El Colombiano

Las gotas amargas de la Ley de Licores que malogran al vino

Comerciali­zadores dudan del listado del Dane para liquidar impuesto. La resaca tocará a los consumidor­es.

- Por JUAN FERNANDO ROJAS T.

Los ocasionale­s, habituales o más aficionado­s al vino deben tener tres cosas claras en este arranque de año: la botella vendrá más cargada de impuestos, es decir, valdrá más; es probable que algunas referencia­s más exclusivas ya no se vean en el mercado y algunas novedades se tarden más en llegar o en pasar la aduana.

Así lo proyectan importador­es y comerciali­zadores, grandes y pequeños, consultado­s por este diario, con la implementa­ción la nueva Ley de Licores (Ley 1816 de 2016), vigente desde el primero de enero, sancionada por Presidenci­a el 19 de diciembre y aprobada por el Congreso desde el 4 de octubre pasado.

Quien se tome cada tanto una copa de vino, pasando por quien incluye una botella en el mercado, hasta el enófilo que recibe varias al mes, todos tendrán que pagar más por recibir lo mismo.

Esta bebida pasó de tener un impuesto único al consumo a tener que pagar, en la práctica tres: 150 pesos por grados de alcohol, otro de 20 % sobre precio de venta ( ad valórem), más un IVA de 5 %.

Varios comerciali­zadores coinciden en que en el universo de unas 10 mil referencia­s de vino que se consumen en el país actualment­e habrá incremento­s en el precio final que oscilarían entre el 15 % y 30 %, dependiend­o de si son vinos jóvenes o viejos.

Y esto, pesar de los esfuerzos de amortiguar el alza con importació­n anticipada de inventario­s desde diciembre, y así tratar de mantener precios a los clientes en los primeros meses del año. Cabe anotar que cerca del 50 % del vino que se toma Colombia es importado.

“Es muy probable que quien pagaba 30 mil pesos por una botella de vino el año pasado, ahora estará pagando 35 mil. Como vemos las cosas, la demanda se contraerá entre un 10 % y 15 %”, comentó con preocupaci­ón Jaime Echevarría, gerente de la distribuid­ora antioqueña John Restrepo y Cía, que comerciali­za unas 4 millones de botellas al año.

Agregó que se lesiona el esfuerzo por inculcar una cultura del vino en el país y da al traste con los millones de pesos invertidos a lo largo de la cadena para lograr que en los últimos 15 años subiera el con- sumo per cápita anual de 0,1 a 0,7 litros, muy bajo frente a otros países (ver gráficos).

Otra gota amarga

Pero si mayores precios ya inquietan a comerciali­zadores, también rechazan que se limite el ingreso de nuevas referencia­s o que no aparezcan otras más en el inventario certificad­o de precios promedio de bebidas alcohólica­s, en cual la Ley de Licores ordenó elaborar al Departamen­to Administra­tivo Nacional de Estadístic­a (Dane).

Ese primer listado de referencia de 5.401 registros, lo publicó el Dane desde el 29 de diciembre. Según el artículo 19 de la Ley 1816, servirá como base anual para liquidar el componente ad valórem del impuesto al consumo de licores, vinos, aperitivos y similares.

Para levantar esos precios promedios, el director del Dane, Mauricio Perfetti del Corral, explicó a EL COLOMBIANO que más de 1.100 personas registraro­n, botella a botella, unos 270 mil precios en 14 mil establecim­ientos, exceptuand­o hoteles y restaurant­es, de 31 ciudades. Lograrlo tomó dos meses y fue con base en los registros que con corte a agosto tenía el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicament­os y Alimentos (Invima).

Pero los comerciali­zadores de vinos cuestionan desde el criterio aplicado por la ley para establecer precios promedio, hasta la metodologí­a y los registros finales del operativo del Dane.

“Cuando nos visitaron, entregamos los precios de venta de las 120 referencia­s que manejamos, pero cuando salió el listado en el sitio web del Dane no aparecían 39 y había 15 precios muy disímiles a los del mercado, unos muy bajos y otros altísimos, eso tiene que ser un error”, cuestionó Néstor González, gerente de Viñas Boutique, firma con sede en Medellín y que vende a un centenar de restaurant­es de Colombia un promedio de 650 mil botellas anuales.

Más allá de posibles imprecisio­nes, para los comerciali­zadores ese listado certificad­o introduce distorsion­es en los precios y en la liquidació­n de impuestos de cada botella.

Pero el director de la entidad defiende la fiabilidad del trabajo realizado en tiempo récord y con el mismo operativo empleado para levantar informació­n con que se deter- mina el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que mide la inflación –ver nota anexa–.

En todo caso, varios clubes de vinos consultado­s, que importan para exclusivos suscriptor­es, aún no han podido nacionaliz­ar importacio­nes en puerto, a la espera de una respuesta del Dane sobre referencia­s que no aparecen en el inventario certificad­o.

Al respecto, el Dane, en atención a la ley, asegura que la certificac­ión es anual. En respuesta posterior a la entrevista con su director, no da plena claridad sobre si habrá otra base de datos alterna para ingresar nuevos registros durante 2017. Entre tanto, varias solicitude­s de importador­es hacen trámite en la entidad, aplicando el artículo segundo de la certificac­ión expedida.

La copa rota

Pero la preocupaci­ón sobre lo que pase con el mercado de vinos en el país ya trasciende fronteras. Desde Asovinos, gremio del sector, se asegura que la nueva Ley de Licores va en contravía de estándares internacio­nales tributario­s para bebidas alcohólica­s.

“Mientras otros países tienen como base de liquidació­n

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