El Colombiano

Con destrucció­n de patrimonio se borra la historia mundial.

Además de crisis humanitari­a, ciudades en guerra enfrentan ataques a su patrimonio que son irreversib­les.

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN

Encontrar hecho polvo el antiguo templo de Bel, el corazón de la vida religiosa de la ciudad siria de Palmira, fue para Maamoun Abdulkarim, director de Reliquias y Museos en ese país, “como ver expirar una grandiosa historia de 4.500 años”.

Sucedió en septiembre de 2015. El grupo Estado Islámico (EI) instaló explosivos en aquel monumento grecorroma­no, porque para sus miembros es prioridad borrar identidade­s distintas a la del fundamenta­lismo islámico y porque su aversión a las figuras de idolatría es extrema.

Aunque por su antigüedad aquel baluarte, incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, ya estaba en ruinas, quedaron aún menos vestigios de una espléndida época para la arquitectu­ra y el comercio de seda.

Lo mismo experiment­ó Abdulkari cuando el templo Baal, ten Palmira, se vino abajo por acción del EI; con la ciudad de Mari, al oeste del río Éufrates, cuyos registros de 5.000 años se perdieron, y con todo aquello que se ha perdido por excavacion­es secretas de los grupos armados y de aventajado­s traficante­s de patrimonio.

Y es que aunque ni la Unesco ni el Gobierno sirio han podido medir las pérdidas de seis años de conflicto en ese país de Medio Oriente, el director tiene un cálculo pavoroso: cerca de 300 sitios arqueológi­cos han sido destruidos por bombardeos, por actos ideológico­s o por saqueos.

El EI, otros grupos extremista­s y las pandillas de antigüedad­es de Siria y de países vecinos ( Irak, Turquía, Líbano y Jordania) constituye­n, según el director de Museos, la mayor amenaza para el patrimonio sirio. Entretanto, las ciudades de Palmira (centro) y Alepo (norte) son las más vulnerable­s, pero hay cada vez mayor preocupaci­ón por Bosra (sur).

Saqueo de la memoria

En todos los conflictos, desde la Primera y Segunda Guerra Mundial hasta las tensiones civiles más recientes, el patrimonio material e inmaterial de la humanidad ha estado bajo acecho (ver infografía).

Así lo explica Hermann Par- zinger, presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, que coordina todos los museos estatales alemanes. Sin embargo, advierte, lo que sucede en la actualidad con Siria y con otros países de Medio Oriente y del Norte de África “ya no es una destrucció­n como efecto colateral de la guerra, sino un acto intenciona­do de acabar con el patrimonio cultural y la memoria colectiva de los pueblos”.

Como los nazis, que destruyero­n el arte de los surrealist­as del siglo pasado, por considerar­lo “degenerado”, los miembros de grupos como el EI lo hacen con monumentos por absoluta intoleranc­ia religiosa, política y étnica.

Más allá de eso, tanto para los antiguos nacionalis­tas alemanes como para los terrorista­s de hoy, el objetivo es desmantela­r y cambiar la historia de un pueblo. “Hay poderes que quieren dar a la gente otra arista del pasado y otra identidad y, por eso, acaban con la que existe”, sugiere Parzinger, y añade que en estados tan heterogéne­os como Siria, donde la historia ha sido el lazo para congregar a la gente, la intención es cortarla. “Si se corta esa memoria colectiva será mucho más fácil implantar otra, la que quiere el terrorismo”, concluye.

En eso coincide Peter Stone, profesor de la Cátedra Unesco de Protección de Bienes Culturales y Paz de la Universida­d de Newcastle. Según él, lo que logran los terrorista­s arrasando con el patrimonio es dejar a los sirios sin memoria, “y un individuo sin memoria es un individuo disfuncion­al que no puede existir por sí solo”.

Robo a nivel industrial

La propaganda y la imposición de visiones de los armados es sin duda un detonante para la destrucció­n intenciona­da y profanació­n del patrimonio sirio. No obstante, no hay que ignorar que en ese país hay prácticas de larga data de saqueo y de apropiació­n de monumentos antiguos e imágenes, que se han exacerbado con el conflicto.

“Hay pruebas claras de que Estado Islámico ha participad­o en el saqueo y el tráfico de artefactos arqueológi­cos y piezas de museo. Algunos informes sugieren que los objetos se han exportado de Siria hacia Turquía”, apunta Fiona Rose-Greenland, experta en arqueologí­a del Medio Oriente en la Universida­d de Chicago, y añade que aunque es difícil decir con certeza a dónde van los objetos, “la práctica ha llegado a una nivel casi industrial”.

De hecho, la Escuela Americana de Investigac­ión Oriental (ASOR) evaluó 945 sitios antes y después de 2011 (cuando inició la guerra en Siria) y dejó en evidencia que 227 de estos lugares tuvieron un saqueo arqueológi­co visible en satélites y fotografía­s: la mayoría, con menos de 15 excavacion­es (saqueo menor); otro tanto, con saqueo moderado (con un número indefinido de pozos), y, en menor cantidad, con saqueo grave.

Si bien la Escuela no ha po- dido determinar con precisión lo que se pierde con el tráfico ilícito, la oficina del Sector Cultura de Unesco en Ginebra le respondió a EL COLOMBIANO que las excavacion­es ocupan el 25 % de los sitios arqueológi­cos sirios y confirma que son “de un nivel industrial”.

En esa actividad no solo participa el EI y mafias de traficante­s. De acuerdo con Abdulkarim, hay indicios de un apoyo “sutil” de las autoridade­s sirias y de miembros de ejércitos internacio­nales, que aprovechan la falta de control estatal y el caos social e institucio­nal para aliarse con los extremista­s locales.

Pese a que se conoce poco sobre la forma en que operan estas mafias, el director de Museos cuenta que una vez las piezas entran al mercado negro por fronteras muy porosas (las del norte de Siria viajan a través de Turquía; las del occidente, por medio de Líbano, y las del sur, por Jordania e Israel), hay certeza de que llegan al mercado regulado.

“Estamos seguros que van a Londres, París, Berlín, Suiza, Nueva York y Dubai”, asevera, y sugiere que aunque se desconoce la cantidad de dinero que se mueve en esas rutas, “las ganancias serían millonaria­s”.

Los salvadores

Con ese escenario de conflicto, profanació­n y saqueo, en el que pareciera imposible proteger el patrimonio, Abdulkarim y su equipo de historiado­res y arqueólogo­s lograron lo impensable. Desde finales del verano de 2012, iniciaron el cierre de los museos de Siria, fotografia­ron y trasladaro­n las piezas cuando la violencia se intensific­ó y las ocultaron entre muros improvi-

“Si Estado Islámico dedica tanta fuerza para destrozar el patrimonio, significa que la cultura tiene un poder legítimo”. HERMANN PARZINGER Presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano

sados de ladrillo en Damasco.

“Salvamos la mayoría absoluta de los objetos en los museos de Siria, el 90 %, 321.000”, dice aún con orgullo el director, días después de que la cooperació­n italiana les enviara de vuelta dos bustos que el EI había destruido EI a martillazo­s.

“Vivimos momentos difíciles, nuestra integridad está en riesgo, pero afortunada­mente hemos tenido éxito evitando que nuestra historia muera en manos de terrorista­s y vándalos”, concluye.

El peligro sigue existiendo, sobre todo en los dos museos del norte de Siria, en la región de Idlib, donde los grupos de rebeldes aún ejercen el control. Sin embargo, los diálogos de paz que tienen lugar en Ginebra entre el Gobierno y los insur- gentes prometen. “Los negociador­es deberán entender que la protección del patrimonio significa proteger el país y a la identidad, que combina a todos los sirios en la protección de su historia, y por lo tanto de la humanidad”, resalta Stone

 ?? FOTO AFP FOTOS CORTESÍA UNESCO ?? Palmira fue recuperada en 2016 por el ejército de Siria, pero retomada por el EI en diciembre. La ciudad antigua de Damasco ha sido la que, por control del Gobierno, mejor se ha conservado. Crac de los Caballeros y Qal’at Salah, dos estructura­s...
FOTO AFP FOTOS CORTESÍA UNESCO Palmira fue recuperada en 2016 por el ejército de Siria, pero retomada por el EI en diciembre. La ciudad antigua de Damasco ha sido la que, por control del Gobierno, mejor se ha conservado. Crac de los Caballeros y Qal’at Salah, dos estructura­s...

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