EDITORIAL
La Junta del Emisor sorprendió a los especialistas y bajó la tasa de interés a 7,25 por ciento. La caída de la confianza del consumidor y su efecto negativo sobre el crecimiento motivaron la determinación.
“La Junta del Emisor sorprendió a los especialistas y bajó la tasa de interés a 7,25 por ciento. La caída de la confianza del consumidor y su efecto negativo sobre el crecimiento motivaron la determinación”.
Con la reducción de la tasa de interés decretada por el Banco de la República a finales de diciembre de 2016, muchos creyeron que se iniciaba una senda de reducciones progresivas que ayudarían a la recuperación de la alicaída economía colombiana.
Sin embargo, a cuenta de que las expectativas de inflación no disminuyeron, en la reunión de enero de 2017 el Emisor decidió mantener el nivel de la tasa decretado en diciembre pasado.
Esta decisión, que tomó por sorpresa al mercado y a los especialistas, abrió de nuevo el debate que se presentó a finales de 2016 cuando, al tiempo que la inflación se reducía, el crecimiento del PIB se desaceleraba y los diversos indicadores que le toman el pulso a la marcha de la economía confirmaban su debilitamiento.
En aquel momento se indicaba, por parte de diversos sectores, que el conflicto entre promover el crecimiento y controlar la inflación debería resolverse a favor del primer objetivo, pues los costos de no frenar la caída de la economía resultarían muy altos.
A todas estas, el país conoció que, en 2016, el PIB total creció al 2,0 por ciento. Este resultado, que estuvo por encima del promedio de las proyecciones de los expertos, confirmó el estimativo del Gobierno y generó en este la confianza de que, en 2017, se podrá crecer, mínimo, al 2,5 por ciento. Más aun, con la nueva estrategia gubernamental (Colombia Repunta) las autoridades esperan que el crecimiento se sitúe por encima de dicha meta.
Sin embargo, en días pasados se conoció que el Índice de Confianza del Consumidor para el mes de enero resultó ser el peor desde principios del siglo.
Este resultado, que es producto del fuerte deterioro de la calificación de las condiciones económicas actuales y la de las expectativas, parece estar asociado a los efectos de la reforma tributaria y, particularmen- te, del aumento del IVA.
Aunque los especialistas conocían de esta preocupante información sobre cómo ven los consumidores la economía, mantuvieron, mayoritariamente, su pronóstico de que la Junta de codirectores del Emisor, en su reunión del viernes pasado, no modificaría la tasa de interés de intervención.
Sin embargo, y como lo señaló el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, les preocupa el desplome histórico de la confianza del consumidor. De allí que, contradiciendo de nuevo al mercado, la Junta redujo la tasa a 7,25 por ciento.
Para el Emisor, el bajón en la percepción de los hogares puede tener efectos perversos sobre el crecimiento.
En particular, en su comunicado, la Junta señala que “el indicador de confianza del consumidor para el mes de enero de 2017 registró una fuerte caída. Si esto termina reflejándose en el gasto de los hogares, el pronóstico de crecimiento para 2017 podría reducirse (2,0 por ciento en un rango entre 0,7 y 2,7 por ciento)”.
El Banco de la República le ha ratificado al mercado que se mantiene vigilante del comportamiento de la inflación y de sus expectativas y que hará lo necesario para devolverlas al rango meta. Sin embargo, ello no implica olvidarse del crecimiento y más cuando la economía muestra claros y preocupantes signos de debilitamiento.
Por tanto, la tasa de interés continuará a la baja, pero cada momento dictará la velocidad a la cual se haga. Ello obligará a los especialistas a afinar sus modelos y pronósticos