LOS CLAQUEROS SIGUEN APLAUDIENDO LA TRAICIÓN
Hace días oí el desgarrador relato de una madre a quien las Farc le secuestraron a su hijo soldado hace ya casi veinte años. Suplicaba que le confirmaran si su hijo fue asesinado en las riberas del río Atrato cuando los “otrora” narcoterroristas practicaban uno de sus entretenimientos favoritos: poner a correr a los secuestrados para ver quién tenía mejor puntería, como si fuesen animales de caza. Probablemente ella, como su hijo, también morirá sin saber quién le disparó. Y después dice el gobierno que “las víctimas quedaron en el centro”, del acuerdo de impunipaz.
Pero lo peor de todo es que algunos claqueros, aplaudidores por contrato, de medios de comunicación, de la clase política, empresarial, eclesial, jurídica, académica y cultural, think tanks washingtonianos, algunos mandos militares, unos activos y otros en retiro, que cambiaron el casco por las rodilleras, gremios gubernamentalmente infiltrados, social bacanería cannabinoide del libre desarrollo de la personalidad, premios Nobel y expresidentes pagados, de este y otros países, siguen elogiando el exitoso chantaje criminal.
A pesar de que ya es evidente la trampa y el engaño del gobierno truchimán, cuyo único logro fue quintuplicar los sembrados de coca, en asocio con narcoterroristas disfrazados de “rebeldes” por la academia mamerta, los claqueros siguen aplaudiendo.
Aunque seremos testigos del mayor acto de impunidad y blanqueo de dinero del mundo, aunque las víctimas de las Farc están entendiendo que para el gobierno a quienes hay que reparar es a sus victi- marios y no a ellas, los claqueros siguen aplaudiendo.
Aunque ya se sabe que el premio Nobel de Paz tiene precio y que si uno va perdiendo las elecciones el problema se arregla inventándole un escándalo hackeriano a su rival, los claqueros siguen aplaudiendo.
Aunque los soldados y policías comprendieron que sacrificarse por la patria es para idiotas porque cuando los matan son solo “incidentes” y lo que “paga es ser pillo”; aunque los criminales con penas de más de 400 años cada uno no pagarán cárcel sino que serán “condenados” automáticamente a ser senadores; aunque los milicianos y auxiliadores de las Farc, que nunca sabremos cuántos ni quiénes son, seguirán impunes y libres, tal vez infiltrados en los medios, viviendo al lado de su casa, siendo profesores de sus hijos o candidatos presidenciales “adalides” de la lucha contra la corrupción, los claqueros siguen aplaudiendo.
Aunque se pisoteó la voluntad popular y retorció la Constitución para darle gusto a “otrora” extorsionadores de camuflado y guayabera; aunque se les diseñó a los “otrora” delincuentes una supercorte a su medida para vengarse de sus enemigos, Jurisdicción Especial para la Paz, sin control y con jueces escogidos por un grupo que hiede a marxismo; aunque se quieren cambiar las reglas electorales para quitar el umbral y la circunscripción nacional para garantizarles puestos en el Congreso a los “exguerrilleros” así tengan pocos votos, los claqueros siguen aplaudiendo la mayor traición a Colombia en toda su historia