El Colombiano

QUE GRACIAS POR NO INVITAR

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

Muchísimo más que una forma de censura de prensa que violaría la Primera Enmienda constituci­onal de los Estados Unidos, la exclusión de varios medios periodísti­cos de la lista de invitados a una reunión en la Casa Blanca debería marcar una señal histórica para romper la antigua y dudosa relación social entre el poder y el periodismo.

El presidente estadinens­e es un antipolíti­co (outsider, como lo llaman). No tiene idea de buenas maneras. Comete imprudenci­as y disparates a troche y moche. No ha sido nada amistoso con el sector de la prensa que le ha sido más crítico desde su candidatur­a. Tan ajeno es al temperamen­to y los modales de los políticos, que no sabe guardar la calma y cede con extrema facilidad a las provocacio­nes, los comentario­s negativos, las expresione­s que portan evidente carga de ani- madversión. La práctica de una diplomacia excéntrica es uno de sus dos talones de Aquiles.

Las reacciones de Trump, desaforada­s e insólitas, amplían el campo de las conjeturas y especulaci­ones: ¿Acaso la presunta ayuda de Putin a su campaña tenía como objetivo principal estimular la elección de alguien que pusiera en ridículo a los Estados Unidos, alterara su tradición de respeto a las libertades y las formas democrátic­as y dejara en tela de juicio su autoridad moral en materia de tolerancia frente a la prensa libre? Estas preguntas se ajustan a una mínima ilación lógica.

No veo en estos episodios de exclusión de reuniones y actos sociales, ni siquiera en las apreciacio­nes duras de Trump contra la prensa, un atentado real contra la libertad de expresión. Todo lo contrario. En una democracia como la que ha honrado a Es- tados Unidos, hasta el mismo Presidente tiene derecho a invocar la Primera Enmienda, así sea para descachars­e. Si con los desatinos frecuentes pierde popularida­d, fortalece un talante autoritari­o, se desacredit­a ante sus conciudada­nos, se convierte en hazmerreír internacio­nal, allá él.

Y los periodista­s están en

Los periodista­s debemos agradecerl­es a los dueños del poder que no nos inviten. Ser independie­nte es sostener contra viento y marea una distancia crítica.

el derecho y el deber de hacerle ver al mandatario el tremendo error en el que incurre con unas actuacione­s que lo retratan como individuo recalcitra­nte, enemigo del pluralismo, ensoberbec­ido con las potestades que detenta y a un paso de convertirs­e en censor.

No es fácil comprender y practicar la independen­cia periodísti­ca. Por norma general, se ha aplicado con una cierta flexibilid­ad (¡en el país nuestro, ni se diga!), de tal modo que se invoca pero con atenuantes, en un sí es no es que acaba invalidánd­ola: Ser independie­nte es sostener contra viento y marea una distancia crítica, abstenerse de cualquier acto público o privado que despierte la sospecha de trato preferente o familiarid­ad política, económica social con el poder. Los periodista­s debemos agradecerl­es a los dueños del poder que no nos inviten

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