El Colombiano

En avión de la FAC, Acandí superó su primer escollo

- Por LUZ ÉLIDA MOLINA MARÍN CORTESÍA-FUNDACIÓN FEDAC

Una aeronave Casa-295 transportó los 18 niños y cuatro adultos hasta Medellín. No podían viajar debido a la bravura del mar.

“Lo que quiero representa­r es que, a pesar de que vivo en una vereda, muy lejos de Ibagué, he entrenado muy duro para ganar un puesto en lugares como la Selección Tolima y, ahora, acá en el Ponyfútbol. Este siempre fue uno de mis sueños y creo que eso es lo que lo lleva a uno lejos, a soñar. Ahora, después de esto, espero hacer el proceso para ser futbolista profesiona­l, mi gran anhelo, y poder estar en una Selección Colombia”.

María José Fajardo Angulo, jugadora de Cañaveral de Ibagué.

Con el despuntar del sol empezaba la zozobra y el corazón de Xiomara Londoño se arrugaba. Uno a uno los 18 niños de la Fundación Fedac llegaban con su maleta y se sentaban frente a la sede de la entidad a mirar el océano y a rezar para que la marea se calmara la marea y poder atravesarl­o. Así podrían llegar a Medellín, al inicio del béisbol del Festival de Festivales.

Parecía como si las emociones acumuladas en estos menores (entre 9 y 11 años) se trasladara­n con toda su fuerza a las azules aguas, impidiendo que la calma llegara.

Al caer el sol se apagó la esperanza. Los chicos tenían que regresar a sus casas con el equipaje, que se hacía más pesado, pues sobre sus espaldas, además de bates, guantes y ganas, cargaban con el dolor de perder otro día para viajar a Medellín.

“Me partía el alma, porque no podíamos hacer nada, solo esperar que el mar se calmara. Pero nada. Así transcurri­eron lunes, martes, miércoles y jueves”, relata Xiomara,

quien ese día en la tarde recibió una llamada que les devolvió la ilusión.

Cuando estaban a punto de llamar para cancelar la presencia de los niños en el Festival, el general Carlos Bueno, de la Fuerza Aérea, llamó para pedirle la lista de los viajeros y le dijo que los citara para viernes, a las 10: 00 a.m. Ellos los transporta­rían y en avión.

Aunque el vuelo era a las 10:00 de la mañana, desde las 6:00 a.m. todos llegaron puntuales, acompañado­s de sus familias (primos, hermanos, padres, abuelos). Estaban listos para la cita que se convirtió en el evento del mes en Acandí. Cerca de 300 personas despidiero­n a los 18 guerreros que, desde hoy, a las 7:00 p.m. buscarán dejar el nombre de su pueblo en lo más alto.

Superando el miedo de lo que sería su primera experienci­a en un avión, los menores subieron uno a uno, pasaron por la cabina, donde los pilotos les dejaron hacer fotos y divisaron el mar, el mismo que siguió “picao” y que les impidió salir en lancha, y que pese a todo, como dicen los pelaos, aman y disfrutan, porque es su compañero de vida.

En el interior del avión todo fue felicidad, cánticos y alegría. Cuando por las ventanas divisaron Medellín, todos se fundieron en abrazos.

En la pista del Olaya Herrera fueron recibidos por el “coronel Paz”, un muñeco inflable de la FAC con el que se hicieron fotos.

De allí los llevaron al Polideport­ivo Sur de Envigado, lugar donde pasaron la noche, lejos del azul del mar, pero cerca del asfalto y del ruido de la ciudad, donde esperan poner a volar sus sueños

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Con dos carteles de agradecimi­ento a la Fuerza Aérea los niños de Acandí recibieron a los pilotos que los trasladaro­n hasta Medellín para el Festival de Festivales.
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