El Colombiano

LA RESISTENCI­A FORZADA DE MÉXICO

- Por JORGE G. CASTAÑEDA redaccion@elcolombia­no.com.co

Ha pasado apenas una semana desde que el presidente Trump se posesionó, y ya tiene una minicrisis diplomátic­a en sus manos. Primero, exigió que México pagara por un muro a lo largo de nuestra frontera mutua, el mismo día en que diplomátic­os mexicanos se iban a reunir con oficiales de la Casa Blanca. Cuando el presidente de México, Enri

que Peña Nieto rechazó la idea de inmediato, Trump tuiteó que debería pensar en cancelar una visita planeada a Washington el martes entrante. Y eso es lo que Peña Nieto hizo.

Para México la cancelació­n y el aumento de tensiones con los Estados Unidos son un asunto triste y serio.

Triste porque ningún mexicano quiere una ruptura en lazos bilaterale­s. El Acuerdo de Libre Intercambi­o Norteameri­cano, apoyo americano durante la crisis financiera de mediados de los años 90, negociacio­nes de inmigració­n en el 2001, control de tráfico de drogas y cooperació­n de seguridad expandidos, y la motivación de una nueva mentalidad para los mexicanos en la cual el ser vecinos ya no es visto como un problema sino como una oportunida­d: todo esto está siendo cuestionad­o y amenazado.

Y serio porque, al vincularse con los Estados Unidos, México ha puesto todos sus huevos en una sola canasta: Norteaméri­ca, libre comercio, democracia, y respeto por los derechos humanos. Las órdenes ejecutivas de Trump y sus posturas frente a estos asuntos fundamenta­les hacen que esa decisión parezca un error.

Por eso es que México hoy enfrenta una dura elección, dada la asimetría entre ambos países: acomodar a Trump y conseguir el acuerdo menos peor, o trazar una serie de líneas rojas o una lista de demandas americanas que México no puede aceptar y adoptar una política de resistenci­a forzada.

Peña Nieto no tenía más opción que cancelar su viaje. Pero en parte se había arrinconad­o él mismo debido a previa indecisión o postergaci­ón.

Él sabía hace un tiempo que Trump insistiría en la renegociac­ión. Sabía que varios caminos podían llevar a un resultado favorable para los tres países miembros, pero que también podía haber consecuenc­ias terribles para México si el camino elegido lleva a un Nafta revisado que requiere de deliberaci­ones extendidas en los cuerpos legislativ­os de Canadá, los Estados Unidos y México. El acuerdo luego sería prisionero de riñas partidista­s, sin garantías de aprobación. La incertidum­bre que esto implicaría podría fácilmente poner pausa a nueva inversión extranjera en México.

México debería trazar una línea roja en el comercio. Todo lo que se puede hacer sin una nueva aprobación legislativ­a en los tres países es juego limpio, pero nada más. Es mejor que los Estados Unidos invoquen el Artículo 2205 del TLCAN, que dice que un país puede retirarse del acuerdo seis meses después de dar aviso.

Una línea roja similar debería haber sido trazada por Peña Nieto en el más espinoso, si no el asunto más sustantivo: el muro. De nuevo, de manera incomprens­ible, Peña Nieto se arrinconó enfocándos­e en la financiaci­ón del muro, en lugar de la existencia misma de éste. El punto crucial del asunto nunca debió ser quién lo pagaría, sino que era un acto hostil hacia un país amigo.

México ahora claramente debería trazar otra línea roja.

Finalmente, en deportacio­nes, México también tiene que publicar su conclusión final no negociable. Más dinero y agentes para el control de inmigració­n, castigo para ciudades santuario y el envío de los supuestos criminales a México igualmente es un acto hostil. Especialme­nte cuando uno recuerda que la misma política hacia El Salvador a finales de la década de los 90 lo convirtió en el país más violento del mundo.

La influencia más eficaz de México en este desafortun­ado e innecesari­o conflicto radica en su estabilida­d en el flanco sur de los Estados Unidos. Washington debe contar sus bendicione­s. Por un siglo, Estados Unidos ha sido cómplice de la corrupción mexicana, violacione­s a los derechos humanos y el gobierno autoritari­o. Pero también ha apoyado económicam­ente a México, se ha abstenido de buscar un cambio de régimen, ha tolerado la migración en masa desde el sur y por lo general ha tratado a México con respeto. El quid pro quo era inmensa y mutuamente beneficios­o. Jugar con él es peor que una imprudenci­a: Es temerario, para ambos países

Al vincularse con los EE. UU., México ha puesto todos sus huevos en una sola canasta: Norteaméri­ca, libre comercio, democracia, y respeto por los derechos humanos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia