OLVIDE EL MURO, HAY UNA MEJOR FORMA DE ASEGURAR LA FRONTERA
En su audiencia de confirmación el martes, el general John
F. Kelly, quien es el más opcionado del presidente electo Do
nald J. Trump para liderar el Departamento de Seguridad Nacional, le echó agua fría al plan de su jefe para construir un muro a lo largo de la frontera mexicana. “Una barrera física de por sí no logrará nada”, dijo, añadiendo que el verdadero problema no es la inmigración ilegal, sino el flujo de drogas, pandillas y posiblemente terroristas a través de la frontera.
En cambio Kelly, exjefe del Comando Sur del Pentágono, hizo un llamado para más cooperación entre agencias de orden público en ambos países. De hecho, ya tenemos un modelo para tal cooperación, pero es a lo largo de nuestra frontera norte, no al sur.
El mejor ejemplo de esta extraordinaria cooperación es un proyecto de ley que el Presidente Obama firmó calladamente el mes pasado. Le ofrece aprobación americana final a un acuerdo que abre numerosos puertos de entrada marítimos y terrestres en Canadá a agentes de aduanas americanos, quienes “pre-aprobarán” a viajeros con destino los Estados Unidos mucho antes de que lleguen a la frontera.
El hecho de que los tímidos canadienses permitan que americanos uniformados y armados trabajen con poderes aumentados en tierra canadiense protegiendo a los Estados Unidos demuestra un punto clave que Kelly claramente entiende - la mejor forma de asegurar nuestra frontera no es erigir un muro que deja por fuera a nuestros vecinos continentales, como ha prometido hacer el presidente electo con México, sino involucrarlos de manera activa.
Nuestra frontera de 5.525 millas con Canadá, la más larga del mundo entre dos países, por mucho tiempo ha sido un área de entrenamiento para programas libres de muros que refuerzan la seguridad a medida que facilitan el intercambio comercial y los viajes legítimos.
El nuevo acuerdo, el cual es recíproco y está a la espera de aprobación parlamentaria canadiense, permite que los oficiales aduaneros porten armas en Canadá en lugares donde sus homólogos canadienses también están armados. También permite que oficiales americanos in- terroguen a viajeros a quienes no les agrada cómo se está desarrollando su entrevista antes de retirarse de un sector de preaprobación. Y se aplica en estaciones de tren, terminales de ferry, e instalaciones de carga, además de aeropuertos.
Nuestra frontera al sur presenta oportunidades similares. Un ejemplo innovador es un acuerdo de 2015 entre Estados Unidos y México que permite que agentes de aduana de un país inspeccionen cargas en los países del otro. En un programa piloto, agentes de Protección de Fronteras y Aduanas estacionados en Tijuana, México, requisaron camiones dirigidos hacia el norte cargados con productos agrícolas. Esto reforzó la seguridad fronteriza porque agentes americanos podían detectar peligros como drogas o pestes agrícolas antes de que entraran a los Estados Unidos. Y al preaprobar a los camiones lejos de la frontera, ellos mismos aliviaron la congestión en los cruces.
Pero así como con Canadá, llegar a este acuerdo de pre- aprobación requería de una gran concesión por parte de México. Permitir que agentes de aduanas americanos trabajaran en México no era considerado una posibilidad cuando yo era diplomático allá entre el 2004 y 2006. Pero para hacer que funcionara este acuerdo de preaprobación de carga, el congreso mexicano se tragó sus reservas y enmendó su ley de armas de fuego para permitir que agentes de Aduanas y Protección de Fronteras cargaran sus armas.
Como parece creer Kelly, quien vigilará nuestras fronteras si su nombramiento es aprobado, hacer un muro para separar nuestra frontera sur a gran costo envía un mensaje hostil que podría acabar con la misma cooperación que se necesita para hacer que nuestras fronteras sean realmente seguras.
Claramente existen alternativas innovadoras y comprobadas. La administración Trump debería darles una buena mirada antes de poner su primer ladrillo