¿LSD PARA CURAR LA DEPRESIÓN? NO TAN RÁPIDO
Los psicodélicos, las drogas legendarias de la iluminación de los años 60, están haciendo una reaparición -esta vez como tratamiento médico.
Un estudio reciente dice que psilocibina, un alucinógeno derivado del hongo, alivia la ansiedad y la depresión en personas con cáncer terminal. Informes anecdóticos han dicho cosas similares sobre microdosis de MSD.
El atractivo es entendible, dados los límites de nuestros tratamientos para la depresión y la ansiedad. Una tercera parte de los pacientes con depresión grave no mejoran, incluso después de varios ensayos con antidepresivos diferentes. Pero me temo que en nuestro deseo por combatir el sufrimiento, ignoraremos los potenciales riesgos de estas drogas.
Este parece ser el caso con el nuevo estudio de psilocibina, el cual tiene serios errores de diseño que pone en duda los resultados. El estudio, hecho en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, examinó a un muy pequeño número de personas con cáncer en un diseño ‘crossover’.
La psilocibina, siendo un alucinógeno, tiene efectos mentales reconocibles inmediatamente, así que los sujetos casi con certeza sabrían cuando les era administrado comparado con la niacina, una vitamina que causa expulsión pero no tiene efecto discernible sobre estado de ánimo o pensamiento. Esto hace difícil saber si los sujetos se mejoran por causa de la psilocibina, o por el efecto placebo.
El diseño también significa que sujetos que reciben psilocibina primero podrían tener un “efecto acumulado” de la droga cuando recibieron la niacina. En otras palabras, es posible que aún estuvieron bajo la influencia, contaminando la condición de control.
La moda de microdosis de LSD es mucho más preocupante. LSD es una droga no regulada y superpotente; los usuarios no pueden estar seguros ni de qué ni de cuánto están tomando en realidad.
Los proponentes señalan que hay poca evidencia de que estas drogas son enviciadores o dañinas, especialmente en dosis pequeñas. Esta aserción parece tener base en estudios clínicos a corto plazo que no encontraron efectos adversos y en un estudio de datos tomados de la Encuesta nacional sobre uso de drogas y la salud, el cual no encontró asociaciones significativas entre el uso de alucinógenos y la enfermedad mental.
Dada la experiencia clínica no hay dudas de que los psicodélicos pueden ser tóxicos para el comportamiento, incluso aunque no sean adictivos de la manera que lo son la cocaína o el alcohol.
Lo cierto es que no sabemos cuán seguros o efectivos son los psicodélicos porque la mayoría de los datos han sido anecdóticos o de pruebas pequeñas. Parte de la razón por la cual los alucinógenos han sido clasificados como Clasificación I, la categoría más restrictiva, reservada para drogas que se considera que no tienen uso médico legítimo y tienen alto potencial de abu- so. Estoy ansioso por que no repitamos el error que cometimos con la cocaína. Aparte del monólogo de Freud en 1884 sobre la cocaína “Uber Coca”, en el cual describió su investigación sobre la cocaína, y su adicción a ella, había poca investigación moderna sobre la droga. En los años 70 y 80, las personas asumían que la ausencia de datos que dicen que la cocaína es adictiva significaba que era segura y descartaron preocupaciones como histerias moralizadoras. Siguió una epidemia.
Las drogas psicodélicas no se acercan a la toxicidad o el potencial abuso de la cocaína. Pero no podemos asumir que son perfectamente seguras solo porque aún no tenemos evidencia seria del daño que causan.
Los psicodélicos pueden resultar ser muy prometedores, pero eso tiene que ser demostrado por medio de grandes y rigurosas pruebas controladas. Aún no estamos allí.
Lo que nos dicen sobre nuestros cerebros probablemente es más valioso que lo que pueden hacer por nosotros
No podemos asumir que los psicodélicos son perfectamente seguros solo porque aún no tenemos evidencia seria del daño que causan.