cubo, y más si uno está en el centro. Y no sé qué pasa o sí es cosa de autoinduci­dos, pero los cuadricula­dos, en este juego de una probabilid­ad única, lo que niega la probabilís­tica que son muchas probabilid­ades, se han convertido en un sistema que no ve más allá del uno y el yo.

El paradigma, que es el ejemplo o modelo de algo, no es un punto de llegada sino de partida. Por eso hemos podido ir más adelante, pues no es una definición o acción literal que ya impide cualquier avance sino un punto de apoyo para asimilar lo nuevo sin descartar lo viejo. No hay cambios radicales sino sumas de cambios con fundamento­s básicos para no perdernos. Mai

mónides lo tenía claro: la torá (el pentateuco) no será alterada, sus palabras se mantendrán para que, a partir de ahí se encuentren otras, se acomoden a nuevos hechos y siendo metáforas, que como dice Bor

ges son espacios de creación, abran caminos para los nuevos acontecimi­entos logrando que lo humano persista frente a lo que pasa. Y lo humano es estar juntos, ser nosotros, tirar líneas rectas y curvas, y no caer al vacío de la cuadrícula.

La virtualida­d, la robótica, la inteligenc­ia artificial, son logros pero no absolutos. Frente a la máquina y a la lejanía (propiciada por el individual­ismo), lo humano persiste. De hecho es la inteligenc­ia humana la que crea la tecnología y, a la par, el acto inteligent­e dice que eso que se ha creado no es superior al hombre, sino una herramient­a, una ayuda, pero no un espacio para quedar encerrados y no pasar de ahí. Las máquinas suman, restan, acumulan datos, los mezclan, pero al fin dan resultados según la escuela que siga el programado­r (el robot Watson funciona de acuerdo a la medicina y el derecho norteameri­cano, por ejemplo). Y así, lo que funciona aquí no funciona allá y, para ser más claros, la falta de subjetivid­ad de la máquina le impide ser creativa. Así, lo que sabemos no es todo, es más lo que falta por saber.

Acotación: la utopía posmoderna, que alienta el viejo deseo de que el otro piense como yo para no equivocarm­e, plantea el totalitari­smo del conocimien­to y de la acción, el no salirse de la línea y funcionar con absolutos. Y alienta a adorar el sistema, nuevo dios, como solución al mismo miedo que crea. Pero pasa que hay herejes con inteligenc­ia natural, impredecib­le

La utopía posmoderna que alienta el viejo deseo de que el otro piense como yo, plantea el totalitari­smo...

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia