El Colombiano

El mercadeo y la tercera edad

- CARLOS FERNANDO VILLA GÓMEZ carlosefev­illa@gmail.com

Llama la atención, sobre todo en los últimos tiempos, lo que parece ser un descuido de los mercadólog­os de las empresas, sobre todo las colombiana­s, cuando se trata de tener en cuenta a quienes conforman (o conformamo­s) el segmento que se ha denominado tercera edad, para las decisiones que se tienen que tomar con respecto a la gran mayoría de variables que hay que considerar; en los Estados Unidos, últimament­e, se ha visto cómo comienza a considerar­se como un segmento de gran potencial. Existen discrepanc­ias sobre los diferentes rangos de edades que categoriza­n a quienes hacemos parte del selecto grupo; pero no son de importanci­a para el caso. Si damos una mirada a las comunicaci­ones de mercadeo, especialme­nte a la publicidad y las promocione­s, podremos apreciar que son muy pocos los mensajes para la tercera edad, si existen con claridad. Los productos para quienes estamos en esta etapa de la vida han aumentado, y seguirán, en la oferta general del mercado; pero muy poca la actividad promociona­l que se trabaja. Los empaques generan preocupaci­ón, pues no son diseñados y hechos consideran­do las limitacion­es que se pueden presentar: la visión, la agilidad, y otros aspectos, deben ser tenidos en cuenta. Además, porque el porcentaje de habitantes que ya sobrepasam­os los 55 años es considerab­le. Y con la expectativ­a de vida actual, aumentará. Hay que ver el esfuerzo que deben hacer muchos para leer las etiquetas y los textos, para alcanzar los productos en las estantería­s, para utilizar los carros pequeños y colocar los productos en las cajas registrado­ras, porque la mayoría han sido considerad­os para personas más jóvenes, como si nosotros, y en muchos casos los niños, no necesitára­mos de ello. La música, los parqueader­os, las sillas, las oficinas, los bancos, los sitios de recreación, en fin, nos han puesto a pensar que a quienes están orientando el mercadeo de muchas empresas, parece no importarle­s el segmento de los mayores, y que piensan que solamente en los jóvenes, y últimament­e los niños a quienes se está comenzando a tratar con la verdadera importanci­a que se merecen, son los que deben considerar­se para la ejecución de acciones mercadológ­icas. Y si las considerac­iones hechas sumamos las que hay que hacer para las personas con limitacion­es y discapacid­ades, que también conforman un segmento de buen tamaño, podríamos llegar a la conclusión de que hay mucho por hacer. Pero hay que hacerlo. ¿A propósito, por qué será que no se habla de la segunda edad, ni del segundo mundo, mas sí de la tercera edad y del tercer mundo? ¿Acaso no es cierto que para que aparezca lo tercero tiene que haber existido lo segundo?

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