CON OCASIÓN O SIN ELLA
Aceptémoslo: un altísimo porcentaje de la gente nacida en este país, roba. Roba con ocasión o sin ella. Las noticias de los últimos años así lo demuestran. Yezid Arteta, en su última columna en Se
mana, pone el reflector sobre los “megadelincuentes” de estrato 6. Antes, el robo era un “oficio” desempeñado por gente de las barriadas; pero, la gran tragedia de Colombia es que la clase “dirigente” ha escalado el “oficio” a niveles más rentables, esquilmando los dineros públicos. Han saqueado al país cual horda de ratas.
Además, ahora, el asunto ha cooptado otros niveles. Algunos, en la clase media, donde están concentradas las esperanzas de futuro social, se han dejado obnubilar por el maléfico asunto. Menciono un caso de afán: en la biblioteca de una importante universidad local, un profesor ( se supone ejemplo social) haciendo uso de todas las tácticas ladronzuelas, como la soledad del lugar antes del cierre, se roba cuantos forros puede de los libros de dicha biblioteca.
¿ Pero, cuál es el mayor problema? Que la justicia no opera: miren nada más lo que pasó con los ladrones de la autopista Norte, lo último que yo supe era que tenían la casa por cárcel (en donde ya estaba uno de ellos); miren lo que pasó con los responsables del derrumbamiento de Space, ya ni multan tienen; miren lo de Interbolsa, lo de SaludCoop EPS…
Yo creo que es muy grave que quien deba sancionar, no lo haga, porque esto alienta a muchos a seguir haciéndolo, pues para ellos el mensaje es claro: al que roba, nada le pasa. Se ve en las instituciones públicas y en las privadas.
Este fin de año conocí a una chica colombiana que estaba haciendo una maestría en España. Con ira contenida me contaba cómo un es- tudiante, también colombiano, egresado de una importante y famosa universidad del país, que también adelantaba un posgrado en España, confesaba a su círculo de amigos que su deseo era regresar a Colombia, ocupar, gracias a las influencias de su familia un alto cargo y mirar cómo robar y enriquecerse en el menor tiempo posible.
Si no se sanciona, esa peste seguirá carcomiendo la sociedad al punto que a muchos les parecerá que robar es muy fácil, porque no hay sanción o la que hay produce risa, y lo anormal sería que, pudiéndolo hacer, no se haga