CONCEPCIONES Y ACCIONES COMO Y DE SOCIEDAD
Necesitamos consolidar, cada vez con urgencia, instituciones fuertes y transparentes; un sistema educativo orientado a desarrollar los talentos de cada estudiante; una infraestructura para la generación de más bienes y servicios en contextos de competitividad global, en fin, empresas capaces de sorprender al mundo con innovaciones y productividad. Son los medios universales para una ruta sostenida y sostenible de desarrollo económico y social, con equidad. Tantas veces señalados y acogidos, pero aún con grandes brechas de acción dinámica y permanentes en nuestro medio, para lograrlos.
El último Informe Departamental de Competitividad del Consejo Privado de Competitividad 2016-2017, nos ha dejado un sabor agridulce en este sentido. Aunque seguimos como la segunda región más competitiva del país, hemos descendido relativamente en los indicadores de educación básica y media, en sostenibilidad ambiental, en calidad de la salud y las dificultades en infraestructura nos siguen pasando cuenta de cobro para el desarrollo empresarial y la movilidad ciudadana.
Estos resultados contrastan con la importante inversión en estos campos dentro del gasto público. Medellín y Antioquia han avanzado de manera muy importante en materia de desarrollo en los últimos años, pero el Informe nos vuelve a poner las alertas, recogidas en una reflexión estructural del profesor Jorge
Giraldo en una de sus columnas de domingo en este mismo medio: “Nuestros logros aún son frágiles si no los hacemos sostenibles y duraderos a través de acciones inscritas dentro de un nuevo modelo de desarrollo colectivamente concebido y colectivamente ejecutado”.
Lo complejo de nuestros días en lo macroeconómico, lo social y lo empresarial, ocupan en buena parte la mente y las conversaciones de muchos dirigentes. Pero nuestra insistencia sigue siendo que la ocupación necesaria sobre los temas de la coyuntura no debe impedir ver el horizonte; no hay otro camino que comprometernos más con el futuro de la región y del país tomando todas las decisiones que den lugar a una ruta, cada vez menos definida por fuera de nuestras fronteras y más por nuestros propios retos y compromisos.
¿Qué pasará con la economía latinoamericana en 2017? ¿Dependerá de la profundidad y sentido de las medidas que tome el presidente Trump? ¿Del movimiento de los mercados financieros internacionales? ¿Qué opina y nos demanda la OCDE? Nuestra tendencia a valorar excesivamente ese tipo de análisis, necesita más equilibrio con una pregunta de fondo: qué tanto depende el futuro de que nos pongamos metas y acciones, colectivas. Solo cuando nos hagamos más responsables, de manera decidida y unida, de nuestras oportunidades más que de aliviar los síntomas de nuestros problemas; cuando tengamos debates para la acción sobre lo fundamental; cuando movilicemos conjuntamente todas las capacidades que crean los acuerdos públicos, privados y cívicos; cuando cultivemos mucho más todo aquello que nos posibilite la sostenibilidad y prosperidad social y territorial, avanzaremos con más certeza y confianza como región y país.
En la próxima columna, los invito para que miremos una propuesta de Visión Antioquia 2030, como ejemplo de este tipo de ejercicios colectivos que proponemos. Seguramente los lectores lo enriquecerán
Cuando cultivemos todo lo que nos posibilite la sostenibilidad y prosperidad social y territorial, avanzaremos con más certeza y confianza como región y país.