EL ORO, LA NUEVA COCA
Guerrilla y bacrim han cambiado el negocio de la coca por el del tráfico ilegal de oro.
79 protones por núcleo de átomo. Oro, un elemento presente en todo el universo y cuyo origen, según la teoría más extendida, proviene del espacio exterior, antes de que existiera la propia Tierra. Se dice que nació con el Big Bang, hace más de 5.000 millones de años, y que la explosión diseminó sus partículas a cientos de millones de kilómetros por hora. A la Tierra le tocó una minúscula parte por la que se han aniquilado civilizaciones una detrás de otra y se han conquistado continentes enteros. Su visión ha nublado las mentes de los hombres desde tiempos inmemoriales, hipnotizándolos hasta llevarlos a la obsesión y la muerte. El oro no se oxida, no se descompone ni sufre corrosiones. Nada lo altera. Solo es soluble en cianuro y agua regia (mezcla de ácido nítrico y ácido clorhídrico). Se amalgama con el mercurio. Pero el uso del mercu- rio está prohibido y es ilegal por las nefastas consecuencias para el medioambiente y para las personas, pese a lo cual se estima que el 15 % del oro comercializado proviene de minas donde se usa el mercurio, capaz de contaminar los ríos, la fauna y la cadena alimenticia de los seres humanos. Según la Asociación de Minería (ACM), en más del 30 % del territorio colombiano se dan actividades de minería ilegal que se está comiendo la tierra y los ríos de nueve departamentos. Se calcula que hay 6.330 puntos donde se saca oro de aluvión y 95.000 hectáreas afectadas por minas ilegales, que traen más violencia y trata de mujeres aparejadas. Chocó y Antioquia son los departamentos más afectados. El último por partida doble ya que es, además, uno de los principales puntos del lavado de dinero de esta actividad ilegal. Mientras los líderes ambientalistas siguen siendo asesinados con total impunidad por denunciar la contaminación de ríos por el mercurio y el cianuro, hay casi 60.000 personas trabajando en condiciones semiesclavas, miles de ellos extranjeros ilegales, hasta en explotaciones situadas en 12 parques nacionales, varios en la selva amazónica. La magnitud es tal que se estima que el 82 % del oro exportado por Colombia proviene de la minería ilegal, que ha convertido en millonarios a muchos de esos narcoterroristas que hoy están quemando los uniformes de las Farc para poder seguir con sus actividades criminales sin mayores problemas. No es de extrañar, ya que de acuerdo al censo minero hecho por el Ministerio de Minas en 2011, el 63 % de la explotación minera de Colombia es ilegal.
El negocio es tan redondo que muchos frentes guerrilleros y bacrim han cambiado el negocio de la coca por el del tráfico ilegal de oro. De hecho, según el último informe Mundial de Drogas de la ONU, los carteles obtienen cada año entre 941 y 1.411 millones de euros por las exportaciones de coca y heroína, la mitad de sus ganancias por el tráfico de oro, que se estima entre 1.787 y 2.446 millones.
Al drama laboral vinculado a la explotación de personas y a la ausencia total del Estado en estas jurisdicciones se une el brutal deterioro de los ecosistemas. Arrasados primero y contaminados después por la utilización del mercurio. El propio Gobierno admite que Colombia figura entre los países que más acuíferos ha corrompido en los últimos años. Los daños del mercurio (multiplicados por la presencia de otros elementos nocivos como el arsénico, el plomo, el ácido sulfúrico o el cianuro) se extienden hasta 400 kilómetros alrededor. La minería ilegal ha contaminado ya más del 60 % de los 41 acuíferos del país.
La situación se ha disparado en los últimos años y, sobre todo, con el gradual trasvase de los guerrilleros a otras actividades ilícitas. El Gobierno no puede por más continuar mirando hacia otro lado. Es hora de movilizar al Ejército hacia esas zonas. Se está hipotecando el futuro del país