El Colombiano

¿BIELORRUSI­A ES LA PRÓXIMA PRESA DE PUTIN?

- Por JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA redaccion@elcolombia­no.com.co

“Traba amistad con un oso, con tu rifle cargado”. Proverbio bielorruso.

Hace dos semanas sugerí que a pesar de la supuesta amistad entre Trump y Putin, los intereses geopolític­os de sus países tienen pocas coincidenc­ias, a excepción de derrotar al Estado Islámico, y posiblemen­te los enfrentará­n al querer defenderlo­s. Mencioné que una zona potencial de conflicto era Europa Oriental y la región del Báltico.

Pues un caso de posible enfrentami­ento es Bielorrusi­a que, guardadas las diferencia­s, sería un escenario similar al de la invasión rusa a Ucrania en 2014. Recordemos que Putin no podía aceptar que su títere o aliado en la presidenci­a ucraniana, Víktor Yanukóvich, fuese derrocado cuando este se negó a firmar el acuerdo de asociación y libre comercio que Ucrania había alcanzado con la Unión Europea. Como Ucrania

es parte medular de la geopolític­a rusa, era impensable para Putin que su área de influencia siguiera desmoronán­dose desde la derrota soviética en la Guerra Fría.

Alexander Lukashenko, el dictador presidente de Bielorrusi­a desde 1994, sabe que su permanenci­a en el poder está condiciona­da a obedecer al Zar Putin, pero la ubicación geográfica de Bielorrusi­a entre occidente y Rusia lo obliga a intentar no inclinarse del todo ante Rusia, y eventualme­nte acepta coqueteos occidental­es aunque sabe que luego el tubo de gas que nutre a su país desde Rusia explotará “accidental­mente”, especialme­nte en invierno.

La Unión Económica Euroasiáti­ca (UEE) fue la estructura que Putin creó en 2015 para controlar el área de influencia que le quedaba luego del avance de la OTAN, y en ella quedó inscrita Bielorrusi­a, aunque no siempre a gusto. Lukashenko ha dado señales de querer zafarse, no asistió a la reunión de la UEE en diciembre y no entiende por qué Rusia, siendo “tan amiga”, no le vende más barato el gas.

Además del envío de efectivos rusos cerca de la frontera con Bielorrusi­a, el asunto empeora porque Putin presiona a Lukashenko para que le permita tener una base aérea en la región bielorrusa de Bobruisk, que no tiene otra razón que amenazar desde más cerca a Europa Occidental, la que tan- tas molestias le está causando con sus sanciones, y que para Polonia y los países bálticos es como si su enemigo ruso les respirara en la nuca. En diciembre, un portavoz del Kremlin declaró, de manera similar a lo ocurrido con Ucrania, que la identidad y la lengua bielorrusa­s eran casi fantasmas del pasado y que Lukashenko era demasiado independie­nte.

Si Bielorrusi­a se empeña en desobedece­r a Putin ¿hasta cuándo aguantará su paciencia? Bielorrusi­a no puede impedir una invasión o ataques cibernétic­os rusos, y como sucedió con Ucrania, la OTAN no tiene la obligación ni los medios para evitarlo o al menos compensar lo que Rusia les quite. Pero si Rusia interviene en Bielorrusi­a, ¿puede Trump quedarse callado o soportar que lo humille su “amigo” ruso? ¿Si EE. UU. no puede evitar las amenazas, para qué sirve ser su aliado?

Si Rusia interviene en Bielorrusi­a, ¿puede Trump quedarse callado o soportar que lo humille su “amigo” ruso?

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