El Colombiano

DESDE LA LIBRERÍA

- Por MANUELA ZÁRATE @manuelazar­ate

No puedo pasar mucho tiempo sin ir a una librería. Siempre surge una excusa, como que estaba cerca, que necesito un regalo, que la universida­d me exige algo. Los domingos lentos en que la ciudad reduce su ritmo y el comienzo de la semana lejano e inminente a la vez nos deja en una especie de limbo, mis pequeños hijos piden: vamos a la librería. Tenemos nuestras propias reglas. Podemos pasar todo el tiempo que queramos, quitarle el plástico a los libros previo permiso del librero, mirar todo lo que queramos, hacer todas las preguntas, usar sillas o sentarnos en el suelo, improvisar sesiones de cuentacuen­tos, llevar algunos o ninguno, deliberar sobre una torre y hacer una lista de deseos, ponernos a leer inmediatam­ente, camino a casa si es necesario, o más bien dejarlos para la noche o para después.

Cada librería tiene su alma. La locación, los libreros, la selección de libros, la decoración, los eventos especiales, el café, las copas de vino. Las hay más sobrias, chapadas a la antigua, modernas, hipsters, especializ­adas. Hay librerías en que los libreros aconsejan con paciencia y humildad. Hay otras en que el personal no tiene ni la más remota y idea, en que tienes que aclarar un momento que Vargas Llosa son los apellidos de un autor, premio Nobel además, y no una señora que se llama Yosa Vargas ( tristement­e basado en la vida real). Hay algunas en que te atiende gente que siente tanta o más pasión que uno por los libros. En que cuando preguntas por un autor o un tema, o pides una sugerencia, se ponen supersónic­os, traen ejemplares, buscan en la base de datos, hacen memoria, te cuentan una historia, te hacen preguntas, y llega un momento en que sin saber mucho por qué, ni cómo, le estás contando algo de tu vida a un extraño.

Entrar a una librería me calma, a la vez me acelera y esa mezcla de sensacione­s es quizás lo que realmente me atrae. Es el resultado de la pasión y lo que es más, es sentir que de una forma u otra perteneces a un mundo, al mundo entero, a la historia, a tu historia, a un universo propio creado por ti a la medida de los libros que lees. Esa, al menos, es una parte. Hay algo más.

Las librerías son también las garantes de todo aquello que no hemos leído. En ellas están los mundos inexplorad­os, los creados recienteme­nte, los que vienen de nacer, los que están esperándot­e desde que existes, incluso aquellos por los que quizás ya has pasado pero que por cosas de la vida y de la condición humana ya has olvidado, de modo que lucen todavía ajenos.

Se escribe mucho sobre lo que se ha leído. Se dice con mucho orgullo, se enarbola lo leído como una bandera, como un título. Yo misma lo hago, porque me gusta compartir la maravilla que descubro, porque quiero que todos encuentren refugio en los libros, porque sé que es el agua de ese planeta que llamamos alma, porque mucho de lo que carecemos lo encontramo­s dentro de nosotros mismos y la herramient­a de exploració­n es el libro. Cuando tenemos un libro en el haber de lo leído es como tener un sello en el pasaporte, pero con lo no leído sucede algo casi inexplicab­le.

A veces deseo tener los libros por miedo a no poder volver a cruzarme con ellos. A lo mejor no los editan más, o no están en otro lugar, quizás es el momento de leerlo, pero no cuento con el tiempo o apremian otras lecturas. A veces el hecho de tenerlo enfrente aunque no pueda abrirlo inmediatam­ente me reconforta, me reta, me empuja. Lo que no he leído es una garantía de vida a futuro, es un estímulo para ponerse en acción, un llamado a explorar, a continuar, un recordator­io de nuestros propios límites y lo que es más, es una garantía total de maravilla a futuro. La lista de lo que no hemos leído y deseamos leer es la radiografí­a de la vida que queremos vivir. En lo que anhelamos descubrir está dibujada esa persona que queremos llegar a ser. Es la magia de la librería, un lugar para mirarse de cara al futuro

Lo que no he leído es una garantía de vida a futuro, es un estímulo para ponerse en acción, un llamado a explorar, a continur, un recordator­io de nuestros propios límites.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia