PRIMERO LO PRIMERO
La comparación que hace Jesús al decir que Dios está siempre dispuesto a cuidar de nosotros como lo hace con las aves, no quiere decir que resuelva mágicamente nuestros problemas sin nuestro esfuerzo.
“Nadie puede servir a dos señores… Busquen primero el reino de los cielos y su justicia” (Mateo 6, 33). Toda la enseñanza de Jesús está marcada por una invitación a establecer las prioridades necesarias para alcanzar el fin con el que fuimos creados. Ese fin consiste, como lo expresó san
Ignacio de Loyola en el Principio y Fundamento de sus Ejercicios Espirituales, en “alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma”, es decir, ser verdaderamente feliz, por lo cual es preciso relativizar todas las cosas empleándolas o apartándonos de ellas tanto cuanto nos ayudan o estorban respectivamente para conseguir ese fin. En el Evangelio según san
Mateo (6, 24-34) la expresión reino de los cielos no se refiere únicamente a la vida feliz que esperamos para después de la presente.
Su sentido completo es el de la soberanía de Dios mismo: el reino del Amor, pues Dios es Amor. Orientar en función de él cuanto somos y tenemos, significa por tanto disponernos a cumplir, siempre y en todo, su voluntad de Amor.
Por otra parte, la comparación que hace Jesús al decir que Dios está siempre dispuesto a cuidar de nosotros como lo hace con las aves y las flores, no quiere decir que Dios resuelva mágicamente nuestros problemas sin nuestro esfuerzo. Lo que enseña Jesús es que debemos poner nuestra vida en manos de Dios. “Carpe diem quam minimum credula pos-
tero” - aprovecha cada día, confiando lo más mínimo en el siguiente-, escribió en latín el poeta Horacio, nacido 8 años a. C. En otras palabras, vive al máximo el hoy como si fuera tu último día.
Jesús le da un nuevo y más profundo sentido a esta idea, al invitarnos a poner toda nuestra confianza en Dios viviendo el presente: “No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas”.
Pidámosle entonces al Señor que nos ayude a orientar toda nuestra vida en función de su reino, que es el reinado del amor, la justicia y la paz, poniendo de nuestra parte, pero también confiando plenamente en su poder infinito