El Colombiano

LA HISTORIA DE CHUCK, EL MULTIMILLO­NARIO QUE LO REGALÓ TODO

- Por JUAN JOSÉ HOYOS redaccio@elcolombia­no.com.co

Charles Feeney, un filántropo que regaló unos $8.000 millones de dólares para ayudar a la humanidad a resolver problemas. “Estoy feliz con eso”.

Hasta hace poco era uno de los hombres más ricos del mundo, pero casi nadie sabía quién era. Sin embargo, llevaba 30 años regalando su dinero en secreto. Hoy, con 86 años de edad, vive con su esposa en San Francisco, en un apartament­o alquilado, viaja en clase económica, come en restaurant­es populares y ni siquiera tiene carro propio.

Se estima que regaló unos 8 mil millones de dólares para financiar la educación y apoyar la ciencia, la salud pública y la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos, Australia, Vietnam, Sudáfrica, Cuba e Irlanda.

Se llama Charles Feeney. Nació en Nueva Jersey en la década de 1930 en una familia humilde de inmigrante­s irlandeses y católicos. Empezó a trabajar a los 10 años, vendiendo tarjetas de Navidad. Luego se alistó en la Fuerza Aérea de su país y fue enviado a la guerra de Corea. A su regreso, aprovechan­do un programa para veteranos de guerra, se graduó en la Universida­d de Cornell en administra­ción hotelera.

En 1960, fundó DFS, una cadena de tiendas de licores, perfumes y tabaco que se convirtió en pionera en ventas libres de impuestos en los aeropuerto­s del mundo. En 1982, cuando se dio cuenta de que su fortuna sobrepasab­a los 500 mi- llones de dólares, creó la fundación Atlantic Philanthro­pies. Dos años más tarde, en secreto, transfirió a ella todo su capital. Y empezó a regalar millones de dólares por todo el mundo. Sus socios se enteraron de que él ya no era dueño de la compañía 13 años más tarde, a raíz de una venta de acciones. Solo entonces su nombre apareció en los periódicos por primera vez. Cuando The New York Ti

mes le preguntó por qué estaba regalando todo, respondió: “Sencillame­nte me di cuenta de que tenía demasiado dinero”.

Su idea era “arrojar grandes cantidades de dinero a grandes problemas” como la reforma del sistema de salud pública en Vietnam y Cuba; la creación de nuevas escuelas en Irlanda; la construcci­ón de un centro de salud para niños, mujeres y enfermos de cáncer en San Francisco; la obtención de drogas retroviral­es para los enfermos pobres de VIH/sida en Sudáfrica; la búsqueda de la paz en Irlanda del Norte; la creación de una universida­d popular para 12 mil estudiante­s en Irlanda…

Años más tarde se convirtió en el mayor donante de la Universida­d de Cornell en toda su historia al regalar 350 millones de dólares para construir un campus de tecnología de punta de 600 kilómetros cuadrados en Nueva York.

Su fundación también ha sido el mayor donante del partido Sinn Fein, el brazo político del IRA en Irlanda. Los fondos no se han usado para fomentar el terrorismo, sino para mantener el IRA alejado de las armas y apoyar su lucha en el terreno político.

Hace unas semanas, la última donación de la fundación fue para financiar un programa de educación compartida de niños protestant­es y católicos, y para el cuidado de personas con demencia en Irlanda del Norte.

Feeney dice que la mayor recompensa que le ha dado la vida es haber podido deshacerse de su fortuna y haber hecho el bien a mucha gente.

Piensa que es mejor que su dinero esté en manos de la sociedad y no en manos de un notario para repartir su herencia. “Estoy feliz con eso, y mi esposa también está feliz”.

El único dinero que guardó es para cubrir los gastos de vivienda, alimentaci­ón y atención médica para él y su esposa, hasta que mueran.

Feeney quiere que solo se le recuerde por su apodo: Chuck. Y dice que el único sueño que le falta por realizar es tener la cuenta del banco en ceros: “Quiero que el último cheque que gire sea devuelto por el banco por falta de fondos”

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