LAS NOTICIAS FALSAS SON UN BUEN NEGOCIO
“A los estadounidenses les encantan nuestras historias y nosotros hacemos dinero con ellas. ¿A quién le importa si son verdaderas o falsas?”. Estas son las palabras de un adolescente de Macedonia, uno de los países de la antigua Yugoeslavia, describiendo el oficio en el que trabajó el año pasado para la campaña electoral del candidato republicano Donald Trump.
Él es uno de los centenares de muchachos de la pequeña ciudad de Veles que ganaron miles de dólares copiando artículos plagiados de sitios web estadounidenses de extrema derecha y publicándolos en Facebook. En otras palabras, fabricando las incontables historias sensacionalistas que finalmente socavaron la imagen de la candidata demócrata Hillary Clinton y permitieron la victoria de Trump.
Entre las muchas noticias falsas que difundieron están la de que Hillary Clinton vendió armas al Estado Islámico; que ella y el director de su campaña dirigían una secta satánica que asesinaba niños; que el
papa Francisco apoyaba la candidatura de Donald Trump; que Barack Obama nació en Kenia y falsificó sus documentos de identidad para posesionarse como presidente; que dos jóvenes negros mataron a un anciano simpatizante de Trump; que Hillary Clinton contrató a un sicario para matar a un oficial del FBI…
Los jóvenes copiaban los artículos, les ponían títulos llamativos “Hillary la Sangrienta: Vinculan a Clinton con 5 homicidios misteriosos” y la campaña de Trump los replicaba en Facebook. A medida que miles de lectores los compartían, los ingresos publicitarios de las páginas web fabricadas por los muchachos se multiplicaban. Así lo cuenta la periodista
Emma Jane Kirby, de la BBC, quien visitó la pequeña ciudad yugoeslava poco después de las controvertidas elecciones norteamericanas. Cuando era parte de la antigua Yugoslavia, la ciudad se llamaba Titov Veles, en honor al presidente yugoslavo Josip
Tito. Hoy ha sido rebautizada por la gente como Trump Veles.
Según la periodista, después de la campaña electoral, en Veles hubo una fiebre de “oro digital” que provocó un aumento desmedido en el consumo. Las calles de la ciudad se llenaron de autos nuevos y elegantes y de bares repletos de jóvenes vestidos con ropa de grandes marcas y to- mando cocteles sofisticados.
Uno de los adolescentes dijo que trabajó en esa farsa durante solo un mes y que ganó cerca de 1.900 dólares. El salario mínimo de un obrero en la ciudad es de 380 dólares.
Cuando la reportera le preguntó si le preocupaba que su página web de noticias falsas hubiera influenciado de manera perversa a los votantes estadounidenses, el muchacho se burló de ella. “A nosotros no nos importa cómo votan los estadounidenses. Simplemente nos sentimos satisfechos de hacer dinero y de comprar ropa cara y licores finos” dijo. Mientras hablaban, el muchacho se ufanaba de un costoso reloj que llevaba puesto.
La periodista visitó un colegio y entrevistó a sus estudiantes. Uno de cada tres de los últimos años de secundaria admitió que conocía a alguien que trabajaba en sitios web de noticias falsas o tenía uno propio. Algunos de los muchachos le dijeron que trabajaban ocho horas cada noche en su plataforma digital de noticias y al día siguiente iban a la escuela.
“Desde las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en lo único que piensan los jóvenes de esta ciudad es en mentir y en hacer dinero rápido con esas mentiras” dijo la periodista yugoeslava Ubavka
Janevska. Según ella, después de la experiencia con la campaña de Trump, en la ciudad se han consolidado siete grupos independientes que venden información falsa en internet.
Usando estas y muchas otras trampas ha llegado al poder el nuevo presidente de la Unión Americana. ¡ Dios salve a los Estados Unidos de América!
Después de la campaña electoral, en Veles hubo una fiebre de “oro digital” que provocó un aumento desmedido en el consumo.