La coca atrae grupos armados en Valdivia
En zona rural de Valdivia, lo que fue controlado por las Farc ya es dominado por bandas criminales o el Eln. El Gobierno ya está aplicando soluciones.
En esa zona del norte de Antioquia, el Eln y bandas criminales quieren controlar las zonas cocaleras donde antes estaban las Farc. Autoridades buscan soluciones para que campesinos dejen de cultivar.
La movilización de las Farc a las zonas veredales transitorias de normalización significó que más de 160 municipios del país dejaran de tener presencia de ese grupo insurgente, y aunque eso podría tomarse como una buena noticia para los habitantes de muchas zonas rurales de esas poblaciones, son numerosas las denuncias sobre la llegada de otros grupos armados ilegales y su intención de copar lo que dejaron las Farc.
Ante esta situación, el Gobierno anunció un plan para evitar que eso ocurra y destinó más de 65 mil integrantes del Ejército y la Policía para llegar a esos espacios amenazados. En Antioquia, por ejemplo, la Séptima División desplegó más de mil soldados en el norte del departamento y el sur de Córdoba.
Una de las conclusiones de las autoridades del por qué otros grupos armados están llegando a copar territorios que eran de las Farc es la coca.
Precisamente, en el norte de Antioquia se encuentra el municipio de Valdivia, actualmente una de las poblaciones con más cultivos de uso ilícito en el departamento. Gran parte de la zona rural, a la altura del corregimiento de Puerto Valdivia, está dividida por el Río Cauca, allí la coca está a lado y lado del afluente. Esas plantaciones tienen mayor densidad en la vereda La Siberia, ubicada en el costado occidental del Cauca, y en el corregimiento El Raudal, situado en el lado oriental del río.
EL COLOMBIANO realizó un recorrido esos dos sitios y comprobó que los cultivos de coca han aumentado considerablemente, lo que atrae a bandas criminales y grupos guerrilleros que tienen la intención de dominar esa renta ilegal.
Para llegar a Raudal Viejo, hay que tomar una embarcación que cruza el río Cauca ayudada con unos cables que sostienen la ruta, el resto lo hace la misma corriente. Tan solo 5 minutos después se llega a la otra orilla y allí se encuentran varios jóvenes que se dedican al mototaxismo, “por este lado, si usted quiere, puede llegar hasta Anorí o volver a salir a Ventanas”, dice uno de ellos.
Llegar a Raudal Viejo requiere de casi media hora en moto, por una vía por la que solo puede transitar ese tipo de vehículo, en algunos tramos cuenta con rieles para hacer más placentero el viaje, sin embargo el resto del camino está en pésimas condiciones, tanto, que la suspensión y el chasis de algunas de las motos que se mueven por ahí, no duran más de un año. Antes de llegar al corregimiento se puede observar los cultivos de coca, para donde se mire hay matas. “Muchos cultivos llevan mucho tiempo, pero muchos de los que ve son recién sembrados. Acá la economía se mueve alrededor de ese negocio”, asegura uno de los mototaxistas que moviliza al equipo periodístico.
Dicha población cuenta con cerca de 800 habitantes en el casco urbano, más otras 3.000 que viven en las cinco veredas que la componen; cuenta con electricidad, el agua solo está disponible por dos horas en la mañana (6:30 a 8: 30), el colegio solo tiene hasta grado quinto, y el puesto de salud no cuenta con personal todas las semanas.
Ante la presencia de EL COLOMBIANO, los líderes de la comunidad optaron por no dar declaraciones individuales por razones de seguridad, sin em- bargo se hizo una reunión en la que varias personas aseguraron que hay temor por la intensión del Gobierno en la erradicación de los cultivos de uso ilícito. En esa zona del departamento siempre hubo control del frente 36 de las Farc, también presencia del Frente de Guerra Darío Ramírez Castro del Eln, que ahora, según la misma comunidad “ya tiene control total de la zona, sin embargo antes los problemas de acá eran arreglados por los de las Farc, ahora el Eln solo toma control en ciertos momentos, ya la responsabilidad es más de la Junta de Acción Comunal”.
A parte del control social, este diario conoció que allí el Eln compra el gramo de coca por 2.200 pesos, mientras que “compradores individuales” ofrecen 2.400 pesos, aunque es-
tos últimos no son permitidos por el grupo insurgente. En la zona ya existen rumores de la intensión de las bandas criminales o “paramilitares” de copar ese territorio, por eso algunos de los líderes de esa comunidad de Valdivia dicen tener temor, “porque no se sabe que podría pasar acá si por ejemplo entra otro grupo o si el Eln se acaba por el proceso de paz”.
“Nosotros tenemos claro que no podemos pasar de cierta zona, porque estaríamos en peligro y desde esos lados el rumor es que esa gente (las bandas criminales o paramilitares), se quieren venir para acá y tomar control”, afirmó uno de los mototaxistas.
Grupo diferente al otro lado
Al otro lado del río Cauca, en la vereda La Siberia, la situación es diferente (aunque no con los cultivos de coca), por los proyectos de sustitución que allí se tienen, sin embargo se mantiene la misma zozobra que hay en El Raudal: la intención de grupos armados ilegales, esta vez solo bandas criminales, de tomar control de lo que antes era territorio del frente 18 de las Farc.
Hace algunas semanas, llegar a La Siberia era solo posible en caballo o probablemente en una moto, no obstante,
los militares del batallón de ingenieros Pedro Nel Ospina, de la Séptima División, vienen trabajando para que por esa vía pueda transitar cualquier vehículo. Por ahora un vehículo 4x4 ya puede llegar hasta la parte poblada de la vereda.
“Acá parece que hay buenas intenciones del Gobierno para que se dé la sustitución de cultivos de uso ilícito, pero ya nos pasó hace algunos años con las Farc que no nos dejaron quitar la coca y ahora nos da temor que los que quieren entrar acá, nos obliguen a lo mismo”, dice Danilo, un campesino que habita en esa vereda de Valdivia.
Según dicen los mismos pobladores, ya en la parte más lejana de esta zona se asentó un grupo armado, cuyo uniforme es verde militar; ya reunieron a la comunidad y les informaron que ellos llegan a tomar el control. “Por eso es que tenemos temor, porque esa gente que viene de otros lados con seguridad tiene intención de tener control de los cultivos, pero nosotros acá hace varios años tenemos la intención de sustituir”, afirma Albeiro Chavarría, secretario de la Junta de Acción Comunal de La Siberia.
Esfuerzo del Gobierno
Precisamente en la vereda La Siberia la alcaldía municipal, la Gobernación de Antioquia en colaboración con la Séptima División del Ejército, se adelanta un plan de sustitución de los cultivos, y aunque está en una fase preliminar, la idea es que los campesinos de la zona tengan todas las garantías para que dejen la
coca y aprovechen los beneficios que ofrece su tierra.
“Con recursos y apoyo de los ingenieros militares del Ejército estamos organizando la vía para darle sostenibilidad y comercialización a los productos que los campesinos empezarían a sembrar”, explica el general Jorge Salgado, comandante de la Séptima División.
Ese punto del norte de Antioquia fue visitado el pasado jueves por el presidente Juan Manuel Santos, quien observó los avances del proyecto y aseguró que al hablar con los líderes de la zona, “me manifestaron que están dispuestos a iniciar un proceso de sustitución de los cultivos de ilícitos, porque allá hay mucha coca, y están muy interesados en recibir toda la ayuda y, sobre todo, las herramientas que les permitan cultivar otros productos”.
Sobre ese tema Albeiro, aclara que en el Gobierno “tienen que entender que por el momento la coca es nuestra seguridad alimentaria, queremos hacer sustitución, pero con garantías, no queremos hacer erradicación y que luego nos den para cultivar, con eso no vamos”.
El alcalde de Valdivia, Jonás Henao es consciente de la problemática, sin embargo no es- catima esfuerzos para que el campesinado tenga mejores oportunidades. “Esta semana estaremos en Bogotá para pedir los recursos necesarios. Nuestro objetivo es que, si tenemos el aval económico, en menos de 5 meses tener 400 hectáreas sembradas con cacao para que 200 familias del municipio dejen de cultivar la coca y puedan arrancar esas matas”.
Y agregó el mandatario local: “También pediremos recursos al Gobierno Nacional para construir un puente sobre el Cauca para poder beneficiar a la gente de El Raudal”.
Aumento del pie de fuerza
Las denuncias de la presencia de grupos armados ilegales copando territorios que dejaron las Farc también se registraron en la población de Saiza, sur de Córdoba y en el corregimiento de La Granja, municipio de Ituango, Norte de Antioquia.
Esos puntos también fueron visitados por EL COLOMBIANO y se evidenció que en esas zonas también existe temor por la llegada de bandas criminales, sin embargo, en esos territorios, el Ejército mantiene un gran número de soldados protegiendo a la población civil.
En Saiza son innumerables los problemas que tienen sus pobladores. Ese corregimiento del municipio de Tierralta nunca se recuperó de la toma guerrillera del 21 de agosto 1988, que dejó 14 soldados muertos, y de la masacre paramilitar el 14 de julio de 1999 que dejó 11 personas muertas. Tanto tiempo después, en esa población aún persisten las ruinas generadas por esos ataques: el colegio no está en buenas condiciones y el puesto de salud no funciona, lo que obliga a que los enfermos o heridos tengan que ser evacuados en hamacas hacía Carepa, Antioquia, porque en dirección a Tierralta no hay vía de acceso.
“Seguimos a medias, el pueblo nunca se pudo volver a levantar del todo y ahora estamos atemorizados porque si se van las Fuerzas Armadas, volvemos a quedar a merced de los grupos que quieren entrar por acá”, asegura Juan de Jesús Torres, habitante del sector.
Allí el Ejército desde hace varias semanas mantiene presencia enfocada a la seguridad, y hay un batallón de ingenieros que se encuentra adecuando la vía para que los habitantes de Saiza tengan acceso vehicular.
Ever Vargas vive cerca a Saiza y afirma que ahora se sienten más seguros y espera que las autoridades no abandonen la población, porque “ya se han escuchado muchos rumores de la llegada de otros grupos, que incluso han reunido a la gente y les dijeron que no iba a pasar
nada, que la gente podía seguir trabajando tranquilos, pero que ellos iban a estar dando ronda”.
El general Alberto José Mejía, comandante del Ejército, visitó esa zona y se comprometió con la comunidad a que las tropas permanecerán en este territorio para evitar cualquier inconveniente.
“Esta población está en la entrada del Nudo de Paramillo y por eso es importante para los grupos ilegales, pues es entrada a donde está la coca, entonces la presencia institucional es fundamental y por eso nos comprometimos a darle la mano a esta comunidad”, aseguró el oficial.
En el Norte de Antioquia también se reforzó la presencia militar, específicamente en el corregimiento de La Granja del municipio de Ituango. Allí también existen denuncias sobre la presencia de nuevos grupos que llegaron a tomarse las zonas dejadas por el frente 18 de las Farc, pero quieren confiar en la nueva promesa que llega de las autoridades.
Milagro Restrepo vive en La Granja. Dice que allí estaban acostumbrados hacer lo que la guerrilla dijera, “y ahora estamos esperando las nuevas órdenes. Ya hubo reuniones de la otra gente en varias veredas y en cualquier momento llegan acá al corregimiento, por eso es tan importante que esta vez cumplan”.
El general Mejía está consciente del reto que tiene el Estado con esas comunidades, muchas de ellas sometidas por mucho tiempo a las hostilidades, por eso afirma que la punta de lanza del plan del Gobierno para recuperar estas zonas es el Ejército, “y nosotros vamos a responder”