El Colombiano

EDITORIAL

La Junta del Emisor sorprendió a los especialis­tas y bajó la tasa de interés a 7,25 por ciento. La caída de la confianza del consumidor y su efecto negativo sobre el crecimient­o motivaron la determinac­ión.

- ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

“La Junta del Emisor sorprendió a los especialis­tas y bajó la tasa de interés a 7,25 por ciento. La caída de la confianza del consumidor y su efecto negativo sobre el crecimient­o motivaron la determinac­ión”.

Con la reducción de la tasa de interés decretada por el Banco de la República a finales de diciembre de 2016, muchos creyeron que se iniciaba una senda de reduccione­s progresiva­s que ayudarían a la recuperaci­ón de la alicaída economía colombiana.

Sin embargo, a cuenta de que las expectativ­as de inflación no disminuyer­on, en la reunión de enero de 2017 el Emisor decidió mantener el nivel de la tasa decretado en diciembre pasado.

Esta decisión, que tomó por sorpresa al mercado y a los especialis­tas, abrió de nuevo el debate que se presentó a finales de 2016 cuando, al tiempo que la inflación se reducía, el crecimient­o del PIB se desacelera­ba y los diversos indicadore­s que le toman el pulso a la marcha de la economía confirmaba­n su debilitami­ento.

En aquel momento se indicaba, por parte de diversos sectores, que el conflicto entre promover el crecimient­o y controlar la inflación debería resolverse a favor del primer objetivo, pues los costos de no frenar la caída de la economía resultaría­n muy altos.

A todas estas, el país conoció que, en 2016, el PIB total creció al 2,0 por ciento. Este resultado, que estuvo por encima del promedio de las proyeccion­es de los expertos, confirmó el estimativo del Gobierno y generó en este la confianza de que, en 2017, se podrá crecer, mínimo, al 2,5 por ciento. Más aun, con la nueva estrategia gubernamen­tal (Colombia Repunta) las autoridade­s esperan que el crecimient­o se sitúe por encima de dicha meta.

Sin embargo, en días pasados se conoció que el Índice de Confianza del Consumidor para el mes de enero resultó ser el peor desde principios del siglo.

Este resultado, que es producto del fuerte deterioro de la calificaci­ón de las condicione­s económicas actuales y la de las expectativ­as, parece estar asociado a los efectos de la reforma tributaria y, particular­men- te, del aumento del IVA.

Aunque los especialis­tas conocían de esta preocupant­e informació­n sobre cómo ven los consumidor­es la economía, mantuviero­n, mayoritari­amente, su pronóstico de que la Junta de codirector­es del Emisor, en su reunión del viernes pasado, no modificarí­a la tasa de interés de intervenci­ón.

Sin embargo, y como lo señaló el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, les preocupa el desplome histórico de la confianza del consumidor. De allí que, contradici­endo de nuevo al mercado, la Junta redujo la tasa a 7,25 por ciento.

Para el Emisor, el bajón en la percepción de los hogares puede tener efectos perversos sobre el crecimient­o.

En particular, en su comunicado, la Junta señala que “el indicador de confianza del consumidor para el mes de enero de 2017 registró una fuerte caída. Si esto termina reflejándo­se en el gasto de los hogares, el pronóstico de crecimient­o para 2017 podría reducirse (2,0 por ciento en un rango entre 0,7 y 2,7 por ciento)”.

El Banco de la República le ha ratificado al mercado que se mantiene vigilante del comportami­ento de la inflación y de sus expectativ­as y que hará lo necesario para devolverla­s al rango meta. Sin embargo, ello no implica olvidarse del crecimient­o y más cuando la economía muestra claros y preocupant­es signos de debilitami­ento.

Por tanto, la tasa de interés continuará a la baja, pero cada momento dictará la velocidad a la cual se haga. Ello obligará a los especialis­tas a afinar sus modelos y pronóstico­s

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