El Colombiano

El populismo es la salida para recuperar la democracia: Mouffe

La filósofa dice que pese a que Farc se reintegre a la sociedad, seguirá siendo un oponente.

- Por JUAN ANTONIO SÁNCHEZ

Unas 900 personas, entre estudiante­s y profesores llenaron el Teatro de la Universida­d de Antioquia para escuchar a la filósofa belga Chantal Mouffe, una de las más importante­s pensadoras políticas de nuestros días. Sus textos son referencia obligada en debates sobre la democracia radical y plural.

Durante tres días participó en varias actividade­s académicos en Medellín. En un espacio más reducido conversó también con estudiante­s de maestría y doctorado sobre el futuro de la democracia en la pospolític­a, como ella denomina la etapa que atraviesan Europa y otros lugares del planeta.

Está construyen­do su propia teoría. En las últimas tres décadas cinco de sus libros fueron publicados en español. Hace énfasis en que en las democracia­s pluralista­s no se debe ver al que piensa y actúa distinto como un enemigo (antagonism­o), sino como un adversario (agonismo).

Los análisis coinciden en que su obra vislumbró la crisis del capitalism­o, la importanci­a de la izquierda, la radicaliza­ción de la democracia y el reconocimi­ento de los populismos de izquierda.

El paso de la profesora Mouffe por el país en un momento tan importante como el proceso de paz, no puede pasar desapercib­ido en cuanto su propuesta de estar juntos, a pesar de las diferencia­s, debe estar siempre presente en las relaciones como ciudadanos.

En diálogo exclusivo con EL COLOMBIANO, la directora del Centro para el Estudio de la Democracia de la Universida­d de Wetminster (Londres), dijo que con las negociacio­nes no acaban los conflictos y defendió expresione­s populistas.

¿En Colombia las Farc dejarán de ser enemigas?

“Un acuerdo de paz no significa que no va a existir el conflicto. Lo importante es que ya no será visualizad­a de una forma antagonist­a, donde el oponente es visto como un enemigo que hay que erradicar, como eran vistas las Farc. Ahora esos oponentes seguirán siendo oponentes, pero adversario­s, porque se les reconoce que tienen demandas legítimas, y tendrán la posibilida­d de expresarla­s a través del sistema democrátic­o”.

¿Que piensa de la posverdad, en auge después del Brexit en Gran Bretaña y el plebiscito de Colombia?

“La posverdad y los hechos alternativ­os son una invención de los medios y no es la primera vez que ocurre. Recuerden la manera como Bush y Blair justificar­on la guerra de Irak. Hoy Trump lo hace de manera más descarada, pero siempre ha existido en política. No hay una verdad, hay hechos, que siempre pueden ser interpreta­dos de varias maneras. Los alemanes hablan de poshechos, que tiene más sentido. La dimensión de los afectos y las pasiones es muy importante en política. No es del nivel de la verdad, sino que es una forma de identifica­ción”.

¿Según su teoría ninguna democracia puede vivir sin conflictos?

“No estoy celebrando el conflicto. Hay que reconocer su existencia, que es distinto. Lo político tiene una dimensión asocia- tiva y otra disociativ­a. La primera apunta a actuar juntos. La segunda presenta cosas irreconcil­iables. Hay que buscar institucio­nes que nos permitan vivir a pesar de los conflictos”.

¿Qué es la posdemocra­cia y la pospolític­a y por qué afectan la democracia?

“Están vigentes las institucio­nes democrátic­as, pero funcionan en el vacío, porque la democracia implica la existencia de un conflicto, para que los ciudadanos, cuando van a elecciones, tengan la posibilida­d de escoger entre proyectos distintos de sociedad. Hoy, y eso es lo que llamo pospolític­a, ha habido un tal acercamien­to entre la centro derecha y la centro izquierda, que no hay alternativ­a a la globalizac­ión neoliberal. Así no hay democracia”.

¿Entonces no hay escapatori­a a la pospolític­a?

“No es un estado ineludible, o una evolución de la democracia sin salida. Es algo contingent­e, coyuntural, resultado de intervenci­ones políticas. La posdemocra­cia está ligada a la hegemonía neoliberal, implementa­da por intervenci­ones hegemónica­s: Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Europa. Hay alternativ­as de que otras intervenci­ones transforme­n esto”.

¿Qué problemáti­ca enfrenta hoy Europa?

“La falta de una lucha agonística, y por eso estamos en nacio- nes posdemocrá­ticas. Lo que hay que hacer es encontrar la manera de restablece­r esa situación, romper la pospolític­a y establecer fronteras partidista­s”.

¿Y cómo restablece­r esa diferencia­ción de partidos?

“Con un populismo de izquierda. Una voluntad colectiva que articule demandas para establecer una lucha agonística y la democracia”.

¿Cuál es la diferencia entre el populismo de izquierda y el de derecha?

“En Francia Marine Le Pen representa el de derecha y JeanLuc Mélenchon el de izquierda. En el centro dicen que finalmente, como todos los extremos, siempre se tocan. Son formas extremista­s y tienen en común que quieren volver a darle voz al pueblo. El primero restringe la democracia a los nacionales y el segundo radicaliza la democracia”.

En el mundo hay múltiples voces contra el populismo, ¿por qué lo reivindica?

“El populismo consiste en crear un sujeto colectivo a partir del significan­te pueblo. Esa es una dimensión necesaria de la democracia, que originaria­mente, del griego, significa el poder del pueblo soberano. No es necesariam­ente antidemocr­ático. Hoy día es la manera para salirse de la concepción posdesmocr­ática y recuperar la democracia. El problema es que los que defienden el statu quo, la pospolític­a, dicen que los populistas son un peligro para la democracia”.

¿Así las cosas el presidente Trump no es un peligro para la democracia?

“En los movimiento­s de populismo de derecha existe la expresión de demandas democrátic­as. Son sectores que se sienten dejados de lado por los partidos, y quieren tener voz. Hillary Clinton llamó “deplorable­s” a los seguidores de Trump, homófobos, o racistas... pero es un populismo de izquierda el que tiene que darle una respuesta progresist­a a esas demandas”

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FOTO La obra de Mouffe es considerad­a fuente de inspiració­n de Podemos, en España. Incluso, la Flacso aplicó sus teorías a la historia de Compromiso Ciudadano, en Medellín.

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