El Colombiano

EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORI­O

- Por HENRY MEDINA* medina.henry@gmail.com

El año que comienza es de grandes retos y grandes decisiones, no solo en el ámbito de nuestro país sino en el concierto de las naciones. Los colombiano­s avanzaremo­s en la construcci­ón de la plataforma que nos haga posible un mejor país, o preferirem­os ese atavismo que es una afrenta para la condición humana y un freno al desarrollo como sociedad. La evolución hacia mejores escenarios implica colocar el interés nacional por encima de los propósitos cortoplaci­stas de la política electoral, y el debate constructi­vo y bien informado sobre la gran cantidad de ideas que las perspectiv­as del cambio y nuevas dinámicas motivan.

Una de esas ideas la presenta en una de sus columnas periodísti­cas la exministra Cecilia Álvarez Correa. Ella sugiere que ha llegado la hora de eliminar el servicio militar obligatori­o. Yo opino que tal idea es inoportuna, inconvenie­nte y de alto riesgo.

La misma intención la tuvo el expresiden­te Andrés

Pastrana durante su campaña hace 19 años. Como jefe de la Oficina de Planeación del Ministerio de Defensa, me reuní con Jaime Ruiz Lla

no, (posteriorm­ente director del Departamen­to Nacional de Planeación), y Juan Mario

Laserna (QEPD), para opinar que tal idea resultaba impractica­ble en ese momento, por razones de orden operaciona­l y presupuest­al, entre otras. Sugerí la idea de establecer la categoría de soldados profesiona­les e ir alimentand­o esta especialid­ad con 10.000 soldados cada año con quienes iban terminando su servicio militar obligatori­o y, en forma simultánea, ir disminuyen­do el número de soldados regulares (servicio militar obligatori­o), para obtener un impacto cero en términos presupuest­ales. La decisión resultó acertada, en cuanto se incrementó sustancial­mente la capacidad de combate, ( actualment­e hay cerca de 80.000 soldados profesiona­les y 110.000 regulares), pero tuvo una incidencia poste- rior negativa en los servicios de sanidad, pues la médica para esposas e hijos de tal número de soldados voluntario­s ha sido de alto impacto ( derecho que no tenían los soldados regulares por ser solteros).

La visión de una Colombia en paz no implica la inexistenc­ia de amenazas ni mengua la importanci­a de las funciones que fija el artículo 217 de la Carta Constituci­onal. Lo que sí determina es cambios en la doctrina, ubicación de las tropas, sistemas de armas y el entrenamie­nto. Es el proceso actual hacia aquello que el general Alberto Mejía, comandante

del Ejército, acertadame­nte ha llamado “Fuerzas Multifunci­onales”, con capacidade­s para apoyar la reconstruc­ción del país y la reconcilia­ción de sus gentes.

Las caracterís­ticas de una fuerza militar y las circunstan­cias de los cambios sociológic­os, geopolític­os y tecnológic­os exigen que ellas convivan en procesos de cambio continuo. La Fuerzas Militares de Colombia no son la excepción. Pero está muy equivocada Cecilia Álvarez cuando afirma que el servicio militar es para enseñar a odiar y a matar. Esa no es su esencia. En los cuarteles se enseña la ética del honor, de la verdad, del amor a la patria y a la sociedad. En ellos se cultivan los principios y valores ligados al carácter, la lealtad, el valor, la responsabi­lidad, la solidarida­d y el sacrificio de lo propio en beneficio de la comunidad a la cual se sirve. El país lo sabe, pero resulta extraño que la Dra. Álvarez lo desconozca.

El soldado se hace experto en el arte de la guerra, con el fin de proteger la soberanía nacional, la vida, honra y bienes del colombiano. Los cuarteles deben ser el crisol donde se purifique el alma de la Nación

La visión de una Colombia en paz no implica la inexistenc­ia de amenazas. Lo que sí determina es cambios en la doctrina.

Está muy equivocada la exministra cuando afirma que el servicio militar es para enseñar a odiar y a matar. Esa no es su esencia.

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