EL CAMBIO CLIMÁTICO, LA GRAN AMENAZA
En la Patagonia, dicen sus habitantes, el calor en el verano es cada vez más fuerte y las temperaturas del invierno no alcanzan para recuperar lo perdido. Estas son las consecuencias del cambio climático que se sienten con mayor rigor en este territorio. Estamos acabando el mundo y la llegada de un mandatario como Donald Trump no da muchas esperanzas sobre el futuro. Ojalá no sea muy tarde para que entre todos salvemos la Tierra.
historia y sus paredes transmiten los secretos guardados desde hace varios siglos.
Otro lugar que vale la pena conocer son las torres y los cuernos del Paine, cuyas formaciones de granito se tiñen en tonalidades que los rayos del sol cambian: van desde los rojizos hasta los intensos violetas. Un espectáculo único que habla de la diversidad natural que hay allí.
Y finalmente están los glaciares Balmaceda y Serrano, dos formaciones de nieve y hielo con cientos de años que
poco a poco han reducido su tamaño por culpa del cambio climático y que están amenazados por culpa del hombre. Pese a ello todavía se conservan para asombrar a las cientos de personas que los visitan cada año, especialmente en la primavera y el verano.
Y su comida...
Sería injusto no hablar de la gastronomía patagónica. En Torres del Paine se come y se bebe muy bien. Prueba de ello son las propuestas gourmet elaboradas en las posadas, hoteles y refugios que hay a lo largo del parque. Los platos van desde exquisitas cazuelas de centolla, asados de cordero, ostiones hasta merluzas australes y congrios, pato o carne de guanaco.
Pero si usted quiere ir a un lugar autóctono, donde se rescatan las raíces de los primeros habitantes de La Patagonia, el pueblo selk’nam, una buena opción es el restaurante Ancestros Patagonia, donde jóvenes artistas recrean a sus antepasados ya extintos.
Sin duda visitar la Patagonia es descubrir que en el fin del mundo están las mejores postales de la zona que es considerada “Octava maravilla del mundo”