SACRAMENTO ES TRANSPARENCIA
Amo la transparencia porque sé a qué atenerme. Transparente es un cuerpo a través del cual puedo ver claramente los objetos. Todo lo transparente es seductor. Ojos transparentes, mirada transparente, oídos transparentes, manos transparentes, palabras transparentes. Transparencia, el medio de establecer sintonía con las personas y las cosas.
Felipe, el de Betsaida, el amigo de los caballos, que eso significa su nombre, discípulo y amigo de Jesús, me encanta por su transparencia, gracias a la cual obtuvo confidencias sublimes.
Felipe se extasiaba escuchando las palabras transparentes de Jesús y mirando los gestos transparentes de sus manos, como si una música de otro mundo lo arrullara. “Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre”. Como si escuchara la más seductora de las serenatas.
Le pido a Felipe que me participe el éxtasis con que escucha a Jesús. “Voy a prepararles un lugar en la casa de mi Padre donde hay muchas mansiones”. Y más cuando continúa: “Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los tomaré conmigo para que donde esté yo estén también ustedes” (Jn 14, 2-3).
Felipe, seducido por la transparencia de Jesús, se atreve a preguntarle: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. La respuesta lo sumerge en un mar de confusión. “¿Tanto tiempo con ustedes y aún no me conoces, Felipe?” De repente la confusión se vuelve luminosidad. “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre, porque yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” (Jn 14, 9-10).
La fascinación, que es pasar del miedo repentino a la alegría desbordante ante una noticia imprevista, inunda a Felipe de la cabeza a los pies. Tiene frente a frente a Jesús, la transparencia del Padre.
Felipe descubre con júbilo indescriptible que transparencia es sacramento y sacramento es transparencia. Y que el sacramento es la persona porque transparenta al Creador que vive en ella, con el poder de participar a cada cosa su transparencia, su sacramentalidad.
Los siete ritos: bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, unción de los enfermos, orden y matrimonio son sacramentos porque reciben su sacramentalidad del que los realiza, el verdadero sacramento, “imagen y semejanza” del Creador (Gén 1, 27). ¡Jesús, sacramento primordial de salvación!
Felipe, discípulo y amigo de Jesús, nos enseña a personalizar la vida sacramental después de dos mil años de cosificación. Que cada uno me diga con tono seguro y tranquilo: “Hernando, quien me ve a mí, ve al Padre”. Ser sacramento, transparencia del Padre, sublime tarea por realizar
Gracias a su transparencia, Felipe obtuvo confidencias sublimes. Descubre con júbilo indescriptible que transparencia es sacramento y sacramento es transparencia.