SOLO PARA NOSTÁLGICOS
El advenimiento de las llamadas “nuevas tecnologías” - desde la última década del siglo pasado, hasta hoy- ha traído consigo a una generación de nostálgicos que lucha por no extinguirse. Llamo nostálgicos, no a aquellos que profesan dolor por alguna ausencia, sino a quienes, frente a la conciencia de los cambios, mantienen vigente el anhelo de regresar…
Bien advirtió el filósofo francés Michel Serres, que nuestros tiempos hacen parte de una de las grandes rupturas históricas, de hecho, comparada con el Neolítico: “el mundo cambió tanto, que los jóvenes deben reinventar todo: una manera de vivir juntos, instituciones, una manera de ser y conocer…” ( Serres, 2012). Pero ¿dónde ubicamos el incómodo proceso de adaptación del que solo se libran los nativos digitales?
Cada vez resulta más natural ver las cabezas agachadas mientras los dedos pulgares de las manos se extienden tanto como las pantallas; los nostálgicos, entonces, se lamentan por estar perdiendo la complejidad de la mirada, el deleite de una conversación cara a cara, los gestos particulares con los que antes se identificaban y que ahora son reemplazados por los útiles emoticones.
¿ Qué hacer? El debate está entre pasar las páginas de papel o deslizar las digitales, entre desempolvar el tocadiscos o descargar la nueva canción, entre consultar los periódicos o leer la noticia en 140 caracteres, entre conversar con un desconocido en la fila del supermercado o elegir los productos con un clic.
Lo único cierto es que las industrias se adaptan a las dinámicas de recepción y sacrifican, en muchas ocasiones, la calidad de lo que ofrecen: he ahí otro golpe bajo para la nostalgia.
El tiempo, las palabras, los encuentros y las historias, han hallado la manera de fluir a través de una liquidez como la que nos describió Z. Bauman, y lo han hecho de tal manera, que cada vez resulta más complejo desafiar esa corriente.
Solo nos queda encontrar el justo medio entre la esperanza de los nostálgicos y el regocijo de las nuevas generaciones que encuentran en los avances y la innovación, su propia forma de contar al mundo
Los nostálgicos se lamentan por estar perdiendo la complejidad de la mirada, el deleite de una conversación cara a cara.