ESTADOS UNIDOS, ENTRE LA ESPERANZA Y LA FURIA
El día en que Donald Trump asumió la presidencia será recordado por los ciudadanos de Estados Unidos como una fecha marcada por una mezcla de sentimientos provocados por las divisiones políticas. Son emociones que van desde la esperanza y el miedo hasta el odio y la furia.
La esperanza se vio en las caras de sus seguidores, casi todos trabajadores blancos, que no alcanzaron a llenar la alameda del capitolio durante la transmisión del mando. Ellos esperan que Trump cumpla su promesa de devolverles los millones de puestos de trabajo perdidos con los tratados de libre comercio y el traslado de muchas fábricas a otros países.
La furia se expresó en las calles de Washington, donde miles de manifestantes y policías se enfrentaron con piedras, garrotes y gases lacrimógenos, como en los viejos tiempos de la guerra de Vietnam. Los manifestantes gritaban: “¡No a las deportaciones, no al Ku Klux Klan, no al fascismo!”.
El miedo tenía dos caras. Una pública, reflejada en la movilización de 30 mil agentes del Servicio Secreto, la Guardia Nacional, el FBI y la Policía para mantener el orden y prevenir atentados terroristas. También, una privada: la de millones de hispanos de los barrios de Los Ángeles y otras grandes ciudades donde los inmigrantes aguardan en silencio las deportaciones masivas anunciadas por Trump.
Las huellas del odio no eran tan evidentes: se manifestaron en la ausencia de más de 40 parlamentarios demócratas que decidieron no asistir a la ceremonia para apoyar al senador
John Lewis, uno de los héroes de la comunidad negra. Lewis fue humillado públicamente por Trump, luego de que el senador calificara como ilegítima su elección debido a la intromisión de Rusia en los comicios denunciada por las agencias de inteligencia del gobierno.
Los sentimientos encontrados se expresaron de muchas maneras. Los músicos más famosos no querían cantar en la ceremonia. Los modistos de las casas de alta costura no querían confeccionar el traje para la primera dama. Mientras tanto, los sondeos de opinión de las cadenas CNN y ABC y del periódico The Washington Post revelaban que los índices de aprobación de Trump estaban por debajo del 40 %. Trump es el primer presidente que llega a la Casa Blanca con cifras tan bajas de aceptación.
¿Qué otro clima de opinión podría generar un hombre que durante su campaña electoral insultó a las mujeres y a los inmigrantes, propagó el odio racial y religioso, atacó sin piedad a los demás candidatos, incluso de su propio partido, y ganó las elecciones apoyándose en una maquinaria de hackers, muchos de ellos financiados por los servicios de inteligencia de Rusia, que inundaron de noticias falsas las redes sociales?
Esperanza, miedo, odio, furia. ¿Cuál de estos sentimientos prevalecerá? Creo que no es difícil predecirlo: pocas horas después de su posesión, los pri- meros actos de gobierno de Trump fueron la promulgación de cuatro órdenes ejecutivas: la primera, para derogar y sustituir la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de la Salud Asequible, que benefició a más de 20 millones de estadounidenses pobres; la segunda, para crear el Día Nacional del Patriotismo; la tercera, para nombrar a los miembros de su gabinete; y la cuarta, una exención especial para permitir la posesión del nuevo secretario de Defensa, el general retirado James
Mattis, más conocido como “Perro Rabioso”, ya que incumplía el requisito de haberse retirado de las Fuerzas Armadas al menos siete años antes de asumir un cargo oficial.
El gabinete es otra muestra de lo que puede suceder: está conformado por un selecto club de multimillonarios cuya fortuna personal, sin contar la de Trump, sobrepasa los ingresos de la tercera parte de la población del país. ¡Estos son los encargados de devolver el poder al pueblo de Estados Unidos!
Esperanza, miedo, odio, furia. ¿Cuál de estos sentimientos prevalecerá? Creo que no es difícil predecirlo.