¿BIELORRUSIA ES LA PRÓXIMA PRESA DE PUTIN?
“Traba amistad con un oso, con tu rifle cargado”. Proverbio bielorruso.
Hace dos semanas sugerí que a pesar de la supuesta amistad entre Trump y Putin, los intereses geopolíticos de sus países tienen pocas coincidencias, a excepción de derrotar al Estado Islámico, y posiblemente los enfrentarán al querer defenderlos. Mencioné que una zona potencial de conflicto era Europa Oriental y la región del Báltico.
Pues un caso de posible enfrentamiento es Bielorrusia que, guardadas las diferencias, sería un escenario similar al de la invasión rusa a Ucrania en 2014. Recordemos que Putin no podía aceptar que su títere o aliado en la presidencia ucraniana, Víktor Yanukóvich, fuese derrocado cuando este se negó a firmar el acuerdo de asociación y libre comercio que Ucrania había alcanzado con la Unión Europea. Como Ucrania
es parte medular de la geopolítica rusa, era impensable para Putin que su área de influencia siguiera desmoronándose desde la derrota soviética en la Guerra Fría.
Alexander Lukashenko, el dictador presidente de Bielorrusia desde 1994, sabe que su permanencia en el poder está condicionada a obedecer al Zar Putin, pero la ubicación geográfica de Bielorrusia entre occidente y Rusia lo obliga a intentar no inclinarse del todo ante Rusia, y eventualmente acepta coqueteos occidentales aunque sabe que luego el tubo de gas que nutre a su país desde Rusia explotará “accidentalmente”, especialmente en invierno.
La Unión Económica Euroasiática (UEE) fue la estructura que Putin creó en 2015 para controlar el área de influencia que le quedaba luego del avance de la OTAN, y en ella quedó inscrita Bielorrusia, aunque no siempre a gusto. Lukashenko ha dado señales de querer zafarse, no asistió a la reunión de la UEE en diciembre y no entiende por qué Rusia, siendo “tan amiga”, no le vende más barato el gas.
Además del envío de efectivos rusos cerca de la frontera con Bielorrusia, el asunto empeora porque Putin presiona a Lukashenko para que le permita tener una base aérea en la región bielorrusa de Bobruisk, que no tiene otra razón que amenazar desde más cerca a Europa Occidental, la que tan- tas molestias le está causando con sus sanciones, y que para Polonia y los países bálticos es como si su enemigo ruso les respirara en la nuca. En diciembre, un portavoz del Kremlin declaró, de manera similar a lo ocurrido con Ucrania, que la identidad y la lengua bielorrusas eran casi fantasmas del pasado y que Lukashenko era demasiado independiente.
Si Bielorrusia se empeña en desobedecer a Putin ¿hasta cuándo aguantará su paciencia? Bielorrusia no puede impedir una invasión o ataques cibernéticos rusos, y como sucedió con Ucrania, la OTAN no tiene la obligación ni los medios para evitarlo o al menos compensar lo que Rusia les quite. Pero si Rusia interviene en Bielorrusia, ¿puede Trump quedarse callado o soportar que lo humille su “amigo” ruso? ¿Si EE. UU. no puede evitar las amenazas, para qué sirve ser su aliado?
Si Rusia interviene en Bielorrusia, ¿puede Trump quedarse callado o soportar que lo humille su “amigo” ruso?