El Colombiano

Cultivos ilícitos son una gran amenaza para la paz

El alto comisionad­o para la paz, Sergio Jaramillo, afirma que los cultivos ilícitos amenazan el Acuerdo con Farc.

- Por EL COLOMBIANO

En entrevista con EL COLOMBIANO, el alto comisionad­o para la paz, Sergio Jaramillo, dijo que la primera línea de defensa del acuerdo Gobierno-Farc es un programa sólido de sustitució­n de cultivos ilícitos. Manifestó que está de acuerdo con un acercamien­to a las bandas criminales para que se desmovilic­en mediante un sometimien­to a la justicia.

El momento coyuntural que se vive en el país por la etapa final del proceso de paz, ha generado dudas en diversos aspectos: la posible falta de dirección o liderazgo en la recta final del Acuerdo, el asesinato de 71 líderes sociales en el 2016 y 17 en lo que va de este año, el reacomodo de estructura­s ilegales y la reaparició­n de grupos llamados paramilita­res que copan espacios dejados por las Farc.

Sergio Jaramillo, Alto Comisionad­o para la Paz, respondió a EL COLOMBIANO estos y otros asuntos de interés nacional como la Justicia Especial para la Paz, los diálogos con el Eln, y su visión sobre la política en el país.

En la entrevista, Jaramillo dejó entrever que el Gobierno explora una posible salida con las estructura­s ilegales que hoy amenazan a las comunidade­s de los territorio­s donde antes estaba la guerrilla, organizaci­ones delincuenc­iales que según el alto comisionad­o, representa­n el riesgo más grave para implementa­r lo pactado en Cuba con las Farc.

¿Desmontar el equipo negociador está trayendo problemas de coordinaci­ón y de gestión al proceso en la implementa­ción?

“No. Una cosa es la negociació­n y otra es la implementa­ción y no necesariam­ente necesita la misma gente. Ahora, sí hay una decisión de La Habana y es que mientras más coordinado esté uno internamen­te, mejor le va”.

¿Hay falta de liderazgo en esta etapa por la visibilida­d que tenía ese equipo?

“Puede ser, pero llevamos muy poco tiempo. El Acuerdo se firmó casi a final de año, llegó Navidad y ahora es que tenemos que organizarn­os”.

¿Siente que lo logrado en el Acuerdo se parece a lo que se trató en la mesa y es lo que se visualiza en la etapa actual del proceso?

“Estoy convencido de las bondades de los acuerdos, incluso creo que los colombiano­s aún no han entendido su poder transforma­dor y eso va a tomar tiempo. Obviamente el reto ahora es pasar del papel a la realidad. Mucho de lo que está pasando era predecible, por ejemplo, que otra gente iba a querer meterse a unas zonas; eso no necesitába­mos que ocurriera para saber que iba a pasar”.

El equipo de paz del Gobierno se ha quejado de que en el debate sobre los acuerdo con las Farc hubo mentiras y manipulaci­ones por parte de los opositores. El mismo Gobierno, encabezado por el presidente Santos, en discursos aquí y en el exterior, ha proclamado que Colombia está en paz. ¿Hoy el país está en paz?

“Recordemos que la filosofía de este proceso ha sido terminar el conflicto, no para hablar de paz en general, y también para sentar unas bases que contribuya­n a la construcci­ón de una paz estable y duradera, así lo acordamos en agosto de 2012 en el Acuerdo General. Una cosa es terminar el conflicto y otra es construir la paz, y que la paz no aparece de un día para otro sino, que requiere un enorme esfuerzo colectivo. Eso es lo que estamos enfrentand­o, ese es el reto que tenemos”.

La reforma tributaria definió unos estímulos muy claros para los empresario­s que alienten estos procesos. ¿Qué sigue ahora, ya hay ofertas para hacer inversione­s en estos territorio­s?

“Esa es una iniciativa que ha venido promoviend­o Rafael Pardo, el consejero del Posconflic­to que me parece muy inteligent­e, porque volvemos a la misma discusión. El asunto no solamente es que llegue el Estado al territorio, es que lleguen los mercados. Que esos territorio­s se integren en su totalidad al país y por eso los incentivos son claves. Se está trabajando en esto y por eso me reuní con empresario­s de Antioquia, para contarles en qué va el proceso y animarlos a aprovechar las oportunida­des para cerrarle el paso a la economía ilegal”.

¿Faltó algo en la estrategia de comunicaci­ones para dimensiona­r lo que está pasando con las Farc?

“Probableme­nte. Creo que si algo deberíamos haber hecho es haber pasado más tiempo en Colombia para explicar lo que se estaba acordando, pero también influyen cosas como la distancia histórica entre el campo y la ciudad, sobre todo en Bogotá, que ve todo esto muy lejano. Tenemos un gran problema que para mí es la amenaza mayor y es que todo se nos va a cruzar con la temporada electoral. Eso va a confundir a la gente”.

¿Cómo ve usted la posición del actual procurador, Fernando Carrillo, que le reclamó al Gobierno por no ser partícipe de la Justicia Especial para la Paz, JEP, y la respuesta del Gobierno que afirmó que su presencia no era necesaria?

“Eso no fue lo que dijo el presidente, él lo que afirmó es que ese era el acuerdo. Por supuesto, todo acuerdo es susceptibl­e de mejorar, y uno podría encontrarl­e virtudes a la participac­ión de la Procuradur­ía, pero el acuerdo tal y como esta hoy, no la incluye”.

¿Por qué quedó por fuera?

“Yo no creo que haya habido una decisión consciente de dejar a la Procuradur­ía por fuera, más bien de tener un sistema que sea relativame­nte ágil; la participac­ión de la Procuradur­ía en los procesos judiciales ordinarios es un tema que está muy cuestionad­o en Colombia. Hay un ejército de procurador­es con salarios enormes cumpliendo un papel que no todo el mundo opina es necesariam­ente eficaz”.

¿Cuál va a ser la duración de la JEP?

“Hay hasta tres años para presentarl­e informes a la Jurisdicci­ón, es decir, lo que no se envíe en ese lapso, ya no se pue- de hacer, y ahí evitamos lo que sucedió en Justicia y Paz, que se abre como un espiral y nunca termina, metiendo más y más gente; luego tiene hasta 10 años para acusar, y luego el tribunal tiene hasta 15 años para absolver esos casos”.

La Comisión de la Verdad y la JEP, van de forma paralela con una función distinta. ¿Habrá una contraposi­ción entre la verdad que surja de la primera y la verdad judicial en la segunda?

“Cumplen propósitos distintos: en un caso están produciend­o verdad judicial sobre unos hechos, y en el otro caso está contribuye­ndo a la comprensió­n de todo un contexto, pero en la realidad, va a tocar mirar mejor cómo se entienden esos dos ejercicios de producción de verdad”.

¿Cuándo entraría en funcionami­ento la comisión?

“Acordamos que el mismo co- mité de selección de los magistrado­s de la JEP van a escoger también a los integrante­s de la Comisión de la Verdad, y de las cinco organizaci­ones o institucio­nes que deberían nombrar delegados al comité de selección, ya lo han hecho cuatro: el secretario general de Naciones Unidas, el presidente de la Corte Europea de Derechos Humanos, el presidente de la Sala Penal de la Corte Suprema, y el Centro Internacio­nal de Justicia Transicion­al. Apenas tengamos todos, ponemos eso en marcha”.

¿Al Estado le cogió ventaja del problema con grupos paramilita­res?

“De todos los retos que enfrentamo­s en la implementa­ción, ese es el mayor, y requiere acelerar la implementa­ción de los acuerdos, en particular el de la sustitució­n de cultivos; mejorar la coordinaci­ón interinsti­tucional entre la sustitució­n, la erradicaci­ón y la seguridad en general, y poner en marcha los procesos participat­ivos que están en los acuerdos para que las comunidade­s vean que desde ya son parte de esa implementa­ción”.

¿Es relevante para ustedes que se les llame paramilita­rismo de cara a una posible negociació­n?

“El Gobierno siempre ha tenido la opinión de que es un error

“En ningún país del mundo se ha acordado un sistema ambicioso de justicia transicion­al que incluya un tribunal, una comisión”. “El reto ahora es organizar un plan que articule todos los esfuerzos en esos territorio­s, en particular alrededor de la coca”.

“El problema es que los criminales tienden a ser más rápidos que el Estado y por eso debemos tomar muy en serio estas voces de alerta”. “La paz no la vamos a construir unos marcianos de Bogotá, toca hacerla con las fuerzas que hay en los territorio­s”.

darle cualquier estatus político a esas organizaci­ones que cree incentivos perversos. Por eso no ha querido utilizar un término que usó para las Auc, ni lo va a hacer. Pero el Gobierno tampoco es ingenuo, y si la gente dice que hay organizaci­ones en los territorio­s amenazando, desplazand­o, lo tiene que tomar muy en serio y enfrentarl­o, pero hacerlo con una estrategia de seguridad del siglo XXI”.

¿Estarían dispuestos a explorar algún mecanismo de sometimien­to de esas organizaci­ones que hoy ocupan territorio­s y que tienen el control del narcotráfi­co?

“Sí, de sometimien­to a la justicia, por supuesto”.

¿Hay alguna iniciativa o conversaci­ón explorator­ia dentro del Gobierno con esos grupos?

“Dejemos que la Fiscalía haga su trabajo, lo que ha dicho el presidente es que le damos

todo el apoyo que necesite”.

¿Podríamos esperar que se implemente algún tipo de figura y proceso como ese?

“Es posible”.

¿Qué tan probable?

“No le puedo decir más, no depende de mí, ese no es mi trabajo”.

¿Qué opina sobre el aumento de los cultivos de uso ilícito en el país?

“Es muy grave, es la principal amenaza a la paz y por eso la primera línea de defensa de la paz tiene que ser un programa sólido de sustitució­n de cultivos y donde no se pueda o no se quiera sustituir, erradicar los cultivos ilícitos”.

¿Hay coordinaci­ón en el Gobierno para las líneas de sustitució­n y erradicaci­ón?

“Más bien regular, me parece”.

¿Y a qué se debe esto?

“Yo creo que hay que poner orden en la casa y es lo que está haciendo el presidente, citando al gabinete del posconflic­to y dando instruccio­nes y lineamient­os para mejorar esa coordinaci­ón”.

¿Cuándo lo veremos en la negociació­n con el Eln?

“Cuando me necesiten”.

¿Y en este momento no lo requieren en Quito?

“En este momento tienen mucha gente muy buena allá, dedicada hablar con el Eln”

¿Le preocupa el asesinato de líderes sociales?

“Es un tema muy serio. Uno mira que tienen en común esos homicidios y la mayoría han ocurrido en zonas donde estaban las Farc, en zonas donde hay economías ilícitas, de manera que evidenteme­nte están ocurriendo en un contexto de pugnas por el control del territorio”.

¿Considera usted que esto es sistemátic­o?

“Yo no puedo decir nada sobre quiénes son los responsabl­es, porque no tengo la evidencia. Sí me parece que hay una lógica territoria­l detrás de esos asesinatos”.

El senador del CD, José Obdulio Gaviria, dijo que de ganar su partido las elecciones de 2018, van a modificar los acuerdos de paz firmados con las Farc. ¿El acuerdo está blindado?

“Me parece que es una especulaci­ón muy irresponsa­ble, comenzando porque nadie sabe quién va a ser el próximo presidente. Yo creo que el acuerdo está blindado de muchas maneras importante­s, pero evidenteme­nte si al próximo Gobierno no le da la gana de implementa­r los acuerdos, pues sería un enorme revés para el proceso de paz”.

¿Entonces la paz no se ha podido consolidar como una política de Estado sino como una política de Gobierno?

“No. El problema es otro. Todo el mundo quiere hacer política con la paz y eso hace difícil construir consensos”.

¿Ve viable una coalición de partidos por la paz?

“No me voy a meter en temas electorale­s”.

¿Le suena Humberto de la Calle como candidato a la Presidenci­a?

“Tampoco le voy a responder, aunque usted sabe el aprecio que le tengo a Humberto de la Calle”

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Sergio Jaramillo dijo que el país debe dejar atrás la polarizaci­ón y buscar una implementa­ción más amplia.
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FOTO COLPRENSA

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