NUNCA MÁS UNA ELECCIÓN CUESTIONABLE
Si es cierto como afirma el fiscal general Néstor Humberto Mar
tínez que la multinacional brasilera Odebrecht financió las dos campañas que pasaron a segunda vuelta en la elección de 2014, alterando los resultados de una encuesta para inflar la imagen del presidente Juan
Manuel Santos, estamos ante un caso de absoluta ilegitimidad del gobierno y de fracaso de la institucionalidad que no fue capaz de identificar ni tomar correctivos oportunos ante las faltas cometidas, sino que esperó a que desde EE.UU. le llegara la presión para actuar.
El matrimonio perverso entre contratistas del Estado, encuestadoras, agencias de publicidad , politiqueros, maquinarias políticas y clientelares, se está llevando de por medio la credibilidad ciudadana en las instituciones y exponiendo seriamente la sostenibilidad de la democracia. Lo peor es que buena parte de este resultado se logró utilizando la paz como pretexto en la campaña de la reelección.
Como señalé en columnas anteriores, resulta supremamente nocivo tanto en la esfera pública como privada, pretender que “el fin justifica los medios”. Ese pensamiento ha permitido que diferentes gobiernos abusen de la publicidad oficial, la pauta en grandes medios de comunicación y los llamados “cupos indicativos” que en resumidas cuentas significan comprar apoyos parlamentarios individuales con cuotas burocráticas y contratación. Lo más preocupante del tema es que pareciera que los escándalos de corrupción se han interiorizado como si fueran un asunto normal, que se ventila de manera impúdica sin sanciones efectivas y lo que es peor, asumieno que el país aguanta todo.
Los colombianos estamos hastiados y el fantasma del populismo de izquierda o de derecha está al acecho. En las próximas elecciones tenemos derecho a tener candidatos que representen diferentes posturas ideológicas, que defiendan distintas tesis, siempre y cuando se haga en el campo de la argumentación y el debate transparente.
El desequilibrio de la elección de 2014 no nos hará disuadir del compromiso de luchar por una Colombia segura, educada, emprendedora, justa, in- cluyente y en paz con mejores instituciones y una mejor clase política que honre el verdadero sentido de la democracia y estimule una mejor ciudadanía. Sin embargo, debemos insistir en que el país debe saber toda la verdad, exigir una investigación pronta y eficaz y las sanciones drásticas que merece este atentado a la democracia. Por ello, insisto, en la propuesta formulada hace dos meses de conformar una Comisión Internacional Independiente, similar a como lo hizo Guatemala, para acompañar la investigación de todos los tentáculos de corrupción de Odebtecht en la política colombiana y que esa comisión acompañe a las próximas tres elecciones presidenciales, pues no existen las condiciones de transparencia y confianza institucional para la próxima contienda electoral.
Ya no es tiempo de mirar para atrás, sino de seguir caminando hacia adelante y poner a nuestro país una luz de esperanza en el camino. Creo profundamente que debemos ondear la bandera del desarrollo empresarial para que cada colombiano tenga la ilusión de convertirse en un empresario, en un emprendedor que trabaje, produzca riqueza, genere empleos y contribuya a sacar a nuestro país de la mediocridad a la que nos están llevando la complacencia y los aplausos infundados, porque estamos menos peor que los demás del vecindario, cuando hay otros como Perú y Chile, que van adelante en crecimiento y solidez institucional