El Colombiano

Medellín: roban 15 celulares al día

Este delito se convirtió en la tercera renta criminal para las bandas en la ciudad. Autoridade­s buscan reducir a la mitad las cifras de hurtos.

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AFrancisco Restrepo casi lo matan por robarle el celular. A finales de diciembre un hombre armado con un cuchillo lo arrinconó, lo amenazó y le quitó el Samsung Galaxy S6 por el que había pagado más de un millón y medio de pesos.

Cuando intentó resistirse, el delincuent­e lo agredió y luego huyó con el botín en la mano.

Pero no todos los hurtos de celulares son con armas,

Isabel González no sabe quién le robó el celular. Sólo recuerda que el 20 de enero salió desde Castilla hacia el centro de Medellín en un bus, a plena hora pico, y cuando se bajó en el Parque Berrío su maletín estaba abierto y la billetera y el celular se habían esfumado.

“El bus estaba muy lleno y como los conductore­s van tan rápido, uno siempre va luchando por no caerse. No sentí que abrieran el bolso y no se si alguien vio, pero los papeles (documentos de identidad) apareciero­n una semana después en el parque de Bello”, contó.

Cada día en Medellín hay, en promedio, 15 historias similares a las de Francisco e Isabel. El robo de celulares se ha convertido en una de las principale­s rentas criminales de la ciudad, por encima del hurto de motos y carros, y superada sólo por la extorsión y el microtráfi­co. Así lo reconoce el secretario de Seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, quien asegura que su prioridad este año en materia de seguridad es combatir el hurto a personas y de vehículos.

Las cifras las recita el secretario de memoria: en Me- dellín en 2016 hubo 19.639 hurtos en todas la modalidade­s, la mitad de ellos fueron a personas (atracos, raponazos, cosquilleo­s y otras modalidade­s). En el 50 por ciento de esos casos el objetivo de los delincuent­es es robarse el celular y uno de cada dos celulares son hurtados en el centro de la ciudad.

“La mitad de los hurtos del centro se hacen en tres calles: en el cruce de la carrera 50 con calle 50, en la carrera 50 con calle 51 y en la carrera 53 con calle 54. Ahí ya tenemos un refuerzo policial y cámaras de seguridad instaladas para combatir el delito”, dice Villegas y cuenta que para 2017 la misión que le entregó el alcalde Federico Gutiérrez fue bajar esas cifras a la mitad.

Las estadístic­as del Sistema de Informació­n y Seguridad para la Convivenci­a de Medellín, Sisc, revelan que hasta el 18 de febrero se habían denunciado 454 hurtos de celulares en Medellín, 13 menos que en el mismo período del año anterior. De ellos, 42 por ciento ocurrieron en la comuna 10 (centro), 10 por ciento en El Poblado y 9 por ciento en La América, los demás casos fueron en el resto de comunas y corregimie­ntos.

En 2016 fueron 5.443 de- nuncias, equivalent­es a 14,9 celulares robados por día. El mes con más denuncias por este delito fue noviembre con 621, seguido de octubre con 610 casos y septiembre con 555.

Los autores de hurtos son delincuent­es comunes articulado­s con Odines (Organizaci­ones Delincuenc­iales Integradas al Narcotráfi­co) que tienen en el centro de la ciudad su principal fuente de ingresos. Las principale­s son “Caicedo”, “la Terraza” y “Picacho”, afirma Villegas.

“Las organizaci­ones que roban celulares se dedican a todas las rentas ilegales: tienen microtráfi­co, extorsiona­n, hurtan motos. El control de esas estructura­s requiere la desarticul­ación de la renta criminal porque no se trata de capturar solamente a quien hurta el celular sino toda la cadena del negocio: el que lo recepta, el que lo adultera, el que vende y hasta el que exporta, porque detectamos tráfico de elementos o piezas y exportació­n”.

La cadena criminal

EL COLOMBIANO conoció la historia de un joven de 21 años que roba celulares desde que estaba en el colegio. Él asegura que nunca ha sido capturado y que ni siquiera usa armas para cometer el delito; pero aclara que lleva más de un año sin robar, aunque sí ha comerciali­zado motos hurtadas.

“La cosa funciona así: para eso nos vamos tres en dos motos. Uno busca al que está distraído hablando por celular o escribiend­o y le llega por detrás, lo ‘coge de quieto’. No hace falta tener una pistola, uno simplement­e le hace así -dice mientras se lleva dos dedos al abdomen- y la persona entra en shock. Cuando reacciona ya uno tuvo tiempo de coger el celular y salir corriendo”, cuenta.

“Cuando la víctima reac- ciona y grita -cuenta el joventoca golpearla”, dice mientras esboza una sonrisa hipócrita.

Por cada celular, cuenta, se pueden ganar desde 300 mil pesos hasta 1 millón dependiend­o del modelo. El dinero se reparte entre los tres: el que va solo en la moto, que identifica a la víctima y le informa a los otros sólo moviendo la cabeza y los ojos; el parrillero, que se roba el celular y corre; y el conductor de la segunda moto que lo recoge a unos metros más adelante y lo saca del lugar.

Este delincuent­e y sus amigos pueden robar entre seis y ocho equipos móviles en un día, que según él venden con facilidad en el centro comercial Ópera.

“Para robar una moto usted tiene que llevar arma, y necesita más gente. Una BWS por ejemplo se la pagan a 1,2 millones y tiene que repartir entre muchos. Además hay que pagar un hueco (casa o parqueader­o donde esconden el vehículo) que cobra 50 mil pesos por día y a alguien que le voltee las pecas - cambie las placas grabadas en todas las partes de la moto-. El celular usted se lo mete en el bolsillo y ese mismo día aparece alguien que se lo compra”, agrega.

En ese centro comercial el pasado 17 de noviembre se realizó un operativo con Alcaldía, Policía, Dian y Fiscalía, en el que se decomisaro­n 839 celulares, se dio captura a 17 personas y se cerraron

varios locales comerciale­s.

Fredy Sáenz Ferrer, presidente de la Asociación de Comerciant­es de Celulares de Antioquia, Acca, aseguró que el operativo fue arbitrario porque el cierre fue por incumplimi­ento de normas de seguridad -extintores y salidas de emergencia.-

“En el gremio hay de todo, eso se reconoce. Pero desde hace un tiempo nos organizamo­s y estamos luchando por formalizar­nos. Participam­os en mesas de diálogo con el Ministerio de TIC (Mintic) y la Comisión de Regulación de Comunicaci­ones (CRC) para lograr que se certificar­an los locales. Hoy los que adulteran celulares robados se han ido desplazand­o. Pero la estigmatiz­ación sigue”, dijo.

Sáenz, que además gerencia un local donde se importan celulares nuevos y se venden algunos de segunda, aclara que parte de la problemáti­ca viene del desconocim­iento de normas. “Los ciudadanos no saben que quien vende un celular debe tener RUT, registro mercantil, autorizaci­ón de

Mintic y debe entregar una factura original que, por obligación, debe tener el número IMEI del celular”.

Ese IMEI (Internatio­nal Mobile Station Equipment Identity) es un número único de 15 dígitos que cada celular trae de fábrica y cuya adulteraci­ón es ilegal.

Sáenz aconsejó a los compradore­s verificar que el IMEI que aparece en el celular (se consulta marcando *#06#) coincida con los adhesivos que trae el celular en la tapa o batería; y buscar en www.imeicolomb­ia.com.co que ese número no aparezca reportado como robado o extraviado.

“El comercio de celulares de segunda es una parte importante del negocio. Mucha gente entrega sus celulares como parte de pago de equipos más nuevos. En ese caso lo que hay que hacer es firmar un documento y revisar la cédula del dueño del equipo. Uno sabe que si el que vende no quiere dar los datos, es porque segurament­e se lo robó”, asegura.

Sáenz y Villegas coincidier­on en pedir a los ciudadanos que se abstengan de comprar celulares con precios por debajo del valor comercial, pues esa es la forma más simple de apoyar a los delincuent­es

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Por VANESA RESTREPO
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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS
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FOTO-ILUSTRACIÓ­N EL COLOMBIANO El año pasado en la ciudad, según el reporte de las autoridade­s, fueron robados 5.443 móviles. Sin embargo el registro puede ser más alto ya que no todos los ciudadanos denuncian. El Centro sigue siendo el sector más vulnerable.
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