VIVIR EN LAS MONTAÑAS, EN SILENCIO
A 45 minutos de Pasto, saliendo por el sur, queda la laguna de la Cocha, un Parque Nacional, un santuario natural amazónico ya conocido por turistas y nariñenses. En el intermedio entre La Cocha y Pasto hay unas veredas que por el conflicto armado permanecieron escondidas, silenciosas en medio de las montañas. Levis Jossa trabaja por los humedales de esas montañas y tiene una finca y un restaurante en el corregimiento El Encano. En los últimos años, pese a la disminución del conflicto, comenzó a observar que los jóvenes se estaban marchando a trabajar “ya sea como mototaxistas o hacer carrera policial en Pasto”. Un proyecto de turismo rural comunitario surgió como alternativa para esos jóvenes que está en proceso de consolidación. “Hay muchas formas de hacer turismo. Aquí vincu- lamos a los productores con las actividades turísticas. Tenemos uno de los mejores lugares del mundo para hacer avistamiento de aves, que es un turismo especializado. En el turismo rural, usted puede pasar la noche en una casa campesina pagando 30 mil pesos. Es un tema de vivir la experiencia en el entorno natural”, cuenta Levis Jossa. Por la finca de Levis hay cultivos de fresa y mora. Es normal ver colibríes alrededor. El ruido no es costumbre en este terreno de la montaña; por eso los pájaros se acercan con tranquilidad. Del pasado de su familia, Levis prefiere recordar lo necesario. Que pasó las Farc por el territorio, que le pedían su camioneta para transportarse y que por eso el Ejército los persiguió. Luego fue la guerrilla la que los amenazó. La pesadilla no se repite por estos días.