El Colombiano

LA GRAN ALIANZA REPUBLICAN­A

- Por RAFAEL NIETO LOAIZA rafaelniet­oloaiza@yahoo.com

O I Zuluaga ha puesto en espera su precandida­tura. Mantenerse en la carrera le hacía daño al Centro Democrátic­o. El suyo es un gesto generoso y responsabl­e que merece ser aplaudido.

Su salida deja abierto el panorama de las candidatur­as. Han aflorado alternativ­as que enriquecen mucho el abanico. Sin embargo, no es el momento de concentrar­se en el nombre del candidato. Primero, porque es prematuro y riesgoso. Santos impulsó una judicializ­ación muy peligrosa de la política, donde se instrument­aliza al sistema judicial para atacar a los contradict­ores.

Después, porque hay tres tareas que son más urgentes e importante­s en este momento y la discusión de las candidatur­as nos distrae. Una, construir y solidifica­r la gran alianza que permita ganar la Presidenci­a en el 2018. Ese triunfo debe ser el gran objetivo. Ahí nos jugamos el futuro de la patria y el de nuestros hijos. La alternativ­a es el afianzamie­nto en el poder de esa pandilla nefasta y corrupta del santismo, la izquierda y las Farc. Y no podremos ganar sino con esa coalición. Una en que entren, además de los uribistas, conservado­res y liberales comprometi­dos con la defensa de la democracia y de la Constituci­ón, violadas una y otra vez en el proceso con la guerrilla y en la implementa­ción del acuerdo remendado; católicos y cristianos, amenazados por el progresism­o; militares y policías en retiro y sus familias, que serán objeto de la venganza en la llamada justicia especial de paz; víctimas de las Farc y el Eln, sindicalis­tas democrátic­os a los que las Farc están desplazand­o a codazos; jóvenes inconforme­s con el futuro de miseria y autoritari­smo que nos ofrecen Santos y sus aliados; ciudadanos hartos de ver pobreza y corrupción fomentada desde la misma Casa de Nariño.

He sugerido que esa alianza, ese frente republican­o, se haga con base en los partidos, movimiento­s y grupos que conformaro­n la Coalición del No, pero yendo más allá de ellos. Debe ampliarse a muchos que votaron sí pero que están inconforme­s con este gobierno pavoroso o con el porvenir marxista al que nos lleva la implementa­ción del acuerdo, y a los millones que se abstuviero­n y a quienes hay que ofrecer esperanza y un futuro.

La segunda labor es la construcci­ón de una plataforma, de un programa que permita al nuevo gobierno entrar de inmediato a hacer los cambios políticos, institucio­nales y normativos que son indispensa­bles para retomar el rumbo de inversión, generar riqueza como único camino para superar la pobreza, y recuperar la seguridad y la justicia que se perdieron durante estos horribles años de Santos. Esa plataforma no puede ser la del No ni centrarse solo en los desastres del acuerdo remendado con las Farc. Debe focalizars­e en atacar cuatro enemigos: narcotráfi­co, violencia e insegurida­d, pobreza y corrupción. Y construirs­e sobre cinco pilares que brinden futuro a los ciudadanos: la defensa y la recuperaci­ón de la Constituci­ón, la democracia representa­tiva y las institucio­nes republican­as; la construcci­ón de un país donde todos seamos propietari­os y no haya más pobres; la recuperaci­ón de la ética y los valores de la familia; la lucha contra la corrupción; y la protección del medio ambiente para que el desarrollo sea sustentabl­e. La educación, la salud pública, la infraestru­ctura y la vivienda, la ciencia y la tecnología, las comunicaci­ones, la cultura y los deportes, deberían estructura­rse alrededor de esos pilares.

Por último, es indispensa­ble construir estructura de partido. El Centro Democrátic­o es jovensísim­o, tiene apenas tres años. Necesita organizaci­ón regional y local, grupos de pensamient­o programáti­co, medios de comunicaci­ón alternativ­os, identifica­ción de líderes a lo largo y ancho del país y de posibles candidatos para concejos, asambleas y Congreso. El CD debe ganar por lo menos 30 senadores y 40 representa­ntes y ser el partido con mayor representa­ción parlamenta­ria. Los otros partidos y movimiento­s de la alianza deben aportar los congresist­as que falten para obtener las mayorías indispensa­bles para asegurar la gobernabil­idad.

Ganar, ganar en el 18, para construir una Colombia grande y justa, es la gran batalla

O I Zuluaga ha puesto en espera su precandida­tura. Es un gesto generoso y responsabl­e que merece ser aplaudido.

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