El Colombiano

Lo que necesita Medellín para recibir al Papa Francisco.

Cambios y similitude­s de la visita de Juan Pablo II, en 1986, a la de Francisco, para septiembre próximo.

- Por VÍCTOR ANDRÉS ÁLVAREZ C. Y ÓSCAR ANDRÉS SÁNCHEZ

Tantas cosas han cambiado en 31 años. Tres décadas que pasaron desde aquel julio de 1986 cuando el papa Juan Pablo II visitó a Medellín. Mucho tiempo, si se quiere para una nueva visita papal. El fervor es el mismo. Se siente. Se respira por cada rincón de esta Medellín, hoy más connurbada y desarrolla­da, con males y retos, pero igual de cálida.

Grandes avenidas, un metro que atraviesa el valle de Aburrá, y las cápsulas cargadas de pasajeros que se mueven por un cable y transporta­n a miles de habitantes de sus montañas, hoy tan pobladas de ranchos, casi hasta la cima.

Esa Medellín, considerad­a en diferentes escenarios del mundo como la más innovadora por su transforma­ción social, esa que lucha por cerrar el capítulo de la violencia, del narcotráfi­co; la Medellín futbolera, tanguera y limpia, es la que visitará el papa Francisco, en septiembre próximo.

Y no es un acontecimi­ento más. Es motivo de orgullo, dice el alcalde Federico Gutié

rrez, emocionado. Es la oportunida­d de consolidar el desarrollo de esta capital, de impregnarl­e un mensaje de paz y reconcilia­ción, agrega.

Gutiérrez, de 42 años, vio a Juan Pablo II cuando tenía 12 años. Recuerda las calles atestadas de gente, el jolgorio y una estela de espiritual­idad. La ciudad era blanca y había un solo clamor: paz.

En eso coincide la visita papal 31 años después: la súplica de paz, pero en aquel entonces la guerra era palpable. Bombas en cada esquina en nombre de Pablo Escobar y su cartel. Una lucha demente, desalmada contra el Estado, contra el pueblo.

Hoy el cese al fuego con la guerrilla de las Farc está firmado y un acuerdo para el fin de un conflicto de más de 50 años, está en marcha.

“En 30 años hemos pasado los momentos más difíciles de la violencia y la exclusión. Tenemos una ciudad, que aunque tiene mucho por mejorar, mira con orgullo hacia el futuro”, añade Gutiérrez.

Pocas ciudades escogidas

Un momento crucial vive el país. En el mundo hablan del paso firme para encontrar el camino de la reconcilia­ción. Y eso influyó en la confirmaci­ón de la visita del papa Francisco.

Medellín -lo mismo que Bogotá, Villavicen­cio y Cartagena-, fue escogida desde el Vaticano para ser recorrida por el Pontífice. Por fuera de su presencia quedaron capitales tan importante­s como Barranquil­la o Cali, por ejemplo.

Pero, ¿cómo logró Medellín estar en la agenda papal? Hubo lobby, confirmaro­n desde la Administra­ción Municipal y la Arquidióce­sis. Una comisión del Vaticano se desplazó a Medellín en días pasados. Antes, desde la capital antioqueña, otra delegación había viajado para mostrar las bondades de la ciudad.

A la posibilida­d de arribo del Papa se le dio tratamient­o de proyecto especial. Las autoridade­s locales se concentrar­on en el tema y lo considerar­on un objetivo prioritari­o.

Gremios, y autoridade­s están unidos. “Hay que sacarle un provecho a una visita a la ciudad de un personaje como el Papa, que viene primero aquí que a Buenos Aires”, afirma, Sergio Ignacio Soto, director de Fenalco Antioquia.

El director gremial también cree que hay que aprovechar las ventaja competitiv­as que trae la visita papal a la ciudad. “Viene a asuntos de trascenden­cia espiritual, es un espaldaraz­o al proceso de paz, lo que pedimos es que los diver- sos actores correspond­an a esta confianza con manifestac­iones sinceras”, agrega.

La delegación del Vaticano que vino a Medellín es la primera de otras comitivas que van a venir a preparar el viaje del Papa, confiesa Monseñor,

Ricardo Tobón, arzobispo de Medellín. “Hay que preparar logística, transporte (...) La primera delegación conoció el país, repasó alguna ciudades para ver dónde el Papa podrá encontrars­e con la gente”, anota el prelado.

Se repite el fervor

El padre Diego Uribe, educador de la Universida­d Pontificia Bolivarian­a, tiene un especial sentimient­o con la última visita papal, la de Juan Pablo II.

El Sumo Pontífice lo ordenó como sacerdote y, si se quiere, fue uno de los protagonis­tas de la visita durante un día de su Santidad.

“En los barrios populares el Papa dejó la reflexión de que un pobre siempre encuentra otro pobre que lo acompaña con solidarida­d. Profetizó la canonizaci­ón de Santa Madre Laura, porque la mencionó como ejemplo de vida consagrada. Habló de la importanci­a de las religiosas en Medellín, como las que sostienen y forman la conciencia católica. A los intelectua­les los invitó a que convirtier­an su conocimien­to en servicio para la ciudad”, recuerda el pare Uribe.

Con la confirmaci­ón de la llegada del papa Francisco, el padre Uribe no está menos complacido. Enfatiza que hay similitude­s entre una y otra visita papal.

“En ese tiempo, 1986, no había una presencia tan activa de los medios. EL COLOMBIANO se lució con el cubrimient­o. La ciudad vivía situacione­s difíciles, pero la gente salió a las calles para saludar al Papa y asistieron más de un millón de personas. Hoy el papa Francisco es más conocido ”, aclara.

Así como Juan Pablo II abrió el estadio para acercarse a la gente, el padre Uribe cree que sucederá con Francisco. Al igual, sueña con que el Papa se acerque a los pobres y que, por qué no, se escuche una milonga en honor al carismátic­o Pontífice

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