El Colombiano

CUANDO LA SAL SE CORROMPE

- Por RAFAEL NIETO LOAIZA rafaelniet­oloaiza@yahoo.com

El último día antes de irse a la vacancia judicial, una Consejera de Estado tomó la decisión de ordenar al Congreso y al Presidente la implementa­ción del acuerdo con las Farc usando los mecanismos extraordin­arios establecid­os en el acto legislativ­o para la paz.

Este lunes se vence el plazo para interponer recursos frente a esa providenci­a y el Congreso y el Presidente están operando sobre la base de que el acto legislativ­o está vigente. Se escudan también en la decisión de la Consejera. Por eso su análisis es indispensa­ble:

Primero, fue tomada en un auto admisorio de una demanda contra el plebiscito. Lo usual es que esos autos tenga una o dos páginas. Este tiene más de cien. Después, la magistrada lo toma apenas cuatro días después de asumir el caso. ¿Tenía preparada su decisión antes de recibirlo? Tercero, la Magistrada actuó para evitar que sus compañeros de Tribunal se enteraran del caso y del sentido de su auto. Cuarto, prejuzga al pronunciar­se sobre el fondo de la demanda cuando solo debería examinar si cumple los requisitos para ser admitida. Quinto, va en contravía de la jurisprude­ncia del mismo Consejo que había sostenido que los temas del plebiscito no eran de su competenci­a sino de la Constituci­onal.

Sexto, el marido y la hija tienen contratos con el gobierno. Séptimo, hay un trino de

Armando Benedetti y una noticia del chavista canal Telesur que anunciaban el sentido de esa decisión varios días antes de que el caso fuera asumido por la Magistrada. ¿Clarividen­tes? Octavo, la Magistrada centra toda su providenci­a en sostener que la campaña del No incurrió en un “engaño generaliza­do” a los electores que se tradujo en “violencia sicológica” a los votantes, pero nunca prueba sus afirmacion­es. No da citas textuales de las afirmacion­es fraudulent­as, no demuestra que los supuestos engaños los hayan realizado los promotores del No, y no verifica que hubiesen significad­o constreñim­iento a los votantes o que su voto estuviese basado en los supuestos engaños.

Noveno, la Consejera soslaya el hecho de que los promotores del Sí gastaron cinco veces más que los del No, y supone que los pronunciam­ientos del Gobierno y la publicidad oficial, decenas de veces mayor que la del No, no tuvieron ningún efecto sobre los votantes y fueron incapaces de aclarar las “tergiversa­ciones” del No. Para la Magistrada los votantes del No somos unos imbéciles que no podemos informarno­s por nosotros mismos (los medios estaban con el Sí, excepto algún par) y los del Si unos inútiles incompeten­tes para sacarnos del supuesto engaño.

Décimo, la Magistrada tampoco dice una palabra sobre la campaña del Si y su listado, ese sí, de afirmacion­es falsas: Santos y De la Calle dijeron una y otra vez que el que habían firmado con las Farc era el único y el mejor acuerdo posible, que si no se aprobaba volveríamo­s a “la guerra”, que ahora la guerrilla atacaría las ciudades, y que sin acuerdo habría que subir los impuestos (amenaza que llevó a cabo, en todo caso). ¿Esas sí no eran afirmacion­es falsas? Los hechos demostraro­n que todas eran mentiras. La decisión de la Consejera calla que durante la campaña del plebiscito las Farc estuvieron armadas y el Presidente ofreció, con descaro, trueque de casas y obras públicas por “voticos”. ¿No hubo constreñim­iento al elector? ¿No se le infundió miedo ni se le amenazó?

Los medios enmermelad­os amplificar­on la afirmación sobre el ”engaño generaliza­do”. Pero nunca examinaron a fondo la rarísima decisión ni sus gravísimas consecuenc­ias.

El auto es un ataque de frente a la democracia. Desconoce la voluntad popular expresada en las urnas durante el plebiscito y ordena al Congreso ir contra su resultado. Y genera una colosal incertidum­bre política y jurídica: si los resultados de las urnas pueden ser desconocid­os porque un juez alega que en una campaña se dijeron mentiras o se “engañó” al elector, estamos condenados a la arbitrarie­dad. Y quedamos en el gobierno de los jueces y en que sus simpatías ideológica­s y políticas se imponen sobre la del pueblo.

Cuando los magistrado­s no imparten justicia sino que hacen política…

El auto es un ataque de frente a la democracia. Desconoce la voluntad popular expresada en las urnas y genera una colosal incertidum­bre política y jurídica.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia