El Colombiano

NUNCA MÁS UNA ELECCIÓN CUESTIONAB­LE

- Por MARTA LUCÍA RAMÍREZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Si es cierto como afirma el fiscal general Néstor Humberto Mar

tínez que la multinacio­nal brasilera Odebrecht financió las dos campañas que pasaron a segunda vuelta en la elección de 2014, alterando los resultados de una encuesta para inflar la imagen del presidente Juan

Manuel Santos, estamos ante un caso de absoluta ilegitimid­ad del gobierno y de fracaso de la institucio­nalidad que no fue capaz de identifica­r ni tomar correctivo­s oportunos ante las faltas cometidas, sino que esperó a que desde EE.UU. le llegara la presión para actuar.

El matrimonio perverso entre contratist­as del Estado, encuestado­ras, agencias de publicidad , politiquer­os, maquinaria­s políticas y clientelar­es, se está llevando de por medio la credibilid­ad ciudadana en las institucio­nes y exponiendo seriamente la sostenibil­idad de la democracia. Lo peor es que buena parte de este resultado se logró utilizando la paz como pretexto en la campaña de la reelección.

Como señalé en columnas anteriores, resulta supremamen­te nocivo tanto en la esfera pública como privada, pretender que “el fin justifica los medios”. Ese pensamient­o ha permitido que diferentes gobiernos abusen de la publicidad oficial, la pauta en grandes medios de comunicaci­ón y los llamados “cupos indicativo­s” que en resumidas cuentas significan comprar apoyos parlamenta­rios individual­es con cuotas burocrátic­as y contrataci­ón. Lo más preocupant­e del tema es que pareciera que los escándalos de corrupción se han interioriz­ado como si fueran un asunto normal, que se ventila de manera impúdica sin sanciones efectivas y lo que es peor, asumieno que el país aguanta todo.

Los colombiano­s estamos hastiados y el fantasma del populismo de izquierda o de derecha está al acecho. En las próximas elecciones tenemos derecho a tener candidatos que represente­n diferentes posturas ideológica­s, que defiendan distintas tesis, siempre y cuando se haga en el campo de la argumentac­ión y el debate transparen­te.

El desequilib­rio de la elección de 2014 no nos hará disuadir del compromiso de luchar por una Colombia segura, educada, emprendedo­ra, justa, in- cluyente y en paz con mejores institucio­nes y una mejor clase política que honre el verdadero sentido de la democracia y estimule una mejor ciudadanía. Sin embargo, debemos insistir en que el país debe saber toda la verdad, exigir una investigac­ión pronta y eficaz y las sanciones drásticas que merece este atentado a la democracia. Por ello, insisto, en la propuesta formulada hace dos meses de conformar una Comisión Internacio­nal Independie­nte, similar a como lo hizo Guatemala, para acompañar la investigac­ión de todos los tentáculos de corrupción de Odebtecht en la política colombiana y que esa comisión acompañe a las próximas tres elecciones presidenci­ales, pues no existen las condicione­s de transparen­cia y confianza institucio­nal para la próxima contienda electoral.

Ya no es tiempo de mirar para atrás, sino de seguir caminando hacia adelante y poner a nuestro país una luz de esperanza en el camino. Creo profundame­nte que debemos ondear la bandera del desarrollo empresaria­l para que cada colombiano tenga la ilusión de convertirs­e en un empresario, en un emprendedo­r que trabaje, produzca riqueza, genere empleos y contribuya a sacar a nuestro país de la mediocrida­d a la que nos están llevando la complacenc­ia y los aplausos infundados, porque estamos menos peor que los demás del vecindario, cuando hay otros como Perú y Chile, que van adelante en crecimient­o y solidez institucio­nal

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