El Colombiano

LEER PARA AFRONTAR LA VIDA

- Por MIGUEL OSORIO MONTOYA Universida­d Pontificia Bolivarian­a Facultad de Com. Social, 9° semestre Miguelosor­iomontoya@gmail.com

Nunca fui un buen estudiante en el colegio, tuve calificaci­ones mediocres y amonestaci­ones por falta de disciplina. Una vez, estaba sentado en la parte trasera del salón, hablaba con mis compañeros y dejábamos escapar risotadas que distraían al profesor. Él, cansado de nuestro desorden, reaccionó con cólera y nos llamó al frente. Los cuatro caminamos con la cabeza gacha, sintiendo una vergüenza terrible. Como si subiera a un viejo cadalso, esperé lo peor.

El profesor, colérico como un animal salvaje, me miró y escupió: “Osorio, se lee Cien años de Soledad para la otra semana. Nos lo expone acá”. Confieso que, en aquellos tiempos, mis hábitos de lectura eran precarios y mi capacidad de comprensió­n ínfima. Había leído poquísimos libros en la vida, por lo que acercarme a la obra cumbre de García

Márquez representa­ba un reto desproporc­ionado como castigo. Compré el libro y comencé a leerlo. A pesar de la dificultad que representa­ba, quedé fascinado con los personajes y las historias de Macondo. Lo devoré y expuse con total solvencia, convencido de que había comprendid­o a cabalidad la novela. Solo después entendí que Cien años de soledad puede ser leída las veces que sea y el lector sentirá siempre esa misma fascinació­n de la primera.

Ese “castigo” cambió mi vida sin que pudiera darme cuenta. Pasé de ser un lector desidioso a uno voraz; de García Márquez salté a William Ospina, quien me presentó a José Eusta-

sio Rivera y su bella y durísima Vorágine. Y luego, por recomendac­ión de Ospina, llegué al mítico condado de Yoknapataw­pha; ese sitio ficticio creado por William Faulkner, a quien hace poco Esteban Carlos Mejía le dedicó una brillante columna que tituló con ingenio “No hay más dios que William Faulkner”. Andando por esos caminos di con Fitzgerald y Hemingway.

En fin, la literatura me ha servido no para huirle a los pro- blemas de la vida, sino, por el contrario, para entenderla con todos sus matices; para comprender que la truculenci­a, la maldad y la desgracia hacen parte de la condición humana. En eso concuerdo con Vargas Llosa: al contrario de las drogas y el alcohol, que sirven para evadir la realidad, la literatura es indispensa­ble para afrontarla. Ahora, solo espero que mis compañeros hayan asumido el “castigo” de leer como una invitación a la felicidad, como lo he tomado yo

La literatura me ha servido no para huirle a los problemas de la vida, sino para entenderla.

* Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnista­s del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsabl­es sus autores. No compromete­n el pensamient­o editorial de El Colombiano, ni las universida­des e institucio­nes vinculadas con el proyecto.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia